“33 revoluciones”, una Cuba sin salida en la visión de Canek Sánchez Guevara

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Rodrigo Islas Brito / RIOaxaca

Oaxaca de Juárez, Oax.- El pasado nueve de octubre se hizo oficial la impresión de “33 revoluciones”, la novela póstuma del videasta, cibernauta, hacker, caminador como pocos, melómano y escritor, Canek Sánchez Guevara, fallecido prematuramente en enero del 2015 a los cuarenta años tras una operación a corazón abierto .

Más allá del detalle que marcó su vida, su condición de nieto mayor de Ernesto “Che” Guevara, icono revolucionario mundial del siglo veinte, la noticia sobre la edición de su libro que ha hecho la editorial francesa Metaillé, se recibió con alegría entre los que conocieron y lo disfrutaron en vida.

Al respecto vale destacar un largo comentario que sobre “33 revoluciones” ha hecho el escritor y editor yucateco “nacionalizado” oaxaqueño, Jorge Pech, quién tuvo la oportunidad de leer la obra cuando apenas era un manuscrito.

“Es una novela magnífica. Lamento mucho que Canek no la viera publicada en vida” recuerda Pech, cuenta que en 2010 escribió un comentario para recomendar el relato a una editorial que al final no le hizo caso.

“Un relato extenso sobre la vida en la Cuba socialista actual, con un enfoque novedoso que permite conocer de cerca a los balseros que se fugan de la isla en frágiles embarcaciones”.

Describe el también editor y comparte un comentario hecho hace seis años sobre una novela a la que haría falta otros seis años para ver la luz.

“El relato o novela breve tiene por protagonista a un personaje anónimo, afrocubano, divorciado, que lleva una vida rutinaria en la Cuba de Fidel y Raúl Castro. El protagonista cumple sin entusiasmo con su trabajo, así como con las exigencias “patrióticas” del régimen, mientras lleva una vida casi tan llena de privaciones e incomodidades como el resto de sus compatriotas, salvo porque su madre, exiliada en España, le hace llegar unos dólares que le permiten darse algunos lujos comprados en el mercado negro (víveres no racionados)”.

Inicia Pech, comenta que el protagonista de”33 revoluciones” tiene una visión desencantada y acerba de la vida en Cuba. “Además de las molestias por el racionamiento, la cotidiana distribución de noticias triunfalistas del gobierno contrasta con la realidad que le toca atestiguar: el deterioro creciente de las condiciones de vida”.

Detalla el escritor sobre un relato que al parecer tiene mucho de autobiográfico de un Canek que alguna vez definió a Cuba, en la que nació y vivió su adolescencia, como algo a lo que odiaba y amaba porque solo se podía amar y odiar a algo valioso, a algo que forma parte fundamental de uno.

Pech subraya en su comentario sobre la novela, la importancia de un antiguo disco de tornamesa girando interminablemente a 33 revoluciones por minuto, símbolo del círculo vicioso en la que transcurre la vida del protagonista.

El editor comenta que para Sánchez Guevara, según lo muestra su novela “no hay esperanzas en la Cuba socialista, y cada vez son más quienes lo reconocen abiertamente, sin importarles las consecuencias de decir la verdad en esa sociedad severamente reprimida y vigilada”.

“Una mañana, después de haber tenido una pesadilla en que es capturado por los torturadores del régimen, el protagonista se siente incapaz de acudir a su trabajo y decide faltar con el pretexto de una enfermedad. Sin pensarlo demasiado, toma una vieja cámara de fabricación soviética y sale a tomar vistas de lo que diariamente encuentra en la calle”.

“Al pasearse por la costa, descubre a un grupo de jóvenes que lanzan al mar una especie de cajón apenas capaz de flotar, y se embarcan en él, pese al peligro evidente. Son un grupo de “balseros” que huyen de la isla. El protagonista toma fotos de los fugitivos hasta que uno de ellos lo confronta y lo acusa de ser un soplón de tantos que sirven al régimen cubano”.

