Sonido, imagen y universo de George Mead Moore

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Por: Rodrigo Islas Brito

George Mead Moore dice que, hay pintores que prefieren seguir un estilo, pero que él más impaciente. E impaciencia es lo que transpira cuando habla de haber llegado a los sesenta años como un hito en su existencia, donde pueden venir veinte años más y hacer más cosas, pero en los que uno nunca sabe.

“Hilo conductor era hacer algo concreto, ¿pero que es concreto en este mundo? Al final todo lo que pinto son solo pretextos para entrar en la plástica”.

El meditabundo neoyorkino se refiere al libro que recoge su pintura, dibujo, grabado y obra grafica realizada de 1982 al 2014.

Hilo conductor es definido por Moore como una “exposición retrospectiva en forma de libro”. Hecho en colaboración con la Galería Manuel García de Arte Contemporáneo y su laboratorio digital dedicado a las fotografías de obras de arte.

Más de trescientas obras del artista fueron fotografiadas, completando el contenido del libro con fotos de obras que perviven en colecciones personales y museísticas tanto en México como en el extranjero.

“Hubo un proceso largo de edición. No quise poner muchos textos. Hay dibujos que son como una mancha y nada mas distingues el ojo. Esto me gusta por la idea de poder hacer una obra en diez segundos”.

“Actualmente estoy en un cuadro en el que ya llevo dos meses. Me gusta la variedad de cosas rápidas y cosas complicadas y más estructuradas”.

El también músico e intérprete de blues comenta sobre su libro que es al final una cadena de imágenes. Con una variedad de series en las que suceden las plantas, los simios , y los huracanes.

“Algo coherente para el lector, en un formato compacto y accesible”

El pintor emigró de Nueva York a los treinta años, viviendo en Italia, Nicaragua, El Salvador, Francia, y por supuesto en Oaxaca, a la que llegó en 1997.

Apunta que su serie sobre los huracanes tiene ver con Oaxaca, pues fue en esta ciudad done empezó a ver al clima como un actor histórico.

“En esta serie uso la técnica de pigmentos que tiene mucho que ver con la luz de Oaxaca, y que también se refleja en la pintura oaxaqueña. Además están los dibujos de plantas que tienen que ver con la biodiversidad del estado”.

Respecto a su serie de monos y gorilas sonrientes, ensoñadores, juguetones, furiosos, distantes y hasta profundamente entristecidos, Moore recuerda que en 2004 salió de Oaxaca y se fue a vivir a España, donde se encontró con El Proyecto Gran Simio, una serie de ensayos donde los simios son vistos como personas.

“En el sentido de que por tener gran parte de nuestro material genético, se les da un tratamiento que no es la tortura ni la experimentación”.

“Quería retratar a estos animales como si fueran seres humanos, utilizando la técnica de los dibujantes que están en los parques y les hacen un dibujo de su rostro a los paseantes que se los piden”.

Moore fue a reservas zoológicas en España donde llegan primates torturados en los circos.

“Conseguí permiso, me acerque a ellos y los dibuje”

¿Pero qué tal se portan los simios como modelos?

“Los gorilas son los más tranquilos, los chimpancés son quietos” , comenta Moore sin aspavientos dejando claro que, un mono está tan consciente de su lugar en el mundo como una persona.

Menciona como influencias para su trabajo a George Serau, pintor postimpresionista del siglo 19, que “hizo dibujo de carboncillo muy bello y pinturas muy estructuradas y analíticas”

Y a Phillip Guston, pintor canadiense con tres épocas en su trabajo. “Donde pinta figurativo, luego abstracto, volviendo al final a un figurativo muy fuerte y personal. Donde le da mucha importancia al rol de su conciencia en su creación”.

George dice que le gusta porque cuando su ego ya no tiene ideas, pues es entonces cuando lo que está debajo sale a la superficie y le da a su obra un verdadero toque muy personal, cuando ya no está él ahí tratando de controlar todo el asunto.

