Ocho historias sobre un país impune

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“Los peores casos de la violencia contra la mujer, suceden puertas adentro de la casa. Esa violencia deja de ser privada y se convierte en pública.”

Siete hombres y una mujer con historias de corrupción,  ejercidas desde el cobijo del poder de un país maltratado y dolido por un sistema político tan podrido de excesos, que actualmente parece ya no dar para más, es lo que la periodista Sanjuana Martínez cuenta en su libro Las amantes del poder.

La presentación y preguntas corrieron a cargo de la reportera cultural Carina Pérez García, quien definió al libro como “una historia de violentos cubriendo a más violentos.”

Martínez, con una serie de amenazas de muerte sobre su labor periodística, que abarcan desde los abusos sexuales perpetrados por el Clero, hasta la trata de mujeres, pasando por el tráfico de niños y el narcotráfico, manifestó, que su intención a la hora de comenzar a visualizar “Las amantes del poder” era “salirse de los temas duros.”

Pérez García recordó, que fue Sanjuana la que sacó a la luz el escándalo de corrupción y tráfico de influencias de la Casa Blanca de Angélica Rivera, dos años antes de que este explotara ante la opinión pública.

Todo empezó con Maritza Díaz Hernández, que le dio acceso a la periodista a conversaciones grabadas de ella con el presidente Enrique Peña Nieto, con el que sostuvo una relación extramarital de nueve años, procreando un hijo cuando este se encontraba casado con la fallecida Mónica Pretelini, de quien su viudo presidenciable en una entrevista de campaña nada mas no pudo recordar que fue lo que finalmente la mató.

La periodista relató, que cuando Maritza se dio cuenta por las revistas del corazón, que Peña se estaba haciendo de una mansión mastodonte, donde hasta llegó a comprar los terrenos de alrededor para hacerla más grande, le reclamó, que el como era posible que le comprara una residencia tan costosa a su nueva esposa, si apenas le había rebajado de 200 a cuarenta mil pesos la pensión para su hijo, con el pretexto de que no tenía dinero.

“Yo no sé la compré, se la compró Televisa” citó Sanjuana al presidente y comento que al preguntarle Díaz Hernández, el porqué de tanta belleza, respondió, “Televisa le compra casas a sus actores.”

“No sabíamos que Peña Nieto era actor, pero ahora nos damos cuenta.”

“No cambiaba de esposa pero conservaba a la amante, lo cual creo que habla bien de él. Mujeriego es, no sabe gobernar, pero sabe enamorar y conquistar.”

Comentó Martínez con guasa y cierto estilo editorialista a lo TV Notas sobre relatos que pueden sonar a un Ventaneando en la política, pero que en el fondo hablan de un país en el que tener el poder se convierte siempre en sinónimo de detentar la impunidad.

Incluso para Genaro Góngora Pimentel, antiguo magistrado de la Suprema Corte de la Nación, considerado en su tiempo, como un hombre lucido e independiente ante las cuotas de poder.

Pero que fue capaz de manipular la justicia a su cargo con tal de mantener a su pareja sentimental año y medio en la cárcel por un crimen que no cometió, en castigo por haberlo dejado.

“La esposa de Góngora era la mesera que le servía café en un VIPS, él la invitó a trabajar al supremo tribunal de Justicia de la Nación, y ella que no había terminado la prepa, lo vio como una gran oportunidad.”

Para Martínez este caso ejemplifica, que la supuesta paridad en representatividad política en el país sigue sonando a falacia con un México sin gobernadoras y un tráfico de influencias en la que los funcionarios llevan a trabajar a sus instituciones a sus “amigovias”, sin que estas posean una mínima preparación para estar ahí.

“No están llegando las mujeres preparadas, esas no les convienen.”

Maude Versini, la francesa exesposa de Arturo Montiel quien le secuestró a sus hijos y se los quedó bajo argumentos fabricados de que ella los maltrataba, fue otra de las entrevistadas por Sanjuana

“Montiel le propuso matrimonio y ella le dijo, oye, pero ya estas casado , ¿no?“

A lo que el antiguo gobernador del Estado de México respondió algo así como que, la casada era su esposa.

