Barco para el no naufragio

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Por: Rodrigo Islas Brito

Ron Howard no es un director que generalmente convenza a alguien. Pero en base a estarlo intentando ha terminado por conseguirlo. En el corazón del mar (EUA,2015) su entrega más reciente deja en claro que el alguna vez pelirrojo y pequeña estrella infantil, es hoy un cineasta en plena forma, que le apuesta el esternón a lo que cuenta.

Chris Hemsworth, el ponchado y rubio Thor, demuestra que si sabe actuar en este fabula marítima cuyos primeros cuarenta minutos de su metraje pareciera que ya hemos visto otras ochocientas veces, pero que poco a poco y confiando en una brújula bien escrita y delineada, desemboca en una odisea emocionante, muy disfrutable y poblada de personajes muy machos, pero todavía más falibles en las trampas que el océano les receta cada vez que creen que pueden cagarse en él.

El director de Splash, Cocoon, Marea de Fuego y Apolo 13, toma como punto de partida al legendario y formativo autor de Moby Dick, el estadounidense Herman Melville (Ben Whishaw), quien en la vida real no conoció el éxito y la trascendencia que habría de tener su obra sempiterna sobre la literatura americana y mundial, y lo transforma en una especie de Sherlock Holmes que debe desentrañar los secretos del naufragio de una antigua embarcación que a larga le servirá de inspiración para llegar a su relato sobre Hombre versus Bestia y la inclasificable distancia entre los dos.

Howard asume el tono épico con una sinceridad que lleva a que los personajes no se queden en el cliché de sus modos fálicos de cazadores de ballenas en dos dimensiones, diversificándolos a tal grado que permite que la audiencia pueda conectar con ellos.

Su manejo de secuencias como la confrontación de los marinos con un majestuoso y cicatrizado cachalote poseen un nervio, una certeza y una confianza, muy poco común en el cine americano de hoy en día, donde lo épico es sinónimo de robots con mucha testosterona , o enganches fáciles de música bonita e historias chatas, malas y faciloides, como el que mismo Howard perpetro en 1992 con Un horizonte lejano , protagonizada por la efímera y aún más insufrible pareja conformada entonces por el hoy deschavetado Tom Cruise, y la hoy desfigurada Nicole Kidman.

Por su parte, Hemsworth como el líder del numerito de desastre emocional y marítimo, no desmerece al esfuerzo de Howard, confeccionando su personaje de Owen Chase, marinero que se sabe campesino pero que no le importa, como un hombre que se hunde en sus pretensiones de creer conocerlo todo, pero que tiene la suficiente entereza como para poder salir a flote de eso.

Benjamin Walker, Cillian Murphy y el joven y futuro Hombre Araña, Tom Holland, como el narrador de la cinta, especie de Ishmael de la pasión millennial, completan el fuelle interpretativo de la cinta.

Ron Howard ha hecho hoy una buena mezcolanza marítima, no será Raoul Walsh, ni En el corazón del mar se acerca a algunas de las fabulas náuticas que el legendario cineasta (al que una gaviota terminó por dejarlo tuerto) realizó bajo el protagonismo de Errol Flynn y Gregory Peck, pero por lo menos hoy el padre de Bryce Dallas Howard ha tomado buenas notas y por lo menos en esta historia de ballenas, marinos y naufragios, ha hecho lo que muy pocas veces ha intentado. Trascender el eterno, cascado y consabido cliché.