Espiando a carcajadas

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A veces hay que reír y reír bien, aunque sea de una desvergonzada sátira de películas de espías llamada Spy (EUA,2015). Vehículo de lucimiento para la muy de moda Melissa McCarthy, quien se encuentra en todo su esplendor repartiendo golpazos y amenazando a rubios malvados que lloran con el sol, con meterles una mano por el trasero, luego otra por el cuello, y desde ahí sacarles el corazón.

El director y guionista Paul Feig logra finalmente hacer con Spy, lo que en The Heath (su anterior colaboración con McCarthy y coprotagonizada por Sandra Bullock) ni siquiera se acercó, una película genuinamente chistosa.

Respetando las convenciones de las películas de espías, el director y la actriz logran burlarse de ellas con la irrupción de un deschavetado Jason Statham, quien parece al principio estar repitiendo su eterno papel de acción de la clase obrera tipo El Transportador, solo para revelarse después como una especie de Johnny Dinamo conoce al Agente 69, aun mas ridículo que una de acción de Capulina.

Todos parecen saber de qué se trata la cosa y logran alcanzar cuotas hilarantes, lo mismo Rose Byrne, como una especie de chica Bond despiadada, imperturbable y muy inepta, con un chongo que se fija con cera, o el galanazo Jude Law con su variación pobrediablesca de un James Bond que pone en peligro la paz mundial por el solo hecho de no atenderse a tiempo un resfriado.

Habrá a quienes el estilo chocarrero de McCarthy no los entusiasme del todo, sin embargo en Spy, la rolliza comediante controla un poco su proclividad a la improvisación más rocambolesca, ciñéndose a un guión y a unas rutinas cómicas que funcionan en su demencia asumida sin culpas.

McCarthy no será Ursula Andress, pero tampoco lo necesita, en esta nueva colaboración, ella y Feig logran una cinta exacta en sus dosis de carcajadas y en sus puntachos desternillantes como las personalidades encubiertas que le asignan a la espía, que va desde una solterona mormona con un look a la Carmelita Salinas, hasta una fanática de los gatos que lleva toda su vida condenada al celibato.

Si de los que se trata es de pasarse un buen rato y de carcajearse de cosas absurdas como el vomitar sobre las entrañas de un muerto, Spy es la opción.