Con los castillos en Europa de Montiel, Versini nunca imaginó que su príncipe azul platinado se iba a convertir en su peor pesadilla, menos después de que ella participase en la maraña de corrupción que lo volvió multimillonario y en la cual algunas de las inmobiliarias del tío y padrino de Enrique Peña Nieto, quedaran registradas a nombre de la francesa enamorada.

Cuando el glamour del poder abandonó a Montiel, y su intención de ser presidente se fue al caño, el amor de Versini también se fue por el mismo sitio.

“Llega un deterioro de Montiel, con antidepresivos, con pastillas para dormir y pastillas para despertarse. Se hacía pipi en los pantalones.”

El desencanto de Versini, la llevó a tomar clases de tenis con profesores atléticos y a pedirle el divorció a un Arturo Montiel, que le cobró la afrenta con la certeza de sus propios hijos.

Llegó el turno de hablar de Rosario Robles Berlanga, hoy secretaría de Desarrollo Social del gobierno de Peña Nieto, y hace unos veinte años niña bonita de la izquierda radical mexicana, quien no accedió a entrevistarse con Sanjuana, pero que fue ventilada por su enemigo político y antiguo correligionario René Bejarano y el expediente judicial del rompecorazones, videasta de escándalo, Carlos Ahumada.

Por quien alguna vez jefa de gobierno del Distrito Federal llegó a estructurar un entramado de triquiñuelas y tráfico de influencias, que volvieron a su amado el constructor más prospero y empoderado de la ciudad más grande del mundo (que a ella seguramente no la transformaron en una mujer más pobre.)

“No te culpo de tu indiferencia, de tu desamor, de tus gritos. No te culpo si me dejas de querer como ya lo estás haciendo. Solo te pido que sepas que mi corazón siempre será tuyo. Nunca dejaré de amarte.”

Es lo que se puede leer en una de las cartas que la actual encargada de combatir el hambre en México dirigió a Ahumada cuando este ya estaba, enojado y altivo, con sus manos de terciopelo tras las rejas.

Citando una canción de Ana Belén en otra de sus cartas, Robles conoció gracias a su pasión por Ahumada el escándalo y el destierro político del PRD, del que se recuperó reconfigurándose como una convencida Peñanietista, enarbolando los colores de un régimen, el del PRI, que tanto afirmó haber combatido en el pasado.

Finalmente, Martínez y Pérez García pasaron lista a otros dos casos del libro.

Probablemente el más salvaje de todos, el de Juan Iván Peña Néder, panista que se hizo millonario dando permisos para abrir casinos en el sexenio de Felipe Calderón, que bajo la consigna de que él era un nazi ario con derechos sobre humanos (morenazi en términos reales) violó tumultuariamente a su esposa, Talia Vázquez, con otros dos de sus adoctrinados.

Delito por el que fue a la cárcel y de la que salió apenas pasando los dos años, gracias a las conexiones políticas que su puesto le significó.

Y Sergio García Ramírez, hombre fuerte del priismo de los ochentas, a cuya esposa, cansada de soportar a sus amantes (hombres y mujeres) le llamó por teléfono el mismísimo presidente Miguel de la Madrid, para advertirle que no hiciera escándalos en su intento de divorcio, porque “Sergio era un persona muy importante.”

García Ramírez, quien disputó férreamente con Carlos Salinas de Gortari la candidatura presidencial de 1988, estafeta de la dictadura priista y perfecta, fue Procurador de la República y un político muy respetado en su tiempo, con una personalidad amable en el exterior, que en lo interior traducía en un infierno.

“La selección fue de ocho casos, pero pudieron haber sido diez veces más.”

Comentó a manera de epilogo Sanjuana Martínez, sobre un trabajo periodístico que expone al ámbito privado de la política, como esa pesadilla en la que la imagen pública se blanquea los dientes para salir a dar el gran show.