Accidentada entrega de constancia para el gobernador electo

0
312

Rodrigo Islas Brito

Un dron muerto y electrocutado, una lluvia torrencial, un grito del que el que no se moje no es priista, y una espera de casi más de dos horas para conseguir la foto final de la nueva pareja del gobierno de Oaxaca, fueron algunos de los muchos incidentes suscitados durante la accidentada entrega de constancia de mayoría que acredita a Alejandro Murat Hinojosa como nuevo gobernador del estado de Oaxaca.

Todo empezó a las cinco de la tarde en un evento con lona y templete colocado sobre la calle que guarda al salón de sesiones del Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO), donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tomó de inmediato control de su evento.

Enfrente y afuera del órgano garante electoral, un grupo de priistas vestidos con su rojo azabache tan característico, decidían en una esquina quien entraba y quien no. Con tal poder de decisión que al poco rato un cumulo de gente, entre reporteros, funcionarios del mismo instituto electoral y partidarios del mismo Murat que esperaban ver en vivo a su nuevo ungido, empezó a manifestarse entre empujones y amenazas de dar portazo a la valla resguardada.

“¿Para qué quieren estar allá adentro, si la fiesta va a estar acá afuera?”, dijo una mujer de lentes y uniforme priista a los reporteros, mientras le señalaba el cumulo de gente que empezaba a darse cita enfrente del templete, mientras un maestro de ceremonias los animaba y les reconocía “su disciplina” al salir a sufragar su voto el pasado domingo de elecciones.

Un dron empezaba a hacer sus pruebas para cubrir las panorámicas de la multitud que iba en crecimiento, con tan mala suerte que a los cinco minutos de vuelo se enredó en dos cables de alta tensión, del que intento salir solo para enredarse más y acabar dando un chispazo eléctrico que lo acabó fundiendo.

Mientras el chavo que lo manejaba lo miraba ahí entre los cables con cara de desahucio, la gente empezaba a tomarle fotos con sus celulares tan seguidamente que al poco tiempo el dron cadáver ya era trending tropic en las redes sociales.

El evento se siguió poblando de comitivas priistas que iban desde banderines de la CTM, pasando por el Sindicato Libertad y otro grupo que solo se identificaba por camisetas que decían “el priismo se lleva en la piel”.

Media hora después un convoy de camionetas de lujo se dejó desprender por la estrecha calle del órgano electoral con el candidato electo Murat al volante de una de ellas. Guardaespaldas priistas y policías viales abrieron una de las dos vallas que circundaban el IEEPCO, en el que un tipo en evidente estado de ebriedad se quiso colar caminando diciendo que venía de gobernación, a lo que una tanda de guaruras lo derribó en señal de que no le creyeron nada.

Dos horas tuvo que esperar adentro, en el IEEPCO, el candidato electo para pasar a ser oficialmente gobernador electo. Mientras tanto, afuera, diputados priistas ganadores agradecían en el templete la confianza de sus electores, esto no impidió que la gente empezara a chiflar por la espera, cuestión que empezó a arreciar cuando también empezó a arreciar la lluvia.

Aun con el grito del “¡que no se moje no es priista!” la gente tuvo que buscar resguardo del chubasco que no paraba, y que no paró. Adentro, una hora después y ante el abandono de los representantes de MORENA, Alejandro Murat Hinojosa finalmente recibió su constancia como gobernador electo de manos del consejero presidente del IEEPCO, Gustavo Meixueiro.

“No hay vencedores ni vencidos” dijo en su discurso. “En la democracia se gana y se pierde”, recalcó.

Murat prometió gobierno de puertas abiertas, donde cabemos todos, acuerdos y agendas conjuntas, el ciudadano como el centro de todas las decisiones de gobierno. Asegurando al final que “el pueblo oaxaqueño quiere compromisos con resultados”.

Siguió la foto del recuerdo con su esposa e inseparable Ivette Moran, en donde no se sabía quién estaba más satisfecho.

Afuera, al tiempo que en redes sociales se reportaban roces entre reporteros y guaruras priistas, la gente, mucho menos de la que había antes de que cayera el aguacero, seguían esperando a ese candidato por el que votaron, por lo que finalmente salió a celebrar con ellos.