Columna: Fogonero Mompracem, el libro donde la gente se vuelve especial

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Por Rodrigo Islas Brito

“Una librería pequeña es más un trabajo de promoción cultural que otra cosa. Es promover los libros de manera autogestiva e independiente. Es chido porque tienes más cercanía no solo con los libros, sino con los lectores”.

Aunque casi nadie lo sabe, el nombre real de El Joch, el cuate de lentes y gorra que desde hace cinco años está al frente y en medio de la librería Mompracem, es Eric Castillo Aragón.

“Mi identidad ha sido revelada”, bromea, mientras explica como Mompracem  se ha significado ya como un centro cultural y social  para decenas de almas oaxaqueñas, que leen o no leen, pero que definitivamente necesitan encontrarse.

“La gente viene acá buscando algo, buscando no estar sola. Todos de alguna manera buscamos eso”.

Antes  el Joch platica sobre Los Miserables, el equipo de futbol  rápido de la librería que nunca se han propuesto ganar un partido aunque exista la leyenda de que alguna vez lo hicieron.

Sin condición física, perdiendo muchas veces por goliza, Joch informa que la gente que está en el equipo no es gente muy deportiva que digamos.

“Se dedican más a la cultura y la fiesta, la mayoría trabajan y cotorrean demasiado. Es  como un requisito para llegar a los partidos bien prendidos”.

“Jugamos contra chavos veinteañeros con un chingo de condición física en la que algunos hasta les pagan por jugar”.

Pero si el aguante no lo encuentra en el futbol, Joch lo derrama en su trabajo. El vender y comprar libros.

“Cuando empezamos la librería no estaba haciendo absolutamente nada. Estaba en el D.F y un cuate nos dijo iba a deshacerse de  unos libros, que los trajéramos a Oaxaca, que rentáramos un local y que los vendiéramos”.

“Lo pensamos un poco, pero dijimos que sobres. Empezamos con 500 libros, era muy poquito. Ese primer lote recuerdo que  eran novelas clásicas, libros de teatro y un manual para dummys sobre como volverte un ligador en serie”.

Joch rememora como mucha gente le empezó a vender libros a él y a su entonces socio, invitándolos a su casa para ver sus preciados tomos  y valuarlos.

“Te lo dejó en ochenta” le dice Joch a una chica que quiere llevarse un gordo ejemplar de El Capital, de Carlos Marx, cuyos ojos bonitos y tipo de mujer de la India no pasan desapercibidos para los enamoradizos ojos del librero. Sin embargo, como bien lo comentara Joch dos minutos después, ha hecho de la contención una virtud y un tratado sobre la verdadera ética de su trabajo.

“Voy  al dermatólogo y regreso” dice la chica, a lo que el Joch suspira y regresa a la entrevista.

“Si hay lectores en Oaxaca, el problema es que no hay librerías y no se hace nada respecto a los libros. La gente que quiere invertir en Oaxaca no quiere invertir en libros, piensan que no van a vender y en cierta forma tienen razón”.

“En la librería se ha creado un circulo que va más allá de un círculo de lectores. Se ha  vuelto un espacio cultural y un espacio social. Que se presta para la tertulia”.

En Mompracem lo mismo coinciden artesanos, escritores, sociólogos, maestros, estudiantes, reporteros, pintores, peritos, estilistas, mezcaleros, abogados, diseñadores graficos  y una extranjera de la tercera edad que suele ser el alma de las fiestas.

“En las tertulias pueden estar platicando personas que no tienen nada que ver entre sí , ya sea por edad o por ideología”.

Aparecen en la conversación Jehovanny Elorza, El Pollo y Milo, tres personajes centrales para que la atmosfera Mompracem se haya convertido ya en una marca.

Elorza, siempre con una guitarra que sirve como filtro de sus anhelos, es descrito por Joch como un escritor triste que no tiene mayor pretensión”.

“Cuando abrimos tuvo la idea de que hiciéramos una pequeña feria del libro. La cual al final salió muy bien. La impulsamos con el Pollo”.

El Pollo es Alejandro Guzmán, escritor, articulista y traductor. Un cuate al que Joch cuenta que conoció hace muchos años y que al principio no tragaba.

 “Se me hacia un mala leche y algo fascistoide. Cuando empecé a trabajar con él  fue cuando conocí la otra cara del Pollo, un cuate pacifico, buena onda y jodidamente sincero. Tanto que muchas veces han estado a punto de descontarlo”.

“Una vez no se que empezó a hablar con una chavas en un bar que al final ya lo querían ahorcar, le dije al Pollo que nos fuéramos, pero no. Él se quiso quedar ahí y al final una de las chavas le terminó lanzando una patada”.

Milo es el tercero en cuestión, al que el Joche describe como alguien “que un día apareció parra quedarse” y “que le echa la mano en la librería”.

