Cincuenta estupideces sin sombra

0
143

Declaró orgulloso que solo he visto Cincuenta Sombras de Grey para criticarla a gusto, pues sabía que no vería un bodrio de tal magnitud en una sala de cine ni aunque una chica me invitara a verla. No era plan pagar un boleto por una cosa cuya novela de origen es considerada como porno para madres. Antes que llegar a eso, acudiría a la piratería.

Las tres novelas de franquicia de E. L. James son tan chatarra y resultistas como mucha literatura reciente tipo Crepúsculo, Divergente o cualquier robo similar que suene a negocio redondo de novelas de ventas millonarias y posteriores versiones cinematográficas de taquilla aun más millonarias.

Negocios pingües que no tienen más intención que ordeñar las voluntades de un público de escapismo fácil, simplón y hasta algo descerebrado.

Cincuenta sombras de Grey no es otra cosa que Mujer Bonita con sexo sádico, con Dakota Johnson (hija de la hoy desfigurada por exceso de bisturí, Melanie Griffith) como una Julia Roberts que conoce a su millonario que le regala cosas bonitas, la lleva de paseo en avioneta y le da trato de reina, aunque guarde su pequeñísimo detalle.

A su príncipe azul, el seductor y soñadísimo Christian Grey (un Jamie Dornan más acartonado que protagonista de telenovela de Televisa) le gusta el cuero y que le digan amo a la hora del sexo. Como su galán es muy guapo, muy rico, muy elegante y muy misterioso y le mantiene la hormona al cien, Anastasia Steele (Johnson) decide pasarle por alto sus peculiares aficiones.

Si en los ochentas otro pedazo de mierda cinematográfica pseudo erótica llamada Nueve semanas y media, dirigida por Adrian Lyne, se pronunciaba por el mismo tipo de historia de príncipe de las tinieblas liberador sexual conoce a mujer contenida en búsqueda de emociones fuertes, al menos lo hacía con algo de mas cochambre.

No como este menjurje filmado por Sam Taylor-Johnson que se envuelve en una asepsia que enerva a un ritmo de torpeza desatada más ridícula y auto paródica que una escena de sexo de las noches prohibidas del cinema Golden Choice.

¿Que encuentran las mujeres fanáticas de estas cincuenta sombras de bazofia en este pesado melodrama repleto de chabacanería, diálogos ridículos y una visión de la mujer como cortesana de un príncipe azul enfermo y sociópata?

Al final, esto no importa. Al final la respuesta solo estará para inscribirse en el vértigo de esa avidez de estupidez que azota a esta post-post-post modernidad.