La Salvadora de la Banda

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La tatarabuela de Enrique Kennedy abrió la Salvadora hace mas de cien años, tornándola como un refugió para todos aquellos viajantes de paso por la ciudad que no tuvieran donde ir y cuyo sueño y confort pudiera ser potenciado por un petate.

Hoy los tiempos han cambiado pero la intención no, y Kennedy retomó la casa ubicada en la calle de Guerrero, en pleno Centro Histórico de Oaxaca para abrir hace tan solo unos meses el Café Bar Casa de la Salvadora, un espacio para la cultura, el disfrute y el palomazo existencial.

“Mi intención con este lugar es ser lo mas incluyente posible. Jazz, funk, blues,. La idea es abrir espacios y percepciones. No pretendo descubrir el hilo negro, pero tampoco quiero no intentarlo”.

Explica Kennedy y asegura que es verdad que hoy en día resulta complicado poner un lugar en Oaxaca, pero que ni los problemas “ni los maestros” pueden lograr que dejes de hacerlo.

Enrique mira a su nuevo lugar con la perspectiva del que esta iniciando una aventura en la que algo le dice que se la va a pasar bien. Con infusiones, cafés expresos, capuchinos, americanos, cervezas, choritortas y baguettes y Flats con tasajo asado y un exquisito pimiento de verde entre sus propuestas.

Con nacionales y extranjeros usando sus computadoras en el lugar resguardados a través de esa luz que serena y se filtra a través de las columnas afrancesadas forjadas por un herrero caído en el ejercicio del deber. Con un huerto familiar de cuyos frutos Kennedy ofrece canastas orgánicas sobre pedido a buenos precios.

Con cientos de proyectos y propuestas del publico que ha acercado a Enrique para externarle sus propias inquietudes.

“Hay planes para tardes de lecturas de poesía, o noches de puras chicas” comenta Kennedy al mismo tiempo que reflexiona sobre los alcances de darle a la comunidad lo que necesita.

“Cuando te integras con los demás las posibilidades son enormes” considera , mientras afina con la pintora Siegrid Wiese los detalles para la expo colectiva de arte contemporáneo, Erótica Cuatro que este año tendrá en la Salvadora su cede y espacio..

Son las seis de la tarde y en el lugar ya hay un pareja de jubilados estadounidenses que escriben cosas en sus laps que podrían ser relatos simples recetas de cocina, mas allá hay una chica mandándole mensajes a sus amigas mientras que a su lado un chico que podría ser su novio intenta dominar los acordes de una guitarra a la que les esta dando una feroz, pausada y meditabunda batalla.

Todo parecer estar sucediendo en la Salvadora, y uno no puede dejar de pensar que la tatarabuela de Enrique Kennedy a estas alturas ya le hubiera pedido la guitarra al chavo, y le hubiera dicho como hacerlo.