ISONOMÍA: lucha comunicacional:  estrategia de contrastes de la 4T

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Alberto Alonso Criollo

Pocas coyunturas en la historia contemporánea, han revelado con tanta nitidez el enorme peso de la lucha comunicacional en el reacomodo de las fuerzas políticas. El modelo de cambio de régimen mexicano ha exhibido, como nunca, los matices en el complejo, descarnado y hasta cínico intercambio de argumentos en nuestro país como parte sustancial de la lucha política.

Decíamos en otros trabajos, la necesidad de entender el debate comunicacional como una gran matriz que integra distintos niveles estructurales, uno correspondiente al nivel de medios masivos audiovisuales, incluyendo todavía los medios gráficos; otro relativo   a las redes sociales y finalmente al nivel de comunicación directa, a ras de piso,  en el  complejo entramado del diálogo social. Todos estos niveles articulados en la matriz mencionada.

 

Ahí se opera, se artícula la cambiante correlación de fuerzas que los actores, enarbolando distintos proyectos e intereses, con distinta capacidad de construcción y distribución de argumentos,  construyen y tratan de imponer  sus interpretaciones de la realidad. Claro que todo esto, tratando siempre de favorecer sus respectivos intereses en   el sistema de relaciones de poder prevaleciente.

 

Me refiero al proceso de exacerbación de la polémica  que conduce el Presidente de la República frente a  sus adversarios en la oposición que tienen  posturas encontradas   en  los más diversos temas, verbigracia,  polémica en torno a la Reforma electoral;  la narcotráfico y seguridad pública; el papel de los medios de comunicación y del periodismo conservador; utilidad de órganos autónomos y otros más.

 

En torno a este devenir,  se contraponen, el gran poder comunicacional oligárquico versus,  la también gran capacidad comunicacional del presidente AMLO, particularizado en la emisión de La mañanera; las redes sociales y  apoyado  también con  amplios sectores populares a ras de piso, en el nivel de la comunicación directa y el diálogo social. Muy probablemente en esta conversación popular es donde  se define la mayoría de la 4T.

 

Enfocándose en los argumentos  de cada parte, es indispensable aludir a la acusación  que esgrime la oposición,  de modo central; la de que el presidente polariza las posiciones políticas. Efectivamente el discurso presidencial gesta un parteaguas en la comprensión de las relaciones políticas en nuestro país, en la medida que devela las encontradas posturas en torno a temas centrales del sistema de dominio neoliberal en nuestro país.

 

El presidente muestra, descubre, exhibe ante la nación la continuidad argumentativa y práctica de los personajes, calificados como conservadores, con  intereses  distintos al interés nacional;  en contraste con la propuesta propia  de la 4t. Es decir que consigue el objetivo central de un proyecto político en competencia: muestra las grandes diferencias entre el proyecto propio y el de los competidores.

 

Esta capacidad diferenciadora, está en la base del gran poder de convocatoria del Presidente que le convierte en  un fenómeno de la comunicación política, en la medida que comprende las complejas contradicciones políticas del país y construye un proyecto coherente con las necesidades del mismo. Pero esto que pareciera ir viento en popa, entraña riesgos potenciales. Como en  toda matriz comunicacional; siempre existe la posibilidad que las correlaciones se alteren.

 

Bueno pero eso debe ser tema de otra entrega. ¿Cómo la ve?