Sufriendo con Natalia Lafourcade

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“¿Para qué sufrir si no hace falta?”. Fueron los primeros coros que empezaron a escucharse en lo alto y en el fondo del teatro Macedonio Alcalá el pasado sábado. Era Natalia Lafourcade en su segundo concierto en Oaxaca y su público la aclamaba con gritos y aplausos que más tarde crecieron en gritos de te amo.

Ataviada con una blusa típica istmeña que según palabras de una fan la hacía verse “como una viejita”, Natalia presentó su disco Hasta la raíz, dentro de una gira por los teatros históricos de México y del cual Oaxaca fue su penúltima parada.

Con juegos de luces calmas y suaves, la intérprete y compositora  se acompañó en la percusión y trompeta por Alfredo Pino, en la batería y el ritmo por Uriel Herrera, en los teclados y el piano por Carlos Benavides, en el bajo y los coros por Plum, y en la dirección musical, guitarra y coros por Gustavo Guerrero.

La calidad musical del concierto fue de alta calidad que Lafourcade acostumbra, con canciones que hablaron de amor, de desamor, de tirar lo que ya está caído y un día se construyó, de destellos de luces para poder volver, de ocultarse en las montañas en campos de pura caña para dejarse venir después.  

“Hay que darnos cuenta de la importancia de estar bien agarrados a la vida y no perdernos entre la espuma”.

Comentó Natalia antes de interpretar con portentosa voz, Palomas Blancas, esas que ella no quiere se vayan pero que vuelen sobre un suelo que aunque tiemble, se sostenga. Dentro de una tierra a la que hay que siempre hay que exigirle un abrazo.

“Que nunca se acabe nada de lo nuestro” cantaba la interprete, siendo coreada por un público femenino en su gran mayoría, que al gritarle un te amo a la cantante, recibió por respuesta un “yo también”.

Lafourcade habló que siempre quiso cantar en el Teatro Macedonio Alcalá, que estuvo  en  su mente desde el día en el que tuvo la oportunidad de ensayar en el recinto para un evento relacionado con la Guelaguetza.

Tal vez no se enteró que el Sindicato de Músicos (adscritos a la CTM) también soñaba con esa fecha, tanto así que unos días antes del concierto se apersonaron en el teatro para pedir 25 mil pesos por impuesto por no integrar músicos oaxaqueños en sus filas.

Amenazando con cerrar los dos conciertos en caso de no cubrirse sus demandas, cuestión que al final, al parecer, se arregló de alguna u otra manera.

Llegaron más canciones de Natalia, y su público estuvo listo, como cuando cantó Ella es bonita y decenas de chicas se aprestaron a grabar por completo la interpretación, probablemente para el recuerdo de ellas y de sus amigas.

O como cuando interpretó su ya clásica e iniciática En el 2000, con el estilo de una crooner de los años cuarenta, pues la cantante es dura de aguantar cuando se entrega a su faceta estilo Luis Miguel y sus boleros, con cosas como María Bonita, Piel canela y Aventurera, aunque su audiencia llena de fans sólo le pedía más.

Un episodio a recordar fue el momento en que usando silabas, vocales y una variedad de guturales  sonidos, Lafourcade transformó al teatro lleno del Alcalá en un coro humano de sorprende precisión.

Algo arrítmica en su movimiento de hombros, la cantante pauso perfectamente a una audiencia dispuesta a hacer cualquier cosa que su estrella le pidiera.

“Creo mucho en la energía” le compartió la artista a un respetable que definitivamente no tenía ningún argumento para rebatirla.

Al grito de mas y otra, la originaria de Coatepec, Veracruz, de padres chilenos y con 31 años cumplidos, interpretó Derecho de Nacimiento, la canción con temática social que sacó raíz del movimiento 132, la cual habla de crear cantos para poder existir y mover la tierra para sobrevivir.

“Yo no nací sin causa, yo no nací sin fe”.

Y después de escuchar a Natalia Lafourcade cantando y escuchando como si cantara, no se puede más que estar de acuerdo.

“Esta canción la hice con lo que mis seguidores me compartieron en mis redes sociales, les pregunté qué pensaban ( en el 2012) sobre este país, y todo esto fue lo que respondieron. Puedo decir que Derecho de nacimiento es una canción que no pertenece a todos”.

Dijo la interprete sobre una canción que habla sobre el corazón que pega fuerte y que nos lleva a  gritarles a los que nos mienten, a  perseguir como sea nuestra propia felicidad.

Ojalá hubiera más de esta Natalia que grita las cosas y las incrusta, y mucho menos de la bolerista  tipo Toña La Negra que idolatra a Agustín Lara, y un día acabará haciéndose llamar Naty Naty, Ojalá.

Por lo pronto, su canción mas rockerona, Ser Humano, nunca apareció. En su concierto de clausura en Oaxaca, Natalia Lafourcade se la pasó embebida en la borrascosa elegancia.

Foto: Alejandra Escalera