Puerto Ángel, en la Costa de Oaxaca, padece doble castigo: no llega turismo y hay escasez de peces

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El Universal

Los pescadores y vendedoras de pescado en Puerto Ángel se enfrentan a una doble crisis: la pandemia de Covid-19 que —desde hace un año—ahuyentó al turismo y a una inédita escasez de peces.

Son las 7:00 de la mañana. Las mujeres dejan el pescado que descaman, filetean y destripan para correr hacia una de las lanchas que acaba de llegar a la playa y se amontonan a su alrededor. El poco producto se acaba en minutos y las vendedoras regresan con el poco pescado que compraron al lugar donde lo preparan para su reventa.

El ritual se repite cada vez que arriba una lancha, con más regularidad del lado izquierdo del puerto, pues tanto los pescadores como la bahía de Puerto Ángel se divide según la especie que se extrae del mar.

Del lado izquierdo —con la vista al mar—se encuentran las lanchas de los pescadores que se dedican a capturar especies “de orden”: cocinero, blanquito, ronquito, chivo, medregal y bacoco, entre otros; mientras que a la derecha se encuentran quienes pescan “cimbra”, por el método utilizado: pez vela, dorado, marlin, pargo y mantarraya.

Además, están aquellos que extraen un pez llamado barrilete, tradicional en la alimentación de esta región de Oaxaca y que se vende horneado, en escabeche o asado, principalmente en el centro comercial de San Pedro Pochutla, la cabecera municipal.

O más bien se vendía, porque desde hace un mes y medio, los pescadores no logran obtener ni un barrilete. Para los otros compañeros la pesca también es mínima, aunque logran obtener algo para vender a diario a las mujeres que se dedican a la reventa.

Para esta comunidad pesquera, la ausencia de peces se suma a la crisis económica que enfrentan desde hace casi un año por el Covid-19, que ha provocado el cierre de restaurantes y hoteles porque el turismo se redujo hasta 80%, según estiman sus habitantes. Los turistas extranjeros, dicen, prácticamente dejaron de visitarlos y el poco turismo que llega es nacional.

“Si el turismo no viene nos perjudica porque los restaurantes cierran. Con esta enfermedad muchos están cerrando. ¿Dónde vendemos? No hay. Tenemos que vender entre los locales, más barato, y no hay pescado, hay muy poc o”, dice Fátima Cruz Altamirano, quien vendía principalmente a restaurantes y en la cabecera municipal.

Lo que Fátima no sabía es que la situación podía complicarse aún más, pues al día siguiente de la entrevista, las autoridades municipales de San Pedro Pochutla decretaron el semáforo rojo epidemiológico por el incremento de los contagios de Covid. Hasta este viernes 27 de febrero, los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) reportaron 205 casos en el municipio, de los cuales cinco están activos y 54 pacientes han fallecido.

Fredy Cigarroa Villarreal tiene 20 años dedicándose a la pesca, aunque por lapsos la deja para dedicarse a su otro oficio: la barbería, que aprendió durante los dos años que trabajó en la Marina Armada de México, y quien, como migrante, se profesionalizó como cosmetólogo en una escuela de Los Ángeles, California, Estados Unidos.

De familia de pescadores “de orden”, originaria de la playa Estacahuite, explica que la presencia de los peces ha bajado por las fases de la luna, de las cuales, asegura, depende una buena pesca, también a la marejada, si el agua está sucia, fría o caliente.

“Pues, como quiera, dependemos nosotros de la pesca. No es que el pescado esté ahí amarrado, porque hay días que trabajamos por la luna, que también tiene que ver con la pesca. No es que esté asegurada.

“Nosotros salimos a pescar por las noches, vamos a tirar las redes y temprano, como a las 5:00 o 6:00 de la mañana, vamos a ver qué se pescó, esperando en Dios que caiga algo en las redes porque nada es seguro”, explica.

Sobre la pandemia y el semáforo rojo, este pescador afirma que la han pasado bien, que no hay indicios de contagios o víctimas. El problema es que las restricciones los afectan por igual, aunque asegura que aún así alcanza de llegar algo de turismo que busca la Costa.

Fátima Cruz señala algo distinto. Dice que después de la cuarentena que iniciaron en marzo de 2020 y que se prolongó por varios meses, en diciembre regresó un poco más de turismo; estas visitas; sin embargo, propiciaron que nuevamente haya contagios.

