Empuja EU a México a ser “un país-jaula”, advierte Oscar Camps

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La Jornada

Ciudad de México. Al éxodo centroamericano que cruza México para intentar llegar a Estados Unidos le cierra la puerta Donald Trump, el presidente de Estados Unidos. A los flujos de refugiados y migrantes que se mueven incontenibles desde África y Medio Oriente hacia la rica Europa se le interpone la política migratoria de la Unión Europea, un muro de normas y reglas no menos drástico, racista e inhumano que el que se dicta desde la Casa Blanca.

Esta política migratoria europea, que criminaliza a quienes salvan vidas en alta mar, ha atado de manos durante largos periodos al equipo de trabajo del catalán Oscar Camps, rescatista y creador de la organización Proactiva Open Arms, que realiza operaciones de salvamento en el Mediterráneo Central desde 2015. Mientras tanto, en esa zona marítima naufragan y mueren cuatro personas al día, según un cálculo conservador del Alto Comisionado para los Refugiados, de la Organización de las Naciones Unidas (Acnur).

Camps diagnostica, desde su experiencia como observador de lo que sucede hoy en los centros de recepción (realmente son campos de concentración) de Turquía, Libia y Marruecos, que son las naciones con convenios de tercer país seguro para Europa: Pronto México también será un país-jaula.

Con su remolcador de altura Open Arms y otras embarcaciones más pequeñas, los rescatistas liderados por Camps recogieron al punto del naufragio a cerca de 60 mil personas entre 2015 y 2018. Desde enero de este año el gobierno español niega los permisos para que su barco reanude sus labores en la ruta marítima que se ha convertido en un gran cementerio de migrantes y refugiados. Y mientras su barco salvavidas permanece anclado, las barcazas inflables, las lanchas y balsas que intentan llegar a Grecia o Malta desde las costas libias siguen zozobrando.

El año pasado, Oscar Camps recibió una docena de premios en reconocimiento a su trabajo humanitario, incluido el Europeo del Año y la Cruz de San Jordi, de la Generalitat catalana. Hoy es perseguido, como todos los activistas del Mediterráneo. Nos prohíben ir a las zonas de riesgo y salvar vidas, ¡qué absurdo!, se sulfura este hombre curtido por el sol y las muchas tragedias que ha visto, que habla a mil por hora y no se resigna a abandonar a los náufragos a su suerte.

Camps acusa: “Los que salvamos vidas somos incómodos para la Unión Europea y criminalizados. Somos un pequeño grupo de freakis (raros), con pequeños barcos y muchas ganas de responder a una emergencia. Y hemos podido rescatar a 60 mil personas. ¿Qué hubieran podido hacer 28 gobiernos si se lo hubieran propuesto?”

Nadie ve, nadie escucha

Fue una fotografía de 2015 la que disparó la acción de grupos humanitarios y rescatistas hacia el mar Egeo: la imagen del pequeño sirio, Aylan, ahogado frente a la costa de Turquía. El éxodo de Siria había alcanzado su pico más alto y decenas de miles se lanzaban al mar tratando de alcanzar Europa a través de Grecia. Miles, como Aylan, perecieron.