Cultura vs. violencia

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Para Juan Villoro por su muy merecido premio.

No hay nada más opuesto a la cultura que la violencia. En un país donde no dejamos de escuchar, de hablar y de ver noticias relacionadas con la violencia, la cultura en todas sus manifestaciones es un remanso, más aún, una necesidad vital. ¿Cómo es posible que un país como México, con tal diversidad cultural, padezca tanta violencia en todos los estratos sociales, a todas horas, todos los días, todos los meses y todos los años? Cuando por las noches vemos las noticias en la tele, nada más se habla de actos de violencia sucedidos en el día y muy poco se aborda el tema de la cultura. Eso es lo que vende, lo malo es que ya nos acostumbramos: escenas de violencia, seguidas de muchísima publicidad de comida chatarra, que por cierto también es violencia alimentaria. “Cuando oigo la palabra cultura saco mi pistola”, solía decir cualquiera de los nazis violentos, como Goebbels, Goering o Hanns. Frase atribuible también al español Millán-Astray, un brutal franquista miembro de la Legión Española. “¿Neta? A mí la cultura me da ‘hueva'”, afirman algunos jóvenes. Otros, no se atreven a decirlo pero lo piensan, y otros, simplemente no saben ni siquiera lo que es.

¿Qué queremos decir cuando nos referimos a una persona como muy culta? No necesariamente es aquella que pueda recitar partes de la Divina Comedia de memoria; o que identifique las obras pictóricas de los impresionistas, o bien que sepa los nombres de las óperas de Puccini. La cultura abarca más que nombres, fechas y datos aislados. La cultura no es únicamente un conjunto de manifestaciones artísticas, también es la ciencia, el saber convivir con los demás, es el respeto a la naturaleza y a otros seres distintos a nosotros. Existen muchos tipos de violencia: la que ejercen los cárteles contra los civiles, los feminicidios, la violencia intrafamiliar, contra el medio ambiente y a la que nos enfrentamos todos los días, por ejemplo, el absurdo caso del dueño de un establecimiento que blandió un cuchillo cebollero contra la garganta de un representante del Invea. Esta es la violencia más burda y más contraria a la cultura.

Por todo lo anterior y por mucho más, demos la bienvenida a la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible, la cual se inauguró ayer en México con la presencia de 117 ministros de 161 países del mundo y 1,500 participantes. Tal vez la mejor definición de lo que abarca la cultura es lo que expresaron en nuestro periódico José Luis Martínez y Zoila Sánchez Espinosa: “En Mondiacult 1982 se definió a la cultura como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social. Ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.

En esta ocasión, la directora general de la UNESCO, Audrey Azoulay, destacó como un “primer gran asunto” el tráfico ilícito de bienes culturales y su restitución, problemática que ha colocado Alejandra Frausto, presidenta de la Conferencia, como demanda principal de la Secretaría de Cultura. Como buena guerrera, uno de sus objetivos, que se ha convertido en una verdadera obsesión, es el retorno y restitución de nuestro patrimonio expoliado. Para ello, México hará “una revisión de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos”. Otra de sus metas para la Agenda 2030 es que se incluya la cultura en la Cumbre del Futuro de las Naciones Unidas prevista para 2024 y que se estudie la posibilidad de que cada cuatro años, a partir del 2025, se celebre un Foro mundial sobre las políticas culturales (Reforma).

En estos momentos en que nuestro país se encuentra sumido en tanta violencia, qué importante resulta este encuentro entre 161 países, muchos de los cuales padecen este mismo flagelo, pero sin la enorme oferta cultural y turística que tiene nuestro país. Seguramente Mondiacult 2022 será todo un éxito y un parteaguas para “los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”.