Trampa del alma para transeúntes

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Poesía en la calle aparece en Oaxaca desde hace seis años con dos ediciones al año, el poeta, economista, promotor cultural (y las que se vayan acumulando) Carlos Ramírez Sorroza (con el apoyo logístico de la BS Biblioteca Infantil ) es el motor detrás del este esfuerzo.

“Estamos haciendo el homenaje a la poesía no a los poetas, la idea es que las personas vengan. Queremos romper el estilo de los poetas que nada más se escuchan a si mismos.”

Charlie A. Secas, como lo conocen en los bajos mundos de las redes sociales y la camaradería en general, explica que los libros se colocan en un espacio donde la gente pasa (andador turístico y la plaza de la cruz de piedra en esta edición).

Se incrustan y en el proceso se ofrece la poesía en la calle, insertandola en el transeúnte.

Charlie va y viene a la entrevista, presentando a los espontaneos que han tomado alguno de sus libros y se han colocado al micrófono para hablar de esas cosas que no quieren pero necesitan y vicerversa.

“Es una selección muy arbitraria y subjetiva de mis libros que son los que yo comparto, puede que la gente busque poetas que no encuentra, pero pueden traer sus propios libros o sus propios escritos.”

Haciendo uso desde un celular, un ipad, con el único objetivo de leer y transmitir lo que se esta leyendo, mujeres, hombres y niños de todas la edades van y vienen escudriñando la obra de Efraín Huerta, Alejandra Pizarnik o Cesar Vallejo.

“Jaime Sabines es el hit entre la gente, a mi nunca me gustó pero la gente lo pide mucho.” Comenta A.Secas y habla de que tomando en cuenta el perfil de funcionario priista sempiterno del poeta y su inagotable popularidad se puede llegar a comprender mucho de las transfiguraciones del propio país.

Regresando a su trampa literaria y del alma para transeúntes, Charlie confiesa que la idea es que estos, a la mañana siguiente, como guardan su dinero en la cartera, o los condones en su billetera, preparen y guarden versos para su caminar.

Un tipo de ojo verde y barba de funcionario esta sentado sobre uno de los escalones de la plaza en tanto una amiga lo convida a que pase a decir algunos poemas. El hombre se asume con pánico escenico y se resiste.

Cinco minutos después ha tomado el microfono, una antologia de Efraín Huerta y se ha puesto a declamar palabras que hablan sobre luces, sombras y estados tenues. Sobre juventudes perdidas y encontradas por simples actos de aparición.

“La gente que viene no son consumidores culturales habituales, son gente no van a las presentaciones de libro o que les es ajeno toda esta situación. Pero que disfrutan de este momento en donde ellos mismos son protagonistas.”

Se le pregunta a Charlie en que ayuda la poesía a las personas. “En nada”, contesta el poeta con ojos de que quiere empezar a repartir sapes ante tanta pregunta inspiradora.

Pero lo que se ve en estos caminantes que se han detenido para decir poemas , para escucharlos, para envolverse en ellos, y después seguir su camino hacia una realidad rara vez inspiradora, hacen pensar otra cosa.