La nostalgia según Adriana Paz. Parte 2

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Cheba y Miranda pueden tener el mismo rostro, pero no la misma actitud. Aunque las dos atraviesan por la tristeza: la de Miranda es la nostalgia del querer amar y ser amada, con la posibilidad (hasta cierto punto) de decidir a quién y en dónde, mientras Cheba atraviesa por el dolor del abandono.,de su esposo,de su bebé, de su familia. Atrapada en condiciones muy precarias, es madre. Cuestión que ya de entrada la condiciona.

Ambas son interpretadas por Adriana Paz, actriz que empieza a revelarse como unas de las presencias mas sugestivas del actual cine mexicano y que en la segunda parte de una entrevista realizada, via internet, define a Cheba “como una mujer con necesidades físicas y emocionales que solo puede saciar a escondidas”.

Cheba es la protagonista de La Tirisia (México, 2014), la más reciente cinta del cineasta oriundo de Huajuapan, Jorge Pérez Solano, que relata la historia de personajes atrapados en una Mixteca oaxaqueña en donde el incesto es un acto que se transmite y se esconde a partes iguales. Un lugar en el que las minas de sal fungen como perfecta analogía del infierno blanco que lo envuelve todo.

“Cheba no puede moverse, así lo aprendió, las herramientas con las que cuenta para afrontar la vida son escasas, sus actos la condenan a una tristeza profunda y eterna”.

Considera Adriana sobre su tirisica creación, al mismo tiempo que reflexiona sobre otra nostalgia., la de Miranda, el personaje protagonista de Las Horas Muertas (México, 2013), la segunda película de Aarón Fernández Lesur, que relata la historia de un chico taciturno (Kristyan Ferrer) quien se hace cargo de la administración de un motel a la orilla de una playa, solo para encontrarse enamorado de una mujer madura que vende condominios, y cuyo cuerpo triste y desnudo se torna blanco de luces mortecinas.

“La nostalgia de Miranda tiene redención en Cheba, solo hay un dolor profundo que no la dejará vivir. Una tiene libertad y ligereza., la otra no. Sus padeceres son muy distintos”.

Paz define a Miranda como una mujer que añora lo que no tiene., una pareja. Que prefiere la parte linda del enamoramiento., sin peleas ni ataduras. Alguien a quien la soledad no la supera lo suficiente como para detenerla.

“Es una mujer alegre, que disfruta su libertad y su sexualidad, que llora cuando tiene que hacerlo, pero se limpia las lágrimas y puede seguir sonriendo”.

Califica su trabajo con Fernández y Ferrer como muy relajado. Cuenta que se hicieron un par de lecturas del guion con todo el casting en Veracruz, unos días antes de comenzar un rodaje en el que no hubo ensayos.

“Creo que Kris y yo entendimos bien lo que Aarón quería, nos entendimos para trabajar, así que no hubo ninguna dificultad. Ya en el set, Aarón nos hacía observaciones para llevar las escenas a dónde él las imaginaba”.

Sobre la experiencia de darle vida a Cheba y a La Tirisia, Paz asegura que lo primero que para interpretarla fue dejar de pensar en que es lo que ella haría de estar en su situación. Sin prejuzgar a alguien que creció sin mayores aspiraciones que casarse un día y tener hijos.

“Jorge quería que todo fuera verosímil, me pidió que dejara de depilarme las cejas, de pintarme el cabello, hasta de ponerme crema. No quería que se viera a las atrices haciéndole de mujeres de pueblo, quería ver a las mujeres de pueblo”.

“Me pidió bajar 5 kilos y encontrar el caminado de una mujer con tres embarazos. Yo entonces no había sido madre”.

Paz considera que Cheba es el personaje que, en cuanto a construcción mas trabajo le ha significado. “Fue un trabajo muy sabroso y enriquecedor, cuando llegué al set tenía tantos elementos y tanta confianza que Jorge nada más se sentó a dirigir la orquesta con los instrumentos que había afinado. Es uno de los rodajes que atesoro con más cariño y que me ayudó a madurar como actriz. Jorge es un gran guionista y director”.

Adriana recuerda también el día en el que conoció a Juliette Binoche en el último festival de cine de Morelia., una de las actrices que más la inspiraron para dedicarse a lo que se dedica.

“Quedé fascinada por su belleza y humanidad, su sencillez, sabiduría y esa magia que despedía a cada gesto. Es una actriz congruente en su quehacer y su vida. Me dejó con unas ganas terribles de ver todas sus películas”.

Sobre su experiencia en las tablas, Adriana recuerda Zoot Suit, la oda al pachuco time, original de Luis Valdez que tuvo la oportunidad de representar en sus tiempos universitarios y con la cual cuenta que bailó como loca.

“Nos presentábamos en el teatro de las Vizcaínas, y para llevar público salíamos al Eje Central ya en personaje, con unos trajes super coloridos y la pestaña postiza, bailabamos alguna rolita, o íbamos a la Ciudadela o al salón los Ángeles a bailar danzón, para acercar a la gente al montaje y que les dieran ganas de ir”.

“Mucha gente ni siquiera sabe que mi formación es teatral. Extraño muchísimo la adrenalina y el placer del escenario, sobre todo cuando voy a ver alguna obra que me gusta. Me conmueve y me recuerda el placer de estar ahí arriba. Un día volveré”.

Afirma Paz y no se puede dejar de pensar que algún empresario teatral avispado debería de tomar nota de ello.

Mientras tanto la actriz viene saliendo de DIOS INC, miniserie de HBO Latinoamérica e ÍTACA films, que se estrena a finales de año, y de Hilda, opera prima de Andrés Clariond, donde Paz interpreta a una mujer que entra a trabajar de niñera del nieto de una mujer aristócrata que en su intento de asimilación de clases se termina volviendo loca (Veronica Langer).

Adriana va por más, y tal como su actriz de cabecera apellidada Binoche comentara un día, “Las películas son puertas abiertas y en cada puerta se cambia el carácter y la vida”.

Vienen muchas puertas y mucha vida para Adriana Paz.