ISONOMÍA: La marcha de “el INE no se toca” en la era de la posverdad

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Alberto Alonso Criollo

Sin vueltas,  la marcha opositora  de este domingo 26 de febrero,  fue lo suficientemente abundante para mostrar el poder del conservadurismo que se sostiene, no por la legitimidad de una causa popular; pero si por las capacidades comunicativas de ese bando.  Extraordinario ejemplo de un fenómeno de posverdad,  como signo distintivo de las luchas comunicacionales en las  sociedades contemporáneas.

Evidencia de manipulación, desinformación, acarreo, distorsión de la realidad, como bases  de la concurrida asistencia a la marcha; acusa el argumento oficialista. Sea como sea, el grupo opositor agregado que organizó la marcha multitudinaria,  ha demostrado que la permanencia del proyecto de la 4T no es ineluctable; aunque por el momento ostente mayoría,  y  que los dos grandes bandos políticos e ideológicos en el país, siguen en la pelea.

Parece inútil discutir sobre la legitimidad de las banderas de los marchistas; ese es otro nivel de la discusión. Ese es el debate teórico o ideológico. Lo que nos importa en este espacio, es la claridad sobre el argumento de fuerza que se ha puesto de relieve y revela, en su contraparte,  la fragilidad del proyecto  de transformación vigente o en el poder.

Y conste que el centro de comando progresista no esta en la solidez del proyecto organizativo e ideológico del partido morena,  sino  que muy probablemente, solo está  en la figura personal del Presidente de la República que pronto habrá de retirarse. Con más intensidad se prenden los focos rojos de la continuidad del proyecto de la 4T.

El mismo Presidente de la República, consideró que la asistencia de alrededor de cien mil en la capital y probablemente otro tanto similar en los estados, es la representación de más de 20 millones en las filas del conservadurismo. Y eso que es una realidad verificable, se construyó en la estrategia basada en la posverdad, como “Distorsión deliberada de una realidad que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.” (RAE)

Puede que no   tengan la verdad; pero si los recursos políticos, económicos y comunicacionales para movilizar y manipular la opinión de millones de personas. Ahí en ese hecho crucial, se pone de relieve la fragilidad y las contradicciones de un sistema que tiene enormes dificultades para consensar el proyecto progresista para nuestro país.

Y por supuesto, ahí también están las razones que debería impulsar el proyecto cambio,  para consolidar la hegemonía trabajando duro en el nivel de  la organización política partidaria  y sus estrategias y capacidades  comunicativas. Lo más difícil es encontrar y designar al gran hombre o mujer que deberá dar continuidad a la gestión del Lópezobradorismo  ¿O usted qué opina?