La crisis humanitaria de la que nadie está hablando

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THE WASHINGTON POST 

Ciudad de México. El interminable circo que es la presidencia de Donald Trump le ha robado la atención a todo tipo de asuntos que la necesitan desesperadamente, desde la reforma sanitaria hasta la creciente expansión de la participación de Estados Unidos en Siria. Sin embargo, es sorprendente que se preste tan poca atención a lo que las Naciones Unidas dicen que es la peor crisis humanitaria desde 1945: el peligro de que unos 20 millones de personas en cuatro países sufrirán hambruna en los próximos meses y que cientos de miles de niños morirán de hambre.

¿No has oído hablar de esto? Ese es el problema. Según la ONU y funcionarios de socorro privados, los esfuerzos para suministrar alimentos suficientes para detener las crisis simultáneas en Sudán del Sur, Somalia, Yemen y Nigeria están siendo trágicamente reducidos hasta ahora, en parte debido a la insuficiente financiación de gobiernos y donantes privados. De los 4,900 millones de dólares solicitados en febrero por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por su sigla en inglés) de la ONU para necesidades inmediatas en esos países, sólo 39% había sido una donación.

Ese déficit de recursos podría atribuirse a la fatiga del donante o al tamaño de la necesidad. Pero, en parte, es una simple falta de conciencia. “Parece que no podemos llamar la atención de nadie sobre lo que está pasando”, dice Carolyn Miles, presidenta y directora ejecutiva de Save the Children.

“Nunca he visto algo así”, dice David­ Beasley, el ex gobernador de Carolina del Sur que dirige el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas. “En los últimos ocho a 10 meses el mundo se ha distraído, todo es Trump, Trump, Trump… y aquí estamos en modo de crisis”.

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Las estadísticas de las que Miles y Beasley parten ciertamente deben llamar la atención. Por ejemplo, 1.4 millones de niños están en riesgo de hambre en los cuatro países, de los cuales 600,000 “podrían morir en los próximos tres a cuatro meses”, según Beasley. En Yemen, donde el hambre acecha a 17 millones de personas, sólo 3.3 millones están recibiendo raciones completas, en comparación con los 6.8 millones que el PMA quería alimentar este mes. Mientras tanto, una epidemia de cólera ha estallado, infectando a más de 200,000 personas hasta ahora. Miles dice que un niño se infecta cada 35 segundos.

En el estado sudanés de Unity, que superó los estándares de las Naciones Unidas para la designación de hambre a principios de este año, la alerta se levantó la semana pasada después de algunas entregas de alimentos grandes y oportunas. También en Somalia las operaciones de ayuda han sido más eficaces que durante la última hambruna declarada en el 2011. Sin embargo, la situación general en ambos países sigue siendo aterradora. Se espera que 50% de la población del sur de Sudán, ó, 6 millones de personas, se encuentre “gravemente inseguridad alimentaria” en las próximas semanas, un aumento de 500,000 desde mayo.

En Somalia, la falta de lluvias de primavera podría empujar al país a la hambruna para el próximo mes, dice Miles. Sin embargo, el PMA dice que podría tener que eliminar a 700,000 somalíes de la ayuda en las próximas semanas si no llegan más fondos.

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A pesar de la postura de la administración de Trump contra la ayuda extranjera, EU no es el problema. A principios de junio, Washington prometió casi 1,200 millones de dólares en ayuda a los cuatro países, incluyendo un extra de 329 millones que fue anunciado el 24 de mayo. Hay más por venir, gracias a una coalición bipartidista en el Congreso, encabezada por la senadora republicana Lindsay O. Graham, que inyectó 990 millones de dólares para el alivio del hambre en el presupuesto de este año.
Funcionarios de la ayuda dijeron que conseguir el dinero de Washington es un proceso lento, gracias al fracaso de la nueva administración para llenar puestos clave en la Agencia para el Desarrollo Internacional.

Y para el año que comienza en octubre, el presupuesto de Trump propone un recorte drástico de 1,000 millones de dólares en ayuda alimentaria. Pero Graham y otros legisladores han dejado claro que no va a suceder. “Por todo el caos”, me dijo Beasley­, “los demócratas y los republicanos aún se unen en pro de los niños hambrientos”.

El jefe del PMA está más impaciente con otras naciones, especialmente los países del Golfo Pérsico que han hecho tanto para crear la crisis en Yemen. Arabia Saudita, que dirigió la intervención militar que ha devastado a un país ya pobre desde el 2015, está bloqueando parcialmente el vital puerto de Hodeida, a través del cual se importa 70% de los alimentos de Yemen.

Hasta ahora este año los saudíes prometieron 227 millones de dólares en alivio del hambre a Yemen, pero entregaron sólo 30% del total. Los Emiratos Árabes Unidos ni siquiera figuran en la lista de donantes de OCHA. “Los saudíes”, dice Beasley, “deberían financiar 100% de las necesidades humanitarias en Yemen”.

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Las hambrunas solían atraer un interés amplio en Occidente. Las estrellas del rock dirigieron campañas y las cadenas de televisión produjeron especiales. Las organizaciones no gubernamentales de EU están buscando maneras de galvanizar al país. Millones de vidas pueden depender de si pueden encontrar una manera de llamar la atención en la era Trump.