Una deliciosa tradición de Reyes

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En Oaxaca esta tradición no se pierde. Hoy en día podemos verla presente en muchos lugares, escuelas, oficinas públicas, empresas, hogares.

De la misma manera se pueden ver infinidad de establecimientos comerciales que ofertan este tan delicioso producto desde la noche previa a la llegada de los Reyes Magos. Las hay de muchos tamaños, de diferentes tipos, sabores y porque no, de diversos precios.

Son las tradicionales roscas de reyes con las que se celebra la festividad de la epifanía y que sin duda la noche del 6 de enero se convierte en una tradición más del fin del año y el nuevo que comienza; este día compartir la riquísima rosca de reyes y acompañarla con un sabroso chocolate calientito es todo un placer.

Aun cuando la rosca tiene un origen europeo ha sido una de las tradiciones religiosas que se inculcaron y quedaron arraigadas en los pueblos prehispánicos.

Las roscas suelen ser redondas, aunque las hay de forma oval para que muchos de los comensales puedan disfrutar de ella. Se le decora con frutas curtidas o secas como higos, membrillos, cerezas, piña y acitrón.

Antes no era un niñito lo que se escondía, sino un dulce o un haba que se colocaba dentro del pan y se cree que representaba el “esconder” al niño dios para protegerlo de Herodes, el problema era que muchos se tragaban el dulce o el haba y ahí se terminaba toda la tradición por lo que se empezaron a colocar niñitos de pasta, porcelana o plástico.

El día 6 de enero también se acostumbra “levantar al niño”, es decir ese día se retira el nacimiento y en muchos lugares el niño Dios es entregado a los padrinos que se habían escogido desde Navidad, para que el 2 de febrero, durante la fiesta de la Candelaria, lo vistan elegantemente y según la tradición cristiana lo lleven a bendecir al templo como sucedió con Jesús, que a los 40 días de nacido fue presentado con los sacerdotes.

Otras fuentes consultadas señalan que después que los Reyes adoraron a Jesús, los primeros cristianos tomaron un poco de esta tradición y la mezclaron con la celebración de la Epifanía: cambiaron el pan ázimo por pan de harina blanca y levadura, cocida en forma de rosca, endulzándolo con miel y adornándolo con frutos del desierto.

Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. Los confites son las distracciones del mundo, que nos impiden encontrar a Jesús.