Sector Salud y estudiantes de preparatoria marchan por sus vidas y sus futuros

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Rodrigo Islas Brito.

Cientos, miles. Médicos, doctoras, camilleros, enfermeras, estudiantes de preparatoria. Más de ocho mil de ellas y ellos salieron a marchar por sus vidas y sus trabajos este martes por las calles de Oaxaca.

A la férrea oposición a la universalización del sector salud en todo el país gracias a las reformas estructurales del gobierno federal, que hoy se tradujo en marchas y paros en todo el país, se sumó en Oaxaca los hechos acontecidos el pasado domingo negro, del que hasta ahora se reportan nueve personas muertas (algunas versiones periodísticas que ya hablan hasta de once) gracias a unas balas que el gobierno continúa oficialmente negando que hayan salido de las armas de policías federales a su servicio.

Con gritos de apoyo al magisterio oaxaqueño, del cual se reportó que asistieron a la marcha un pequeño contingente de la región de la Cañada, la marcha se desarrolló entre batas blancas, suéteres verdes y azules, y camisas de prepas y bachilleratos.

Con consignas que iban por un no a la privatización de los servicios de salud en el país, por una salida inmediata a las fuerzas armadas policiacas de Oaxaca, por un no más muertos, no más sangre, por un rechazo al gobierno de Enrique Peña Nieto y hasta gritos de “¡ratero!” al actual gobernador.

Seguidos por una destitución de su titular German Tenorio Vasconcelos, inhabilitado meses después del servicio público por señalamientos de corrupción.

“A ver que vayan a buscar a Tenorio a su casa, si se van unos cien, fácil lo sacan de ahí”, le comentaba a la señora de las garnachas que tiene su puerto, casi a la mitad del parque del Llano, un mujer vestida de pantalón y chamarra de mezclilla.

Segundos después  esa misma mujer observaba la marcha que tardo más de media hora de terminar de pasar completa por lo ancho del frente del parque. Recapitulando su comentario, la mujer reflexionó.

“Bueno, después de lo que pasó el domingo con los maestros, se entiende que no vayan”.

La marcha se desarrolló sin contratiempos hasta su destino final en el plantón magisterial en zócalo de Oaxaca. Con médicos, enfermeras y doctores adscritos a las diversas secciones sindicales del IMSS, ISSSTE, la Secretaria de Salud de Oaxaca, el Hospital Civil Aurelio Valdivieso (desde hace dos años inmerso en una crisis económica y de recursos bastante critica) el Hospital de la Niñez Oaxaqueña (que estuvo muy cerca el año pasado de cerrar sus puertas por falta de insumos)  y diversos hospitales psiquiátricos.

“Los médicos ya volvimos a salir a las calles” gritaban la gente de bata blanca por los altavoces, al tiempo que se veían rodeados por cartulinas con leyendas de “¡Alto a la represión!” y  “Mas estetoscopios, menos armas”.

En la retaguardia de la marcha venían cientos de chicas y chicos de prepas y bachilleres que clamaban por no vivir ya en un panorama de sangre y nula certeza laboral, con un periódico de circulación nacional lanzando una consulta pública que lleva por única pregunta “¿Está usted de acuerdo en que se haga uso moderado de la fuerza para evitar que los maestros disidentes bloqueen carreteras?”.

Salvo  algunos chavos que enmascarados con sus suéteres parecían tener planes de confrontación que al final no cumplieron, y que fueron dejados fuera del cordón blanco que resguardaba a los manifestantes, el contingente juvenil de la marcha, cuyas edades fluctuaban entre los catorce y los 19 años, fue el más ruidoso del trayecto.

Sus gritos eran de apoyo a la justicia, a la razón, a no vivir en un país cuyo gobierno considera “uso moderado de la fuerza” un saldo de nueve muertos. Gritando  por sus vidas, por sus futuros (hoy atorados en un mar de sangre, corrupción y sinrazón), con frescura, inocencia, conciencia y furia, con un ruido que llegó a ser ensordecedor en sus retumbes.

Con una banda de sones mixtecos que les guardaba la retaguardia, demostrando que aun en el infierno, la vida en Oaxaca puede llegar a ser maravillosa.