La cafeticultura está en riesgo por cambio climático

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Por: EL ECONOMISTA
Chiapas es un estado privilegiado por su diversidad climática y biológica, por ello ocupa un lugar destacado en el volumen de su producción agrícola; sin embargo, en los últimos años el cambio climático, también conocido como calentamiento global (debido al aumento en las temperaturas promedio de todo el mundo), ha cobrado factura en muchos cultivos de la región.

Ante este fenómeno, y a pesar de que la agricultura también influye en estos cambios, igualmente es víctima del calentamiento; por ejemplo, se han aumentado también los tiempos propicios para las pestes y plagas, los patrones del clima se han vuelto impredecibles, llueve cuando no debía y cuando debían llegar las lluvias, el tiempo se seca.

Por si esto fuera poco, lo que antes eran fenómenos excepcionales, como las lluvias torrenciales que provocaban inundaciones, se están haciendo cada vez más frecuentes y azotan con más fuerza.

Así, la búsqueda de soluciones se ha hecho presente a través de la colaboración de distintas instituciones como REDD+(Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación), AMBIO, TNC (The Nature Conservancy), entre otras, que se han acercado a los propios agricultores para hacerlos parte de la solución con técnicas de agricultura sustentable, la cual, según sus promotores, es respetuosa del medio ambiente.

La cafeticultura

Uno de los ejemplos más importantes de agricultura sustentable ha llegado con los productores de café; siendo Chiapas el principal productor de café en México y uno de los principales productores de cafés certificados en el mundo, era importante voltear a estas zonas cafetaleras.

Para entrar en contexto, es importante decir que México produce un promedio de 4 millones de sacos de café verde, 96% es café arábiga y 4% café robusta; el café se produce fundamentalmente en las vertientes de las cadenas montañosas del centro y sur del país. Todas estas además son áreas estratégicas para la conservación de la biodiversidad.

Más de 70% de los cafetales mexicanos se encuentra arriba de 600 metros de altitud, lo que aunado a los microclimas, permite una alta calidad. El café de altura, cultivado por arriba de los 900 metros sobre el nivel del mar, es de los más cotizados, de ahí su importancia.

Productores responsables, pero sin dinero

En la cafeticultura responsable, la participación de los indígenas es determinante: del total de productores, aproximadamente 70% son indígenas con superficies de cultivo no mayores a 5 hectáreas que han hecho del café su forma de vida y su medio de subsistencia.

En ellos está la clave para trabajar el tema de cambio climático; sin embargo, los cafeticultores requieren en primer término de mayores recursos económicos que les permitan mejorar sus condiciones de vida y de esta manera generar acciones que les permitan favorecer la producción.

Julio Cesar Ramírez Morales, dueño de la parcela El Limón, del Ejido de Villahermosa, municipio de Villaflores, estado de Chiapas, cuenta: “Antes aquí sembrábamos maíz y frijol, hasta hace cuatro años fuimos asesorados por AMBIO y pudimos reforestar para sembrar café de altura, con esto superamos las ganancias en 70 por ciento”.

Explicó que han vivido muchas dificultades, pues “hay que plantar a la sombra y después hacer el vivero para poder sembrar café; con ello más o menos logro sembrar cinco quintales (67.5 kg), por cada quintal recibo 2,500 pesos, un total de 16,000 pesos por su producción de este año”, y así la gran mayoría de los habitantes de esta región.

Asegura que a pesar de que no es mucho dinero, los beneficios sí superan las ganancias de cuando cultivaban maíz y frijol; además, explica que han aprendido a trabajar en armonía con el bosque y utilizan menos químicos: “Anteriormente utilizábamos fertilizantes y herbicidas, ahora con el café ya no gasto en eso, esto es café orgánico”.

Patricia Moguel y Lorena Soto Pinto de Ecosur exponen: “El café sustentable se concibe como un proceso de producción, industrialización, comercialización y consumo de café ambientalmente sano, socialmente justo y económicamente solidario, que garantiza la producción, la conservación de los recursos naturales y un desarrollo humano equilibrado”.

Sin embargo, se quiere llegar más lejos. Don Julio explicó que “actualmente el comprador del café es AMSA; sin embargo, nos estamos organizando, somos alrededor de 40 productores que queremos poner una bodega y crear nuestro propio negocio, dejar a esta empresa de lado y generar más ganancias, ya que con la empresa que trabajamos prácticamente se va toda la ganancia”.

Además, esta comunidad también participa en el proyecto de bonos de carbono, que es una forma de manejo forestal, en donde ellos reciben incentivos económicos para que contribuyan a la mejora de la calidad ambiental y se consiga regular la emisión generada por sus procesos productivos.

Un bono de carbono representa el derecho a emitir 1 tonelada de dióxido de carbono y permite mitigar la generación de gases invernadero.

Pero… las plagas

Don Julio asegura que aunque han mejorado su producción, en años recientes han tenido que enfrentar otro grave problema: las plagas. “Cuando yo empecé, en el 85, no tratábamos el suelo y todo pegaba, sin plagas ni nada, pero de cuatro a cinco años que nos pega la roya y otros tipos de enfermedades; ahora nuestra necesidad de ayuda es mucha”, pues no están en capacidad ni económica ni técnica para hacerle frente a un control efectivo de la roya.

“Son otras épocas, ahora los técnicos que han venido a apoyarnos aprenden de nosotros y nosotros de ellos, pues no sabemos cómo enfrentar el problema”. Al preguntar del papel del gobierno en sus actividades, don Julio asegura que “el apoyo es muy poco, hemos escuchado por la televisión que hay tantos millones de pesos, pero ¿dónde se queda? No llega, por eso también nos queremos organizar, esperamos que nos hagan caso y para el 2016 tengamos apoyo”.

Explicó que requieren de apoyo en efectivo para renovar plantas que se mueren, hacer viveros nuevos y pagar jornales, “pues con lo poco que uno saca, apenas da para llevar a la familia”, dijo.

La roya

La roya del cafeto es una enfermedad producida por el hongo Hemileia vastatrix y está considerada como la más importante de todas las enfermedades que atacan a este cultivo en los países productores del mundo.

Don Julio cuenta que tiene dos años que la roya llegó a esta zona. “Hasta ahorita no hay nada que lo combata, sólo algunas acciones para prevenir”.

Don Julio explica además:

“Yo tengo más cafetaleros y esos se acabaron por completo debido a la roya que llegó por el cambio climático, aquí es frío y no nos atacaba pero con el cambio de temperatura, ahora sí nos pega”.

Por su parte, Alexer Vázquez Vázquez, director de la reserva de la biosfera La Sepultura, agregó que el tema de la roya está ligado al cambio climático.

Pero también tiene que ver con el manejo de los cafetales, “aquí las personas tienen 30 años sin renovar los cultivos, hay que fertilizar el suelo para mejorarlo y tenga mayor resistencia”.

“La solución es renovar las plantas, incluso plantas más resistentes, mejorar la condición del suelo y fertilización, pero para ello se requieren de apoyos y atención inmediata, de lo contrario, vamos a perder una gran cantidad de diversidad”, dijo, y el tema es urgente.

Alejandro Hernandez de TNC agrega:

“¿Cómo resuelves la situación?, incorporando practicas que mantengan el bosque, el reto es mejorar los procesos de producción a través de mejorar las condiciones ambientales

“Hay que mantener los servicios ecosistémicos fundamentales para producir suelo y mantener el clima necesario para producir café”.

“Aquí estamos avanzados con esa visión, pero falta mucho trabajo en distintas regiones”, dijo.