Al igual que Fredy Cigarroa, Fátima viene de una familia de pescadores. Su esposo se dedica a lanzar las redes al mar y ella a vender el producto, pero por la escasez de la pesca tiene que recurrir a comprarlo a otros lancheros. Salir a trabajar es algo obligado para ellos porque no pueden darse el lujo de quedarse nuevamente aislados para evitar contagiarse. Al principio, junto con sus hijas acataron la recomendación de permanecer en casa, pero pronto se les acabó el dinero.

“El turismo está llegando poco y luego pues se está arriesgando acá, porque si no viene uno a comprar pescado, cómo le hacemos, no hay trabajo, tenemos que andar buscándole y ventas no hay muchas”, manifiesta.

Antes de la pandemia dice que se vendía bastante, porqué de noviembre a Semana Santa, entre abril y marzo, había turismo. Ella vendía al día entre 10 y 20 kilos de filete y dos taras de pescado. Hoy, ni siquiera ha preparado filete y no puede vender siquiera una tara de pescados. “La mayoría de los restaurantes están cerrados, porque quiebran y otros por miedo, porque dicen que hay Covid otra vez, y muchos locales no quieren arriesgarse”, agrega.

De acuerdo con Juan Carlos Rivera Castellanos, secretario de Turismo de Oaxaca, si el efecto de la pandemia se traduce en pérdidas económicas, el boquete que dejó en el estado en materia turística, sólo en 2020, es de 6 mil millones de pesos. Y el panorama para la próxima Semana Santa no pinta mejor.

Según el funcionario estatal, a diferencia de otros años que se alcanza el 100%, para este periodo vacacional se espera una ocupación hotelera general en Oaxaca de menos del 40%, pues en destinos como Huatulco será de 39% y un derrama económica de 256 millones de pesos; mientras que para Puerto Escondido se espera un 35% y una derrama de 107 millones de pesos.

El destino más afectado será la ciudad de Oaxaca, que apenas proyecta un 24% de ocupación hotelera y una derrama de 138 millones de pesos; en general, la derrama económica en todo el estado será de 502 millones de pesos.

Según Rivera Castellanos, el mismo semáforo epidemiológico ante el Covid-19 sólo permite el 20% de ocupación, pero de cualquier forma, el mercado tampoco da para más, pues actualmente la entidad apenas llega al 10% de ocupación hotelera, principalmente de visitantes nacionales, pues países como Canadá mantienen prohibidos los vuelos a México hasta el 30 de abril, por lo que esos turistas no podrán disfrutar de Oaxaca en el próximo periodo.

“La industrio turística es la que se va a reactivar hasta el final, así lo indican las estadísticas a nivel mundial y eso es lo que estamos viendo (…) poco a poco de manera paulatina, como lo permita el semáforo”, señala.

Claudia Cruz Barrera espera la llegada de un barriletero. Sobre la playa están varadas más de dos decenas de este tipo de embarcaciones. “Ahí viene una, ojalá haya pescado algo”, dice mientras apunta con el dedo. “El barrilete ahora sí está por los suelos, es el que se vende horneado en Pochutla”, explica.

“Así como se van, salen a las cinco de la mañana y regresan sin ni un pescado, ya tienen varios días, se gastan su gasolina. Cuando hay barrilete qué bonito todo, porque se vende: horneado, en escabeche o asado”.

Claudia también es de una familia de pescadores, desde sus abuelos hasta sus sobrinos. Lleva más de 15 días sin poder comprar barrilete, por lo que está comprando otro tipo de pescado mientras haya suerte.

“Va para dos meses, que no movemos ni un quinto. La venta está bajísima, por lo mismo que la gente no viene por el Covid. Algunos restaurantes están abiertos, pero de qué sirve si no hay turismo. No hay nada, no hay ventas. Mira ahí está la playa y no hay nadie, está sola, no hay gente”.

El agente municipal de Puerto Ángel, Jaime Martínez Rodríguez, confiesa que están pasando tiempos difíciles. Es por eso que, señala, aunque son respetuosos de las disposiciones sanitarias, la gente se cansa de estar encerrada, sobre todo, porque no generan recursos económicos para sus familias.

Es de la pesca, dice, de la que depende la mayoría de las familias, por lo que la pandemia ha afectado la economía de esta comunidad.

“La pesca como que se ahuyentó. Siempre pasa así, pero no por tanto tiempo. Ahora sí ya tenemos un mes y medio que no ha habido en abundancia. El turismo que nos llega aquí ha bajado mucho. Por ejemplo, diciembre, que siempre es un periodo vacacional muy bueno para todos, restaurantes, hoteleros, sí bajó bastante, no hubo mucha afluencia. Aquí sí no vino”, finaliza.