Las redes sociales son la indignación de los frustrados: Fernando Lobo

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Por Rodrigo Islas Brito

“Las redes sociales canalizan la indignación a un punto de evitar cierta frustración. Donde el pequeño burgués observa masacres y una actitud cómplice del Estado y del periodismo hegemónico, y se indigna y pone un comentario o un me gusta, y eso se convierte entonces en una participación. Para mí eso tiene un nombre y se llama Terapia contra la frustración. Es una indignación chatarra”.

Con Fernando Lobo ya ni siquiera queda el alivio o coartada de preguntarle qué es lo que quiso decir. Sus palabras son claras y certeras como navajas, inundando las entrañas de modernos y cibernéticos conceptos de ayuda como Change.Org, a la que escritor y ensayista define como una “locura”.

“Deposite aquí su indignación, su causa y junte firmas, es decir, te invitan a que mediaticemos todas las causas del mundo. Y lo peor es que la gente lo hace, gente que antes tenía una voluntad de salir a la calle, ahora aprieta un botón y ya tiene su indignación manifiesta. Este es seguramente el fenómeno menos democratizador que nos puede haber pasado”.

Lobo no está de acuerdo en mirar a las redes sociales como panacea de una sociedad más politizada, y explica el porqué:

“Mucha gente está sorprendida por la capacidad conspiratoria y de odio de las redes sociales. Eso ya estaba, eso que en el siglo 19 se mencionaba en los cafés, que se movía igual: el rumor”.

“Las redes sociales y paginas como You Tube no están mejorando la calidad de los contenidos, sigue existiendo como en la televisión una gran masa de contenidos chatarra y dos o tres cosas rescatables”.

“Un infomercial sobre un horno que al final se lava solo y lo puedes ver a las tres de la mañana es la sublimación de la televisión y se está viendo lo mismo en las redes sociales. No tiene caso buscar ahí contenidos inteligentes”.

Para el autor de Latinas candentes 6 y el ensayo Sentido común, simulación y paranoia, no existe un efecto democratizador de las redes sociales, porque afirmar tal cosa es como si dijéramos que la invención del megáfono a principios del siglo veinte, democratizó las movilizaciones sociales.

“El empoderamiento de la gente no depende de tecnologías, sobre todo si la gente tiene chatarra en sus cabezas. No está en el abaratamiento de las cosas el camino hacia la democratización de nada”.

Aunque no lo parezca esta entrevista es para que Lobo hable sobre su nuevo libro, Frikis, su primera novela no corta en la que rebasa las 130 páginas.

“Es sobre la televisión, el modo en el cómo las sociedades contemporáneas se representan a partir de las pantallas, como sus relaciones sociales y económicas se filtran a través de ellas”.

El entrevistado habla de que hoy nos estamos reproduciéndonos en un mundo virtual y reproducido, y aclara que eso no lo dijo él, sino el filósofo alemán Walter Benjamin.

“Quien hablaba de como podíamos reproducir una obra de arte cuantas veces quisiéramos en forma de mercancía”.

El escritor también cita como influencias para Frikis a otros teóricos marxistas (cuyos nombres el reportero no alcanzara nunca a dilucidar) que hablaban de como las sociedades contemporáneas se presentaban como una acumulación de espectáculos, como representaciones perfectas de las sociedades capitalistas.

La trama de Frikis va sobre una actriz, Tania Monroy, símbolo sexual televisivo que pasa de los cincuenta años y pierde la nariz en su tercera cirugía estética consecutiva. Provocando así una serie de conflictos de intereses y financieros de gran calado en una gran cadena televisiva con intereses transnacionales.

“El otro personaje principal es el director de una revista de chismes y espectáculos, quería que ese fuera el eje, el chisme, el morbo. Conectarlo todo con autores clásicos como Balzac, con su prosa extraordinaria, extrayendo de las vidas privadas las partes más impúdicas e infamantes”.

Al final, Lobo afirma que para esta nueva novela se fue sumiendo en la vulgaridad. “Termine coleccionando TVyNovelas y TV Notas. Los lectores tendrán que agradecerme la cantidad de basura que pasó por mi cerebro durante estos dos años”.

Apunta que este tipo de revistas tienen un aparato legal para pelear contra demandas por difamación, pues es más importante para ellas eso, que la información en si.

