Concierto angelical

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Los Ángeles Azules pusieron a bailar a todo el mundo, a los que entraron y a los que no pudieron entrar y los escucharon afuera del Museo del Ferrocarril, detrás de las rejas y con un costo de 100 hasta 350 pesos en los boletos.

Poco tino tuvo el festival organizador del concierto, Catapulta, en mandar a uno de sus emprendedores, Vicente Reyes, a platicar de las bondades del encuentro empresarial alternativo. El público quería cumbia, no explicaciones no pedidas sobre oportunidades nunca prometidas.

“¡Desde ese momento tus ojos se clavaron en mi almaaaa!, ¡tú ternura y sencillez quedaron sembradas en mi corazón!”

Fue tan solo uno de las muchas letras que una audiencia encendida cantó al unísono mientras sacaba sus mejores pasos en el pequeño espacio que la gran afluencia al concierto le había delimitado.

Letras que hablaban sobre las noches sensuales y bohemias, de la mujer que duele tanto que hasta se respira y menos se olvida, de la niña mujer y del amor que se da con toda el alma, del olvidar la vanidad y del orgullo que se deja afuera, de los labios que se abren para decir un te quiero.

Del listón de tu pelo, de estar en lugares prohibidos buscando experimentar, de soltarse el cabello mirándose a los ojos, de pensar en ti y en mí. Desde Iztapalapa para el mundo, la organización musical cumbianchera activa desde 1983, fascinó, prendió y convenció.

En el camino se organizó un concurso de baile ganado por una señora de mediana edad con un vestido azul gracias al cual un ala del público la bautizó como “Lentejuelas”, Jay de la Cueva de Moderatto se subió al escenario a interpretar a dueto “17 años” y Ximena Sariñana hizo lo propio con Mis Sentimientos.

Sariñana había antecedido a la cumbia azul con sus temas depresivos que algunos fans de hueso colorado disfrutaron coreando y sufriendo, en lo que una espontánea trataba lanzarse sobre la interprete solo para ser sometida por un equipo de seguridad que la llevó arrastrando hasta que la chica pareció recobrar conciencia de su comprometida situación y se volteó contra los tres elementos de seguridad que la estaban sometiendo gritándoles un “¡no me toquen, cabrones!”

El vocalista de Little Jesús (banda que se había presentado una hora antes con Camilo Lara y Toy Selecta en un estilo vibrante que dio amplio espacio para la contorsión) pasó a cantar con ella a dueto, Monitor, en un estado trastabillante que hacía pensar que se había refrescado la garganta con mezcales.

Al final la cumbia se bailó, el sufrimiento se sufrió y los pasos y los coros nunca se ausentaron.