La luz en esta caja obscura la da nuestras propias elecciones: Uriel López Salazar

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Rodrigo Islas Brito/RIOaxaca.

Oaxaca de Juárez. “¿Qué hay de luz en esta caja obscura? Como periodista esa pregunta me la he hecho casi todos los días. En este trabajo acabas siendo como una especie de psicólogo social que recibe todas las denuncias, todas las quejas, mucho más que un gobierno”.

Uriel López Salazar, periodista y realizador visual, premio nacional de periodismo en el 2013, comenta sobre si en sus seis años de labor reporteril ha notado que en Oaxaca, que en México, negro es el principio y negro es el final.

“Pero cuando pienso en esas cosas mejor hago porque me vengan a la mente historias como las del maestro Sergio Zúñiga, entrenador de los niños triquis. El claro ejemplo de que en la pobreza, donde ni siquiera hay dinero para balones, también hay niños campeones”.

“O Faustino Díaz, el mejor trombonista del mundo, o la cocinera Abigail Mendoza reconocida a nivel mundial”.

“Personajes que sin temor decidieron apostarle a su actividad y desde ahí están moviendo una esperanza, una luz, que nos dice, ¿saben qué? si se puede. Oaxaca es bloqueo, es lucha, pero también tenemos el talento para explorar otros caminos”.

Reciente ganador del concurso nacional de realización audiovisual Democracia en corto 2016, organizado por el Instituto Nacional Electoral, Uriel explica que el tema de este certamen era la democracia, la participación ciudadana y el generar confianza en el INE

“Me pregunté ¿qué puedo decir sobre eso en un país donde el abstencionismo es el que siempre se lleva las elecciones? Después de darle vueltas a la cabeza y ver los premios, me anime a escribir algo”.

El corto ganador de Uriel se llama Decisiones en movimiento, dice que interpretó la democracia como la libertad que todos tenemos de elegir cosas tan sencillas como que ropa nos vamos a poner, que vamos a comer, que libro vamos a leer o que vamos a hacer con nuestros tiempo libre.

“Esas cosas tan sencillas quise proyectarlas a nivel global. Tratar de imponer el tema de la participación ciudadana hubiera sido como el irle a tocar la puerta a las personas y decirles que vienes hablarles de la palabra del señor, así que decidí omitir la palabra democracia y hablar de la trascendencia de nuestras propias elecciones”.

“La democracia en este país vive un eterno desencanto de la gente, una apatía y desconfianza sobre todas las cosas. La gente no cree que puede elegir lo que va a suceder en su pueblo, en su estado, en su país”.

“Piensan que si ganan los mismos de siempre las cosas van a ser mejores porque ya están acostumbrados, además a las instituciones ese discurso de confía en mi de cada tres o seis años ya no funciona”.

“A todo esto hay que sumarle que hoy los jóvenes son rebeldía, movimientos, lucha, razones por las que al final nada embona cuando hablamos de democracia mexicana”

Salazar considera que los mexicanos , los oaxaqueños, no nos creemos que podemos tomar el rumbo de nuestras vidas o de nuestro país , y nos vamos por la vida dejando que gobierne el más carismático, el más guapo, el que baila mejor o el que tiene la novia más hermosa.

Como ejemplo de que la cosa se mueve aunque sea por el hartazgo, el entrevistado recuerda que el mencionado premio que ganó hace tres años fue por el reportaje Oaxacalifornia, los campos de San Quintín, donde los migrantes y jornaleros oaxaqueños que entrevistó unos años después se terminarían levantando contra la opresión y explotación de sus patrones.

Dice que Chilapa de Díaz, un pueblo de la Mixteca, el lugar donde nació y vivió sus primeros años tiene mucho que ver con la forma como entiende el periodismo

“Soy de una familia de indígenas, mis abuelos, mis papas. La formación que ellos me dieron, sin lujos, entendiendo el valor de las cosas, del simple hecho de comer, me ayudó a valorar los momentos, el cómo relacionarme con la gente”

“Cuando voy a las comunidades veo a los niños, a las personas y es como si estuviera viendo a mis sobrinos, a mis primos, a mis abuelos”.

Uriel opina que “Oaxaca es muy raro”. “Lo ves en el trabajo, no hay más allá. Dices voy a terminar mi carrera y sabes que no hay muchos lugares a donde ir”.

“Se vive del turismo, de los elogios del extranjero, pero Oaxaca está en un olvido eterno. Quien no conoce este lugar no puede entender sus complejidades, esa psicología del oaxaqueño, apático, grillero, que no te deja continuar aunque haya estado metido toda su vida en una casa por donde nunca pasó Dios”.

De su cobertura del 19 de junio en Hacienda Blanca para el diario Noticias, con enfrentamientos de fuerzas policiacas contra pobladores, donde se registró uno de los ocho muertos de aquel domingo negro que había comenzado horas antes en el bloqueo carretero de Nochixtlán, opina que no ganó nadie, que al final perdimos todos.

“Ni los maestros, ni los pobladores, ni los luchadores sociales, ni la policía y muchos menos los muertos ganaron ese día. No hubo victoria alguna”.

“Ese día los oaxaqueños experimentamos ese sentimiento de decir, estamos locos, perdidos en no sé qué. Repitiendo otra vez el mismo error, no entendimos la lección del 2006, estamos en lo mismo, con otros rostros en el poder y otras caras representándonos y que al final a quien sabe a qué arreglos lleguen”.

El reportero asegura sentir un gran respeto para el gremio periodístico oaxaqueño, reporteros, fotógrafos. Uriel resume que son gente que hace su trabajo por “mucho amor al arte con un ingreso que al final no remunera nada”.

“Son gente muy aguerrida, sufrimos infinidad de agresiones por infinidad de gente y organizaciones. También hay partes obscuras, como cierta gente que se hacen pasar por reporteros, o infiltrados de todos los lados y de todos los sabores”.

Uriel ríe mientras viene del nosotros al yo y viceversa, dice que los reporteros y periodistas oaxaqueños viven en una resistencia tanto económica (con malos salarios) como de condiciones de seguridad para llevar a cabo el trabajo (con amenazas por todos los frentes posibles en los que si no escribes o dices lo que cada uno de ellos quiere escuchar, te tachan de vendido).

¿Porque sigues reporteando entonces? Se le pregunta, a lo que Salazar responde sin dudarlo.

“Por necio, me gusta el ir por historias que se pierden en la memoria de la gente, por casos en los que por ser pobre, vivir en una comunidad y no hablar español la gente es discriminada y la hacen a un lado”.

“Uno se la vive en este trabajo con la esperanza de que suceda algo, de que lo que estas reportando realmente cuente. Aunque al final Oaxaca también es migración y tarde que temprano todos pensamos en irnos y buscar algo mejor”.

Del caso de un reportero veterano con problemas de alcoholismo que murió recientemente, del que Uriel expresó en red social que nunca hubo alguien que realmente le echara una mano, el entrevistado recuerda que siempre lo buscaba para pedirle dinero prestado.

“No soy una persona que reaccione de inmediato a ese tipo de cosas, de alguien que se está borrando lento. Es triste que colegas terminen así, como alguien que pasó en algún momento y del que al final nadie fue a su funeral”.

“Pero cada quien se va forjando lo que quiere, lo que elige y el cómo quiere ser recordado. Yo quiero hacer mis proyectos, hacer video la cosa es hacer lo que quieres y hacerlo bien, ya después la historia te juzgara”.

Uriel López Salazar concluye la entrevista con una frase que resuena a filosofía de vida. “Al final, no hay nada como morir en el intento”.