¿Elección predefinida?

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Uriel Pérez García 

A poco más de dos semanas de llevarse a cabo la elección de la gubernatura del estado, en poco o nada han influido las campañas electorales en el ánimo de la ciudadanía que percibe un clima de una elección predefinida, en el que ya se vislumbran los resultados y donde aunado al desprecio que han mostrado los principales candidatos con su ausencia en los debates, hacen de este un proceso electoral acartonado.

En primer lugar hay que señalar que se trata de una elección atípica donde únicamente se renueva la titularidad del poder ejecutivo, que aun con la importancia que reviste la renovación de la primera magistratura, la ciudadanía se comenzaba a acostumbrar a la mayor efervescencia que suele desatar una elección concurrente donde se ponen en juego las presidencias municipales, que de por sí suelen ser más atractivas en el terreno de la discusión política por la cercanía que reviste la renovación de dichos cargos.

Pero además de lo anterior, un ingrediente que complementa este clima es que se percibe una atmósfera de una elección predefinida, que se genera no solo a nivel de las encuestas, si no porque se tiene cierto grado de certidumbre y confianza en que el partido Morena continuará con la tendencia de votación que le ha favorecido en el estado.

Por otra parte, hay que señalar que aun cuando el candidato del partido en el gobierno actual se sitúa en segundo lugar, hay una distancia considerable que lo separa del primero y que al parecer que no se reducirá en los próximos días que restan a la campaña, es decir los porcentajes que marcan los ejercicios demoscópicos, difícilmente podrán variar de manera significativa en menos de 20 días.

En este sentido, podemos decir que nos situamos ante una campaña acartonada, sin estrategias que ameriten llamar la atención o que enciendan el clima de una auténtica contienda electoral; por un lado vemos a un candidato puntero muy confiado de que tiene el triunfo asegurado el próximo 5 de junio; mientras que por otro lado tenemos al resto de las candidaturas sin un ánimo de confrontación directa con ideas y propuestas serias.

Es decir, no vemos una campaña aguerrida en términos discursivos, si bien es cierto que las descalificaciones por encima de las propuestas no pueden faltar como en toda campaña, también vemos que lo único que de pronto surge son simples ocurrencias para intentar situarse en la agenda pública, pero sin mayor impacto que se registre en el ánimo del electorado.

En estas campañas acartonadas, ha habido un desaire mutuo: tanto de parte de la ciudadanía que junto con esta percepción de elección predefinida, muestra cierto desinterés y hastío ante las promesas políticas; mientras que por otro lado, y todavía más preocupante, una clase política que también al verse confiada en los resultados hace el desaire a la ciudadanía. Muestra de lo anterior es la cancelación del primer debate programado por la autoridad electoral, ante la ausencia de casi todos los candidatos y candidatas.

Lo mismo sucedió en los siguientes debates, organizados por la Universidad Anahuac, y el realizado en la Benemérita Universidad de Oaxaca, donde no asistieron los principales competidores de la contienda, en un claro desprecio no solo a los espacios académicos, si no a la sociedad que busca respuestas y propuestas ante diversos cuestionamientos, para definir su voto.

Sabemos que nada está escrito en política, recordemos que al momento de la definición de candidaturas se produjeron ciertas fisuras al interior del partido puntero, mientras que por otra parte habría que estar atentos a una posible fragmentación del voto, pero definitivamente el resto de candidatos y candidatas necesitan apretar el paso.

Además, habrá que estar atentos en cómo influirá en el nivel de abstencionismo esta percepción de una elección predefinida, en un escenario que manda el mensaje de que poco o nada influirá el sufragio de los votantes el día de la jornada electoral, máxime ante el lamentable y reprobable desdén a debatir que desde la posición de candidatos hacen a la ciudadanía quienes aspiran a representarles.

La lección es que se hace necesario trabajar en fomentar un mayor nivel de cultura política, poniendo énfasis en que desde nuestros espacios debemos exigir más a las y los candidatos, sobre todo hacernos de la información que nos permita arribar a unos comicios en los que la ciudadanía decida con base en resultados y acciones que han realizado los hoy competidores y no solo por las expectativas.