15 estados de la República Mexicana ya fueron visitados por un pontífice

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Por Excelsior

Casi la mitad del territorio mexicano, 15 estados en total, ha recibido una visita papal, pues tanto Juan Pablo II, entre 1979 y 2002, como Benedicto XVI, en 2012, viajaron a diversas regiones del país donde se congregaron millones de fieles católicos, a quienes ofrecieron un mensaje de esperanza.

En su próxima visita a México, el papa Francisco visitará sólo un estado que no ha recibido a un Pontífice. Se trata de Michoacán, pues tanto la Ciudad de México, Estado de México, Chiapas y Chihuahua recibieron a Juan Pablo II en alguno de sus cinco viajes a territorio mexicano.

Ciudad de México

La primera urbe de México visitada por un Papa fue el Distrito Federal, en enero de 1979. Durante su estancia en la capital del país, Juan Pablo II acudió, entre otros sitios, a la Catedral Metropolitana y a la Basílica de Guadalupe, a los cuales arribará Francisco la próxima semana a encontrarse con miles de fieles católicos.

Juan Pablo II volvió a la Ciudad de México en 1990 a beatificar en la Basílica al ahora santo indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin; en 1999, para encontrarse con representantes de todas las generaciones del siglo XX en un apoteósico acto realizado en el estadio Azteca, y una vez más en 2002, para elevar a los altares a Juan Diego.

Puebla

Tras arribar a la capital del país en 1979, Karol Wojtyla se encaminó a la ciudad de Puebla a encabezar la tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano en el Seminario Conciliar Palafoxiano. El trayecto de la capital del país a la Angelópolis fue histórico, pues a lo largo de los 120 kilómetros de la autopista, una valla humana ininterrumpida vitoreó al Papa polaco a su paso.

Oaxaca

Luego de inaugurar la Conferencia de Obispos en Puebla, el sucesor del apóstol Pedro viajó a Oaxaca. En la localidad de Cuilapam se dio el primer encuentro entre un Pontífice e indígenas.

Jalisco

En su primer gira pontificia, Juan Pablo II también viajó a Guadalajara, Jalisco, donde visitó el barrio de Santa Cecilia y el Seminario Mayor tuvo un encuentro con los obreros y sus familias en el estadio Jalisco y luego visitar a Nuestra Señora de Zapopan.

Nuevo León

Monterrey fue la última escala del primer viaje a México de Juan Pablo II. Ahí sostuvo un encuentro con miles de campesinos, obreros y empleados en los alrededores del río seco de Santa Catarina.

Estado de México

En su segundo viaje a México, el Papa decidió acudir a Valle de Chalco el 7 de mayo de 1990; ahí celebró misa masiva al aire libre ante poco menos de un millón de personas.

Veracruz

El lunes 7 de mayo de 1990, el Papa mexicano arribó, en una visita relámpago, a Veracruz, donde efectuó una Liturgia de la Palabra en el Paseo del Malecón del puerto.

Aguascalientes

Al no haber vuelo directo a San Juan de los Lagos, el Papa Peregrino arribó el 8 de mayo de 1990 al aeropuerto de Aguascalientes, donde fue fotografiado el memorable beso a un crucifijo. La Diócesis de ese estado obsequiará al papa Francisco una réplica de esa cruz.

Durango

Entre el 9 y 10 de mayo de 1990, Wojtyla viajó a Durango, donde celebró una misa y visitó a los presos del Centro de Readaptación Social estatal, a quienes pidió esperar el perdón de aquellos a los que les causaron algún daño.

Chihuahua

El 10 de mayo de 1990, Juan Pablo II congregó a más de un millón de personas en la explanada de Industrial Minera México, sitio en el que felicitó a todas las madres mexicanas en su día.

Chiapas

Juan Pablo II estuvo en Tuxtla Gutiérrez el 11 de mayo de 1990, donde acudió a la Catedral. Los chiapanecos lo siguieron desde el aeropuerto de Terán hasta el Pumpushuti.