“Las grandes cadenas televisoras están dejando de ser el modo predominante del espectáculo. Con las redes sociales y las series por internet, el mundo está cambiando”.

Dice Lobo al tiempo en que reconoce para mal a Televisa como la gran autora de la cultura mexicana.

Habla de Telemanía, la televisora de su novela poseedora de un ochenta por ciento del mercado. Anota que podría ser cualquiera. “Adapto mis ficciones al esquema de realidad en el que vivo, no al revés”.

Sobre la posibilidad de que exista un México sin Televisa, la fuerza mediatizadora de sus últimos cincuenta años de vida pública, Lobo responde recordando que punto de arranque para Frikis vino en la campaña a la presidencia de Enrique Peña Nieto.

“Observe como la campaña estaba funcionando en los notichismes de Televisa, ahí es donde realmente comienza la campaña presidencial del actual presidente de la Republica”.

“Televisa brincó entonces a controlar la política, aunque desde la misma transición democrática del país las televisoras se convirtieron en las organizaciones que parten el pastel de los procesos electorales y por lo tanto de los procesos políticos”.

“Si no sales al aire no existes, los políticos reaccionaron subordinándose al oligopolio con tal de aparecer más en televisión. Se terminó esa alianza que al principio fue de subordinación de Televisa hacia el gobierno, cuando el Tigre Azcárraga se declaró un soldado del presidente”.

“Hoy se ha invertido, los locutores de noticiarios regañan a los funcionarios cuando no hacen lo que ellos quieren, con una agenda ideológica muy transparente”.

Respecto a la pregunta que inicio toda esta reflexión, Lobo apunta a que “en un mundo sin Televisa la basura se trasladaría a otro lado”.

“La basura y los intereses políticos no se desintegran, se transforman, se desplazan. Los grandes consorcios mediáticos seguirán teniendo el control de la política”.

“El presidente de una televisora y el presidente de una minera tienen una gran parentesco ideológico, y miran a la clase política como sus achichincles”.

Televisa hoy está en números rojos, en una crisis financiera y de voluntades que no calculó. Lobo responde a esto calificando al gigante como “un monstruo que se concentra en un mismo polo, en sus sets”.

“Donde todo es aparatosamente caro, no vieron venir las tecnologías, y sobre todo como ha venido cambiando el mismo público. La gran crisis de televisa está en su telenovelas y sus series cómicas que nunca mejoraron su calidad, que siempre menospreciaron a su público”.

“El Tigre trataba al público como idiota y lo declaraba sin pelos en la lengua, y tratar a la gente como idiota es un acto idiota, tarde que temprano terminas perdiendo. Aun con el aparato constitucional y gubernamental de un país entero a tu servicio”.

Lobo observa que el oligopolio no vio venir ni a Netflix, ni a cualquiera de las nuevas propuestas, simplemente porque no podía.

“Lo que le pasa a los grandes oligopolios es que son incapaces de innovar. Están tan convencidos de sus fórmulas de mercado que lo que ellos llaman nichos se terminan por volver abismos”.

“Televisa no tiene por qué desaparecer, un monstruo de ese tamaño puede adaptarse a lo que sea, aunque tenga que perder el treinta por ciento de su bolsillo. Aunque hoy su poder evidentemente se está mermando después de haber llegado a un punto máximo en el que tuvo el control de la vida política del país”.

“Lo que va a desaparecer es esta relación que tenemos con el televisor como el principal contacto que tenemos con los medios masivos. Está la accesibilidad de jalar televisión a tu computadora”.

El escritor medio sonríe y recuerda como el apagón analógico agarró desprevenido a la mitad de su pueblo.

“La mitad de Tlacochahuaya hoy no está viendo televisión. Existe ya una gran carrera armamentista de antenas largas. La mitad de mi pueblo, que no pudieron comprar su pantalla plana están sin tele y han descubierto que no se van a morir de eso”.

Fernando Lobo habla entonces del libro que está escribiendo sobre la Oaxaca que vivió e investigo del 2006 y aclara que por principio de cuentas a él, “el futurismo no me va mucho, pero puedo observar ciertas tendencias”.

Aunque en la segunda parte de esta entrevista, donde hablara de lo que Oaxaca aprendió en el 2006, observara que hoy el futuro resuena a una especie de neomedievo.