“Es un gran lector (al igual que el Pollo) y es el más extraño de los tres. Dice que sus libros los va a quemar cuando se muera pues no quiere que nadie más los lea”.

“Algo aislado, cuando esta con unas chelas de más ha tenido desplantes que no se entienden. Ha amenazado al Pollo con madrearlo, pero no por una razón exacta, no por algo que uno pueda citar o explicar”.

Joch considera que si la magnánima y colosal cadena de librerías Gandhi entrara a Oaxaca, él por lo menos no dejaría de vender libros.

“Quien sabe la Proveedora Escolar, pero siento que un mayor movimiento nos ayudaría a todos”.

Sobre porque no ha entrado con un stand a la Feria Internacional del libro que la Proveedora Escolar y la Editorial Almadia organizan en Oaxaca cada año, el Joch aduce que le ha dado hueva.

“No tengo problema con pagar dinero por un espacio, es un dinero que al final recuperas. Pero la verdad es  tienes que cumplir con ciertos requisitos para estar ahí que a mí en lo personal no me convencen”.

Pollo y Milo también venden libros por su parte, entre los tres se han movido  a las escuelas llegando incluso hasta cubrir un punto de venta en una asamblea magisterial de la Sección 22, dónde cada uno vendió cuarenta libros durante todo un día.

De sus clientes y lectores, Joch recuerda a un chavo ruco que al parecer se dedica a la albañilería pero que cada semana compra dos o novelas. “Es un lector voraz”.

También habla sobre niñas de trece años que compran libros y luego regresan a platicar cual fue la parte que más les gustó. Justo en ese momento una niña aproximadamente de esa edad entra a la librería y pregunta por si tienen en existencia el Libro mormón.

Cuando Joch le dice que sí y se lo enseña, la niña cunde en una alegría que puede resultar extraña para quién no sabe nada sobre religión.

De las Enciclopedias que en los estantes de la librería se dan por montones, Joch cuenta que estas no se venden en la ciudad, sino  a gente que las solicita de alguna población o comunidad . “Incluso a  veces preferimos donarla”.

“Apenas vino una madre soltera muy joven que quería una enciclopedia para su hijo porque no le late lo que ofrece el internet”.

Del pintor y promotor cultural Francisco Toledo, el entrevistado dice que le que lo ensalcen tanto como un líder puro. “El también hace cosas que la gente ingenuamente interpreta como desinteresadas”.

Aquí es cuando viene uno de los pasajes más complicados por los que ha pasado Mompracem .  Los 42 libros de la biblioteca del Instituto de Artes Graficas de Oaxaca (IAGO) que en el 2012 fueron encontrados en la librería y que a Joch le costó casi una demanda penal.

 “Es curioso porque en ese tiempo el único lugar donde podían vender esos libros era este lugar Fueron libros que no quería soltar, porque los compré y no tenían sello. La gente que se los robó se los quitó”.

“Era un problema que ya traía el IAGO y salí salpicado. Me acusaron incluso de que yo podía ser parte de la banda  o de la gente que se estaba robando esos libros”.

Joch cuenta que quedó en medio de una cruzada para satisfacer la furia tolediana, con libros que regresó al IAGO  sin recuperar su inversión.

“Era el blanco perfecto para resolver la cosa más rápida” cuenta Eric, para describir después como el IAGO interpuso una denuncia en su contra y en la librería  se aparecieron unos policías que pretendieron extorsionarlo.

“Al final pasó, se arregló. Pero estuvieron preguntándome de eso durante un año. Fue una joda”.

Respecto al futuro Joch, de día librero y de noche a veces cantinero, se mira igual o parecido. Junto al Pollo, Milo y el tristón Elorza se avizora  simplemente un poco más viejo y más arruinado físicamente.

“Pero contento. No estamos en esto para hacernos millonarios. Eso es definitivo”.

“En diez años espero que haya más librerías y que algunas de ellas incluso funcionen como cooperativas”.

De personajes como Edgar, el Santana, el Gemelo, Kristina , Carlos, Joshua,  Janet , el Ken , Alejandra , Lorena, el Toallin (sobrenombre con el que se le conoce al delantero goleador de Los Miserables “que cuando anda en vena es muy bueno y cuando no por lo menos juega mejor que el resto”) y otros parecidos caracteres , Joch confía en que seguirán viniendo.

“Aquí la gente se vuelve muy especial. Hemos tenido música en vivo dónde a pesar de lo pequeño del lugar, la gente reacciona como si estuviera en un lugar más grande”.

Joch entra a un momento de reflexión que no dura mucho. En su ensueño aparece nuevamente ese hermoso romanticismo que sólo él es capaz de experimentar.

Cuenta que hay una chica, “una duendecilla  embarazada que de pronto aparece para no volver a dejar nada igual”

Lo que describe Joch a continuación, podría ser parte de unos de los libros que Mompracem ofrece en sus anaqueles. Un libro que  muchos querrían y querrán leer.