Tabasco

El mismo 11 de mayo de 1990, tras su visita a Chiapas, Juan Pablo II viajó a Villahermosa, Tabasco, donde celebró una misa multitudinaria y luego encabezó la ceremonia de consagración y bendición de la Catedral local.

Zacatecas

Para el 12 de mayo, Juan Pablo II viajó a Zacatecas, donde celebró una misa multitudinaria en Lomas de Bracho para los campesinos, los mineros y los migrantes. Posteriormente, en una visita fuera de agenda, se dirigió a la Catedral.

Yucatán

En su tercera visita, el 11 de agosto de 1993, Juan Pablo II viajó a Mérida. Por vez primera se le rindió al Pontífice honores como jefe de Estado, tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la Santa Sede. Lo central del tercer viaje fue el encuentro con las comunidades indígenas en el Santuario de Nuestra Señora de Izamal.

Guanajuato

Una década después de la última visita papal a México, Benedicto XVI viajó al país en marzo de 2012, donde estuvo cinco días con los católicos del Bajío mexicano. El acto central fue la misa multitudinaria a los pies del Cerro del Cubilete, donde se encuentra el Santuario Nacional a Cristo Rey.

LA PRIMERA INVITACIÓN FUE EN 1849, PARA PÍO IX

La relación entre el Vaticano y México ha sido cercana desde 1831. Uno de los puntos sobresalientes de ese vínculo ha sido la devoción por la Virgen de Guadalupe. El primer Papa invitado a visitar nuestro país fue Pío IX en 1849. La invitación fue realizada por el entonces presidente José Joaquín Herrera, en el marco de la revolución que en Italia se desarrollaba para proclamar la república, la cual provocó el exilio del Pontífice. Herrera le ofreció pasar su exilio en México.

“Permítame V. Santidad agregar por conclusión una palabra, aun a riesgo de que ella pueda parecerle extraña. Si en los decretos de la Providencia estuviera que uno de sus sucesores hubiese de ilustrar con su presencia las regiones del Nuevo Mundo, V. Santidad, Beatísimo Padre, encontraría en México siete millones de hijos llenos de amor y veneración hacia su sagrada persona, y que tendrían a ventura recibir inmediatamente de sus manos la bendición paternal”, escribió el mandatario mexicano al sucesor de Pedro.

De acuerdo con el historiador y sacerdote Manuel Olimón Nolasco, los años subsiguientes a la Independencia fueron muy difíciles para nuestro país y la Iglesia católica, pues se realizaron intentos por entablar una relación estable con la Santa Sede y por firmar algún concordato, en congruencia con la Constitución de 1824, la cual establecía que “la religión de la nación mexicana era la católica, apostólica, romana”.

“Una revolución nacida en la misma Roma obligó a Pío IX a salir hacia Nápoles. Allá le llegó un mensaje del presidente mexicano, general José Joaquín Herrera, y del Congreso Nacional en pleno invitándolo a venir a vivir a México y ofreciéndole como residencia el Castillo de Chapultepec. ¡Pudo haber sido nuestra capital el asiento temporal del gobierno central de la Iglesia!”, expuso Olimón Nolasco.

De acuerdo con el también historiador y religioso Juan González Morfin, con el presidente Herrera, “un liberal moderado”, hubo momentos de amplia convivencia pacífica entre la Iglesia y el Estado, pues su gobierno presentó a la Santa Sede a diversos candidatos a obispos para algunas regiones del país y éstos fueron inmediatamente avalados por el obispo de Roma.

“El Papa no sólo los nombró, sino que lo hizo a través de un procedimiento distinto del motu proprio, con el que se abrían las puertas a una especie de derecho de presentación para el Presidente, lo que cambiaría años después con la llegada de presidentes como Juan Álvarez o Benito Juárez”, explicó el clérigo.

El sueño del expresidente Herrera se cumplió en 1979, cuando uno de los sucesores de Pío IX pisó suelo mexicano; se trata de Juan Pablo II cuando otro José, pero de apellido López Portillo y Pacheco, gobernaba la República.