Por tierra o por agua, asesoras del IEEA van al encuentro de educandos

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El difícil acceso a las comunidades del estado y las condiciones socioeconómicas son las principales causas de que la mitad de la población oaxaqueña se encuentre en rezago educativo.

Para llegar hasta las personas que no saben leer ni escribir o que no han terminado la primaria o secundaria, es necesario subir y bajar montañas, cruzar ríos, caminar horas y horas para ir a su encuentro.

 

En el Instituto Estatal de Educación para Adultos (IEEA), colaboran más de 7 mil asesores y asesoras comprometidos con el desarrollo de la sociedad, que con paciencia y dedicación, pero sobre todo con respeto a las costumbres, apoyan a jóvenes y adultos para que mediante la educación accedan a mejores oportunidades de vida.

Muchos de ellos son padres o madres que antes de ir al Círculo de Estudio realizan actividades comerciales, del campo y del hogar, en donde aplican las bondades de la educación.

El personal de asesoría es el elemento clave en la labor educativa del IEEA, ya que conocen a cada uno de sus educandos, diseñan y aplican estrategias para hacer dinámico el proceso educativo y les brindan atención personalizada de acuerdo a los intereses y necesidades, en un horario flexible.

Realizan una labor comunitaria que se ve reflejada al momento en que las personas aprenden a leer y escribir o terminan la educación básica. El reconocimiento más importante es el que les otorga la sociedad, cuando son llamados maestros y maestras y se dirigen a ellos de manera cariñosa.

Algunas veces es necesario viajar a otras poblaciones, ya sea por tierra o por agua, con el objeto de llegar al espacio de intercambio de conocimientos. Cecilia Contreras Orozco tiene que trasladarse en camioneta pasajera y lancha para ir a las comunidades en que fomenta la educación.

Ella colabora como asesora de alfabetización indígena en la Coordinación de Zona de Ojitlán, en las localidades Alfredo V. Bonfil y Benito Juárez, pertenecientes al municipio de San Lucas Ojitlán, en el distrito de Tuxtepec.

“Mi interés es apoyar a las personas adultas que no saben leer y escribir para que conozcan y puedan defender sus derechos, resulta gratificante dar asesorías diariamente y enseñarles la lectura y escritura de nuestra lengua chinanteca, verlos interesados en cada actividad que realizamos y el empeño que ponen en sus tareas”, expresa.

Comenta que los espacios de reunión los proponen los educandos, a veces por el intenso calor prefieren tomar clases en el patio. Bajo la sombra de los árboles aprenden a escribir su nombre, recados y cartas; el lápiz, cuaderno, libros y el pizarrón son las herramientas principales.

“Me gusta transmitir un poco de mis conocimientos y al mismo tiempo aprendo de ellos, de sus experiencias y las historias que me comparten, verlos aprender me llena de satisfacción y orgullo porque me doy cuenta que el esfuerzo que hago para trasladarme es valorado”, afirma Ceci como la llaman sus educandos.

Para asistir a las dos comunidades, sale de su casa en Camalote y en camioneta pasajera se traslada a la cabecera municipal de San Lucas Ojitlán, de ahí caminando media hora llega al embarcadero de la Presa “Miguel de la Madrid”, conocida como Cerro de Oro.

En chalupa de remo se va con anticipación para llegar puntual a Alfredo V. Bonfil o a Benito Juárez, dependiendo de los horarios establecidos para cada grupo, sin importar las condiciones climáticas ni el riesgo que implica cruzar la presa, con marea alta o las olas fuertes, siempre cumple su tarea de alfabetizar.

Por horas se aleja de sus hijos y esposo, quienes se organizan para compartirse las actividades del hogar, porque saben de la gran labor que realiza en beneficio de personas que están en proceso de alfabetización o que estudian la primaria o secundaria.