Sobre los Simios y su transfiguración de tipos complejos, Moore observa que el cerebro humano está muy programado en leer la simetría bilateral, “como los dos ojos”.

De su detalle en alguna parte de su obra hacia las texturas, a las que veces pareciera que se les está observando en tercera dimensión, Moore aclara que él se formó como pintor abstracto.

“Cada época tiene sus criterios. En los años veinte, en el siglo pasado, poner un blanco era ya una declaración muy fuerte en el arte”.

Yo manejo lo abstracto como una interacción casi obsesiva e intima con la materia. Incluso como un paisaje.

El pintor se revuelve en su silla y aclara que en su obra “los grados de obsesión son parte de”.

De la música y su faceta de blusero tocador de armónica, Moore recuerda que ha tenido tres proyectos de ensambles de blues en su vida.

Uno en el Salvador cuyo nombre se reserva, otro llamado Mono Cilindrero, que en el 2002 cubrió una serie de conciertos en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), y finalmente Locomotora Jones, agrupación que conformó con los jóvenes miembros del grupo de rock oaxaqueño, Hawaian Surfers .

“Los conocí en el bar Los de Abajo. En cinco segundos supe que quería tocar con ellos. Hay mucha química, tenemos tres años de tocar juntos. No es fácil, en Oaxaca puedes tener tres meses con tres conciertos y luego nada”.

El entrevistado dice que, para él la música es todo lo que la pintura no es. “Es colectiva, está basada en el tiempo, es escultórica. Con la música realizó ciertas pinturas que siempre quise hacer”.

Moore relata que, el blues llegó a su vida por su hermano mayor, quien en la adolescencia compartida escucha mucho soul, del tipo del que hacia su rey y señor, el efímero e inmortal Otis Redding.

“Crecí en Washington, en un barrio con afluencia afroamericana. En la escuela yo era la minoría. Esa cultura para mí es muy cercana, muy inmediata”

Dice que su jazzista favorito es el fallecido pianista Oscar Peterson, e idolatra y ama las voces de Nina Simone y Billie Holliday.

Sobre si traduce el jazz a su pintura, Moore cuenta que escucha blues mientras pinta.

“En algunos casos el contraste entre la repetición, el ritmo y la improvisación aleatoria también se expresa en mis cuadros

“No me gustan tanto las películas de Woody Allen, pero si algo me gusta de su perfil como artista es que todos los lunes toca jazz en un lugar en Nueva York”.

George dice que Oaxaca no será la Gran Manzana, pero que por sí sola “es una comunidad artística es muy especial”.

“Pase unos años en Madrid, España. Oaxaca es pequeña comparada con las grandes urbes, pero tiene mucha profundidad, mucha variedad y la gente se saluda, platica en la calle y va junta a las exposiciones “

“Un amigo guitarrista y jazzista de Nueva me dijo cuando vino que me envidiaba mucho. Porque allá hay una cola de diez mil músicos que están enfrente de ti y ya tienen sus enganches”.

“Y porque acá relativamente es accesible y puedes hacer cosas. No sé cuánto tiempo vaya a durar , pero eso está muy chido”.

Hoy George Mead Moore comenta que se encuentra trabajando en una nueva serie pictórica basado nuevamente en plantas, que presentara en la bodega Quetzalli en marzo de 2016

Además de que Hilo Conductor está a la venta en las librerías La Jícara, Mompracem, Grañen Porrua, y el Instituto de Artes Graficas de Oaxaca (IAGO), además de su página web: georgemeadmoore.com.

“Está bien cocinar, pero también hay que servir el plato”.

Dice el artista. ¿De qué diablos está hablando? , no importa, como él lo mencionara al principio de esta entrevista, “¿qué es concreto en este mundo? “.

Al final todas las palabras de George Mead Moore son solo pretextos para entrar en su atmosférico, meditabundo y rebosante universo. Donde la música es imagen, y la imagen es puro movimiento.

Fotográfia: Alice Christov