Gane quien gane en EU, la relación energética con México seguirá sin novedad

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Forbes

La relación de México con Estados Unidos nunca ha sido fácil. La ampliación del muro fronterizo y los constantes ataques por parte de Donald Trump han provocado una enorme distancia entre sus gobiernos y habitantes, pero no para sus sectores energéticos.

Mientras sus fuerzas armadas vigilan la frontera para evitar el paso de migrantes, millones de pies cúbicos de gas y barriles de petróleo cruzan libremente todos los días, y no parece que la llegada de un nuevo presidente a la economía más grande del mundo cambie radicalmente estas actividades.

En primer lugar, ninguna de las industrias en ambos países tienen una segunda opción inmediata para colocar sus productos de forma masiva y ordenada, en medio de una crisis económica que ha quebrado múltiples empresas productoras en Estados Unidos.

Aunque el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador aspira a una soberanía energética, esta política solo se enfoca a la elaboración nacional de gasolina y diésel, mientras deja de lado la producción de gas, insumo fundamental para generar la mitad de la electricidad que demanda el país, y que compra en 80% a la industria estadounidense, mientras que México le vende casi una tercera parte de su petróleo, en medio de una multimillonaria lucha para frenar el declive de su producción.

“Biden no va a ejercer mucha presión sobre el enfoque de hidrocarburos que tiene AMLO porque es cuestión de política interna. Para él, no es tan importante”, comentó el director del Instituto México del Centro Wilson, Duncan Wood.

El analista señaló la posibilidad de que la relación bilateral se institucionalice con Joe Biden, no solo mediante el Tratado México Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sino por su intención de reinstalar la Cumbre de Líderes de América del Norte.

El candidato verde
Durante su campaña, el candidato demócrata propuso una agresiva agenda verde para Estados Unidos, que va en sentido contrario con Trump y su cercanía con la industria petrolera, particularmente con los productores del polémico aceite y gas lutita (shale) y su técnica de extracción, la fractura hidráulica (fracking).

Biden presentó un plan con una inversión pública de 400,000 millones de dólares a 10 años en energías renovables e innovación tecnológica, con el objetivo de reducir sus emisiones contaminantes hacia el año 2050 y descarbonizar su economía.

En caso de ganar, el exvicepresidente estadounidense también propuso regresar al Acuerdo de París tras la salida orquestada por el todavía presidente Trump.

López Obrador, por su parte, ha calificado a las energías renovables y sus beneficios como “sofismas”, al tiempo que su gobierno ha tratado de frenar la entrada de más plantas renovables privadas con el fin de fortalecer a la empresa estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE), que considera como “caras” a la energía solar y eólica.

Incluso las autoridades mexicanas han señalado que las fuentes de generación renovable, por su intermitencia, ponen en riesgo la confiabilidad del sistema eléctrico nacional, por lo que se han enfrascado en una batalla legal con la iniciativa privada, organizaciones no gubernamentales, incluso con el regulador antimonopolios para frenar un acuerdo de política de confiabilidad de la secretaria Rocío Nahle.

Lee más detalles aquí: Suprema Corte confirma suspensión a política eléctrica de Nahle

El presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), Enoch Castellanos Férez, advirtió que, en caso de una victoria del partido demócrata en Estados Unidos, México enfrentará una agenda mucho más amplia y compleja, pues el sector energético es parte “muy importante” de la relación.

Durante 2020, grupos de presión energéticos, incluso congresistas, han denunciado los frenos del gobierno de López Obrador a empresas estadounidenses mediante el endurecimiento en la entrega de permisos para importación de petrolíferos y venta de combustible al consumidor final que permitió la Reforma Energética del priista Enrique Peña Nieto, pero hasta el momento, Trump, quien tiene una relación cercana con la industria, no se ha pronunciado sobre este tema en particular.

“El gobierno mexicano ha dejado muy en claro que la política energética no va a ser susceptible a influencia de Estados Unidos”, comentó el analista energético, Arturo Carranza.

T-MEC, válvula de escape
No obstante, las presiones que ejerzan estos grupos podrían encontrar salida mediante el T-MEC, además de las cortes internacionales o nacionales, según el analista.

La Secretaría de Economía reconoció en octubre que el acuerdo trilateral protege las inversiones extranjeras, pero ningún país posee la facultad para resolver directamente las controversias. En su lugar, cada parte convoca a un panel para que revise las cláusulas del Tratado.

En este punto coincidió Wood, quien señaló que el tema de los permisos surgirá como un tema relevante en la relación entre los gobiernos de México y Estados Unidos.

“Biden quiere mantener el apoyo de las empresas energéticas”, concluyó.