“Antes de morir, todo es vida”; Días blancos y horas negras en la voz de Olimpia Silválvarez

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Rodrigo Islas Brito / RIOaxaca

Oaxaca de Juárez, Oax.- “Estaba tomando un brandy y no me acuerdo si estaba yo enfiestada o cruda, pero me puse a ver el vaso. Había tanta oscuridad en ese vaso, un pozo rebosante de cansancio y empecé a pensar en todos los fantasmas malos que he tenido en mi vida. Y también en los buenos”.

Olimpia Silválvarez habla sobre el instante en el que comenzó a pensar en componer Caifanes, la canción que abre su primer disco, basada en la cinta mexicana homónima de 1967, autoría del cineasta Juan Ibáñez y con guion de Carlos Fuentes.

“Fue un alucín etílico, pero también fue un momento de revelación” dice Olimpia. Recuerda que se imaginó a los Caifanes brindando y jugando con sus cajas de muerto. El Capitán Gato, el Estilos, El Azteca, el Mazacote, Paloma y el emperifollado Jaime de Landa, estaban en su mesa celebrando la vida, aunque volvieran a desaparecer después.

Olimpia Silválvarez, con su álbum homónimo lanzado hace unos meses, confiesa que lo suyo es ver una y otra vez la mencionada cinta que vino a romper la monotonía del cine nacional. De los fantasmas buenos dice que a éstos está dedicado su disco.

“Amigos que han muerto: Rubén Sánchez López, integrante de una rondalla universitaria que murió muy joven en un accidente carretero; Víctor Hugo Herrera, a quien conocí en mi etapa preparatoriana; Elías García Contreras, quien nunca perdió su lucidez, prefirió el alcohol y el alcohol se lo llevó; y Jorge Antonio Jara, Fundador de luz y sonido Winners, uno de los patrocinadores de este mi primer disco “

El disco Olimpia, quien se presentará en unas semanas en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO 2016), es Olimpia y sus recuerdos, pero también es su vida entera.

“Mis rollos, mis despedidas y separaciones de parejas”, la cantautora comenta que la creación de sus canciones le llevó casi ocho años, sino es que más, a partir de la muerte de su padre, el dolor apresuró su inspiración.

“Hace año y medio empecé con los arreglos, mis canciones son mis doce hijas, es un parto múltiple. Doce canciones con letra y música mías, con distintos géneros”.

La cantautora, a quien le caga Cepillin, considera que los géneros musicales son idiomas que están para decirle cosas a la gente. Se confiesa una blusera irredenta, por lo que en su disco hay blues, pero también hay rock, ranchero, tango y hasta cumbia.

“Tiene de todo, por ejemplo, escuché Carlos Gardel con sus discos long play de 33 revoluciones por minuto, desde que era niña, los ponía mi papá en la casa. “Entonces Entre tangos de Gardel, otra de las canciones del disco es mi padre, un ser con errores y virtudes.

También hay influencias de María Dolores Pradera, Agustín Lara, Palito Ortega, Chava Flores, Real de catorce y hasta José José.

‘Chava perdida’, habla sobre el embarazo adolescente, que podría parecer un cliché pero pega como el demonio. Yo me he dado cuenta de eso de primera mano en mi trabajo como maestra de arte de adolescentes” expone.

A Germán Valdez “Tin- Tan”, lo describe como “el único ídolo” que tiene, sobre él otra canción del disco, “Y que venga”, está basada su tono country fronterizo con coros tintanescos

“Es como mi testamento” asegura la interprete sobre un tema que habla de que venga lo que venga, tocar la pelvis del Rey del Rock, un demonio cachondón y un cerdo con ojos negros y profundos.

“Que te creibas”, es el tema con la influencia de la cumbia, de la rockola, de la cantina, que soy yo” la interprete también habla sobre el impacto que tuvo en ella la primavera para una esquina rota, sobre el desagarre del alma y de las cuerdas vocales. Sobre la gente que dice, me pasó esto y mejor me mato.

“No, yo no, yo digo: me pasó esto y mejor hago canciones. Antes de morir, todo es vida. Es como decía López Velarde, nuestros días blancos y nuestras horas negras”

Hacer el disco le costó a esta maestra casi un año, mucho dinero y mucho esfuerzo. En el disco participaron cinco músicos que la llegaron a rolar de todo:

Héctor Díaz, arreglos, dirección música y guitarra; Lucio Jiménez, percusiones, piano, guitarra, grabación, mezcla y masterización; Ornell Jiménez, en el bajo; Pierre Arnaud, en el piano; y Juan Manuel Díaz en la armónica

“Mi meta es que en todas mi presentaciones suenen a como suenan en el disco. Por ahora, ya después no sé”.
Comenta la Olimpia bohemia, trasnochada, infame. Sostiene que la suya es una propuesta diferente a lo que se escucha generalmente en Oaxaca. Libre de canciones tradicionales y etnicidad de pacotilla.

“Soy una oaxaqueña que está haciendo música universal” declara la misma interprete que se presentará este 18 de noviembre en la FILO 2016, en Casa Estambul, Allende 316, entre Tinoco y Palacios y Porfirio Díaz.

“No soy la única oaxaqueña, repito no soy la única oaxaqueña” dice un mensaje cibernético enviada por Olimpia aclarando una duda surgida sobre la FILO, durante la entrevista.

Al final, Olimpia puede que no sea la única oaxaqueña en cantar en la FILO 2016, pero a su manera fusionada con toda su sed de mundo y vida, sigue siendo única.