El Zumbido de Moscardón: Los libros “detesto”

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Francisco Alejandro Leyva Aguilar

Hablemos de derechos humanos (DDHH). Ya sabemos que los DDHH son el conjunto de prerrogativas sustentadas en la dignidad humana, cuya realización efectiva resulta indispensable para el desarrollo integral de la persona. Este conjunto de prerrogativas se encuentra establecido dentro del orden jurídico nacional, en nuestra Constitución Política, tratados internacionales y la leyes.

Los DDHH son derechos inherentes a todos los seres humanos sin distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o étnico, color, religión, lengua o cualquier otra condición. Todos tenemos los mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son interrelacionados, interdependientes e indivisibles. (cndh.org.mx)

Uno de esos derechos humanos es la EDUCACIÓN y es uno FUNDAMENTAL que permite sacar a los hombres y a las mujeres de LA POBREZA, SUPERAR LAS DESIGUALDADES Y GARANTIZAR UN DESARROLLO SOSTENIBLE. No obstante 244 millones de niños y jóvenes en todo el mundo siguen sin escolarización por razones sociales, económicas o culturales.

La educación es una de las herramientas más potentes para sacar de la pobreza a los niños y adultos marginados, así como un catalizador para garantizar otros derechos humanos fundamentales.

Es la inversión más sostenible. El derecho a una educación de calidad está indisolublemente ligado a la Declaración de los Derechos Humanos y a muchos otros instrumentos normativos internacionales, que son el resultado del trabajo conjunto de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y para la Organización de las Naciones Unidas (ONU). (unesco.org).

Me parece entonces un atentando contra el Derecho Humano Fundamental de la Educación, que un dogmático comunista, obnubilado por el marxismo anacrónico llamado Marx Arriaga, haya diseñado libros de texto gratuitos para primaria y secundaria que, en vez de ponderar y motivar el RAZONAMIENTO, tengan como finalidad el ADOCTRINAMIENTO COMUNISTA.

En México tenemos poco más de 2 millones de profesores que atienden a 250 mil 698 instituciones educativas públicas, aunque en primaria que es el tema que nos ocupa, hay 568 mil profesores que atienden 95 mil 699 escuelas primarias públicas. Es decir contamos con personal docente y la infraestructura necesaria para implementar un muy buen sistema educativo.

No nos frenan, como en algunas otras partes del mundo razones sociales, económicas ni culturales como dice la UNESCO, nos frena el Gobierno de la cuatroté que ha renunciado a la educación de calidad y le ha apostado al retroceso involutivo porque QUIERE A LAS FUTURAS GENERACIONES, IGNORANTES.

El diseño de los libros gratuitos de texto, obedece a la lógica pejista: “mientras más ignorante sea el pueblo, más votarán por Morena”, “cuando necesitemos cuidar la transformación, utilizaremos al pueblo”, pero al peje no le sirve un pueblo pensante, por eso los libros de texto diseñados por Marx Arriaga solo tienen 15 páginas dedicadas a las matemáticas cuando antes ocupaban tres capítulos.

La “transformación pejista”, necesita del pueblo. Pero no de cualquier pueblo, sino de uno pobre, al que pueda comprar con dádivas e ignorante al que pueda manipular con adoctrinamiento, por eso RENUNCIA A LA EDUCACIÓN DE CALIDAD, PORQUE COMO DICE LA UNESCO, ÉSTA ES LA VÍA MÁS EFECTIVA PARA SACAR A HOMBRES Y MUJERES DE LA POBREZA. Entonces no conviene a los intereses del tirano.

El martes, el peje hablo en su mañanera de su inmediata preocupación: el exceso de aire en las bolsas de papitas, el exceso de sal en las mismas y el alto precio de esta comida chatarra, ¿por qué no habló de la educación?, simplemente porque está de acuerdo en el planteamiento de Arriaga Navarro que no es otro que el protocolo de Sao Paulo, el algoritmo para preservar el populismo en América Latina.

Escuché que la intención del peje era polarizar el asunto de la educación para politizarlo y finalmente hacer su capricho, pero está en los padres de familia y los ciudadanos que este atentado contra un DERECHO HUMANO FUNDAMENTAL no se consume.

Ya se gastaron casi mil millones de pesos en su impresión, una fortuna tirada a la basura porque los libros no sirven a la educación en tanto que adoctrinan, dinero con el que se pudo abastecer de oncológicos a los niños que padecen cáncer o comprar medicamentos para los enfermos crónicos o incluso construir más escuelas. El peje ha cometido crímenes, pero éste además de un crimen, es una equivocación, para él, fatal.

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