Relata Pech sobre el relato de Canek, destaca que para el protagonista ese primer contacto con un grupo de “balseros” remueve sus sentimientos hacia la sociedad en que vive.

Pech considera que el protagonista canekiano, “si bien llevaba una existencia desilusionada, solo hasta entonces cobra conciencia del interminable naufragio a que está condenada la Cuba socialista”.

“Sus conversaciones con un amigo que le presta un equipo fotográfico de mejor calidad, y con el médico que lo ayuda a falsear su estado de salud, lo convencen de que la única salida que le queda a un ser humano en Cuba es huir, pues de lo contrario se hundirá en el marasmo que destruye lentamente a los isleños”.

Pech continúa con su sinopsis de “33 revoluciones”, narrando una segunda parte amarga en la que el protagonista es perseguido por el régimen castrense mientras todos sus amigos se han fugado ya de su propio país.

En la que Canek no da ninguna concesión con la realidad de un país al que uno de sus mayores figuras fundacionales, su propio abuelo, el mismo Canek calificó alguna vez para el semanario Proceso como “un desconocido, como alguien de quien no podría imaginar reacción alguna porque simplemente no lo conoció.

Pech considera a “33 revoluciones” “una escueta y desoladora denuncia del colapso del sistema socialista en Cuba, visto a través de los ojos de un joven que recapitula los absurdos de vivir en una sociedad dictatorial, cuyo nivel de vida se deteriora”.

Asegura que la narración es eficaz porque se ciñe a los hechos detallados con una prosa directa y ágil.
“No hay mayor prédica ideológica, sino una insistente y bien llevada descripción de vidas sin objeto ni futuro en medio de la insostenible propaganda oficial. La aventura trágica del protagonista sirve con mayor contundencia como denuncia que cualquier discurso contra la dictadura cubana”.

Para el editor, el relato de Canek Sánchez cobraba en el 2010 una mayor relevancia debido a los sucesos difundidos por los medios de comunicación ese mismo año.

“La muerte del preso político, Orlando Zapata Tamayo, mientras sostenía una huelga de hambre para denunciar la brutalidad en las cárceles cubanas, y el reforzamiento de las protestas de las Damas de Blanco, una organización que exige la liberación de 75 periodistas, sindicalistas y pacifistas cubanos que fueron encarcelados desde 2003 por oponerse al régimen dictatorial. El gobierno cubano se negó a liberar a Orlando Zapata y lo dejó morir, mientras arreció la persecución contra las Damas de Blanco, quienes prosiguen su movimiento libertario”.

Pech apuntó entonces, en el 2010, que “los orígenes familiares de Canek Sánchez Guevara, su participación en la prensa liberal mexicana y las condiciones en que se encuentra la población cubana en la actualidad, cuando es inminente la muerte de Fidel Castro, hacen de la obra propuesta, un documento que seguramente causará polémica y gran interés entre los lectores de América Latina, Estados Unidos y Europa”.

Hoy, seis años después de esta consideración, Fidel Castro sigue con vida y su hermano Raúl es el que lo sustituye en el puesto de presidente cubano. Apenas el 20 de marzo el presidente de Estados Unidos visitó Cuba, después de un embargo comercial estadunidense a ese país y relaciones diplomáticas rotas que duraron casi sesenta años.

Raúl Castro y Obama se reunieron, éste último defendió el derecho del pueblo cubano a decidir su destino. En tanto, Raúl Castro reafirmó la disposición de su gobierno a seguir avanzando en la normalización bilateral entre los dos países.

“El destino de Cuba no debe ser decidido por Estados Unidos, o algún otro país. El futuro de Cuba lo tienen que decidir los cubanos y nadie más” dijo Obama, al tiempo que aseguró que aun así el gobierno estadounidense seguirá abogando por la democracia en Cuba y reclamando respeto para los derechos humanos universales, como la libertad de expresión, de asamblea y de culto religioso.

Pero esto ya no lo vio Canek Sánchez Guevara, aunque seguramente se lo imaginó con una risa desatada saliendo de su boca.