Celebran con la Virgen de Guadalupe un año de autodefensas

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La Virgen de Guadalupe ha reemplazado al narcotraficante mexicano Nazario Moreno. Donde antes se veneraba la figura del capo, hoy quedó inaugurada una capilla levantada para rendir tributo a las autodefensas de Michoacán.

Ha sido al cumplirse hoy el primer aniversario de esa chispa de rebelión popular que se alzó contra el cártel Los Caballeros Templarios, que habían llegado a dominar la Tierra Caliente de Michoacán, imponiendo a su antojo la ley.

“Vamos a seguir luchando mientras se pueda”, afirmó el líder de las autodefensas de La Ruana, Hipólito Mora, quien, debido al vacío de autoridad que existía, encabezó hace un año esta rebelión que con el tiempo se ha extendido a otras comunidades.

Mora, portando una escopeta sin cargador y con el pecho cruzado por una canana, habló al lado deEstanislao Beltrán, también conocido como”Papá Pitufo”, otro líder de las autodefensas de Michoacán, a su vez armado con un subfusil automático AK-47.

Los dos son productores de limón en esta comarca. Mora se alzó primero y luego se sumó al movimiento Beltrán, hartos de los asesinatos, la extorsión y la corrupción generada por los “templarios”.

Los dos “comandantes” de los grupos de autodefensas de Michoacán conmemoraron el primer aniversario del desplazamiento en una capilla levantada a la orilla del camino de entrada a La Ruana en honor a la Virgen de Guadalupe.

La capilla, donde figuran los nombres de varios “héroes” y “mártires” que ha generado esta lucha, fue construida sobre las ruinas de un lugar levantado hace años en el que había una estatua de “San Nazario”, presuntamente para rendir tributo a Nazario Moreno, “El Chayo”.

Este capo del narcotráfico era el líder de La Familia Michoacana, de donde surgieron los “templarios”. Según las autoridades, murió a finales del 2010 en un enfrentamiento con fuerzas de seguridad, aunque su cadáver nunca apareció.

El párroco de La Ruana, José Luis Segura, fue el encargado de inaugurar la capilla, bendecir sus paredes y oficiar una celebración religiosa en la que los “templarios” y sus fechorías fueron frecuentemente mencionados.

Ellos, dijo el sacerdote en la homilía, “no permitían que saliera ni entrara nadie, secuestraban y mataban”, todo hasta que estalló “la lucha de liberación” cuando los vecinos se reunieron en asamblea y decidieron alzarse contra los “templarios”.

Por ello, agregó, a partir de ahora “el nombre de la Virgen de Guadalupe reemplaza la mancha ‘templaria'”.

El altar del padre Segura era una pequeña mesa a la puerta de la capilla. Con el sol de frente, a unas horas en las que el calor de la Tierra Caliente aún no comienza a castigar, el cura ofició el acto ante centenares de vecinos y numerosos periodistas.

Al final, Mora y Beltrán dieron su mensaje a la puerta de la capilla. “No tienen ni idea de lo que he sufrido este año, he sufrido de todo”, dijo Mora, el líder de La Ruana, a quien sus vecinos llaman “comandante”.

Mora, que tiene 57 años y 11 hijos, confesó que ha habido ocasiones en las que esta lucha le ha hecho llorar, solo, en casa, a causa de las “calumnias levantadas” en su contra, que no precisó.

En esos momentos, dijo que pensaba en “Jesús crucificado”. “Si eso hicieron con él, ¿por qué no lo van a hacer algunas personas conmigo?”, se preguntó.

Existen sospechas de que hay infiltraciones de “templarios” entre los grupos de autodefensas de Michoacán, aunque Mora y Beltrán son dos figuras que no han sido manchadas.

Mora, cubierto con su tradicional sombrero de paja, pidió a sus vecinos seguir “teniendo fe” en el movimiento, “olvidarse de lo malo”, perdonar, “seguir adelante y empezar una nueva vida, sin rencores”.

A su lado, “Papá Pitufo”, con su tupida barba encanecida, reconoció que se había incorporado a esta lucha más tarde, destacó la valentía de los vecinos de La Ruana y dijo que los grupos de autodefensa tienen por objetivo”limpiar los 113 municipios de Michoacán de los ‘Caballeros Templarios'”.

Terminados los discursos y el acto religioso, decenas de autodefensas, muchos de ellos armados, desfilaron por la principal calle de la localidad.

Los acompañaban muchas mujeres que vestían sus mejores galas, con el maquillaje cuidado, algunas de ellas con trajes típicos que incluían un tocado ajustado con guirnaldas unas, o con vistosos lazos de colores en el pelo otras.

También desfilaron estudiantes de las escuelas de La Ruana, “a paso redoblado”, como pedían sus maestros, así como otros grupos de vecinos que decidieron volcarse a la calle en este día para celebrar la fiesta de la “liberación”.

La fiesta en La Ruana sirvió para ensalzar el sentimiento de comunidad y rechazar los años en los que los “templarios” dominaban la economía y asesinaban a quienes no aceptaban pagar sus extorsiones.

No se libraron ni las canciones en honor a los narcotraficantes, porque, durante la misa en la capilla, en el momento del padrenuestro, el cura Segura pidió a los reunidos que se rezara también para que “se acaben los narcorridos”.