Fin del régimen de Kadhafi  -2da. parte-

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Antonio Moreno Castañeda

La historia reciente de Libia bajo el gobierno de Kadhafi estuvo determinada por un régimen político singular, fuertes intereses creados debido a diversos elementos geopolíticos, como el hecho de estar este país ubicado, estratégicamente, en el norte de África, contar con recursos petroleros de importancia mundial, además de gas, y algo de lo que se habla poco pero que es de gran importancia: grandes reservas de agua dulce.

El régimen de Kadhafi buscó conjugar una versión propia de socialismo con la religión musulmana –mayoritaria en este país-, buscó legitimarse a través de una democracia, formalmente, directa, aunque en los hechos Libia en esos años estuvo marcada por la voluntad del líder; fue este un régimen que llegó a violar los derechos humanos y en el que hubo corrupción, facilitada esta última por la riqueza petrolera, sin embargo este gobierno también elevó el nivel de vida de su población gracias, también, a esta misma riqueza petrolera, logrando alfabetizar a un alto porcentaje de su población.

Fue este gobierno de Kadhafi, un régimen que no intentó democratizarce a tiempo, fue un régimen con muchos cambios de rumbo en su política exterior, además de ser un gobierno donde existieron traiciones de todo tipo, siendo uno de los casos más importantes en del Coronel Jalifa Belqasim Haftar, compañero de Kadhafi desde el inicio de su gobierno, comandante de las fuerzas libias en Chad hasta 1987, estas fuerzas comandadas por Haftar fueron derrotadas por fuerzas chadianas apoyadas por Francia, Haftar y sus tropas fueron apresados por los chadianos respaldados por el gobierno galo, desde ese momento Kadhafi consideró a Haftar un traidor y lo abandonó a su suerte, tiempo después este último se “cobraría” la afrenta.

La denominada “primavera árabe” o el “invierno de la CIA” –según se le quiera ver-, llegó a Libia en febrero de 2011, comenzando con protestas en demanda de la democratización de la vida política del país en cuestión, protestas “pacíficas”, según algunos medios occidentales, pero según analistas como Samir Amín jamás fueron pacíficas: “Desde un inicios, los supuestos movimientos de revuelta libios, que en realidad no eran ni populares ni pacifistas, sino que estaban constituidos por pequeños grupos armados, se enfrentaron a las fuerzas del orden (policía y ejército) y, con el mismo impulso, el mismo día de su irrupción llamaron en su auxilio a las fuerzas de la OTAN.

” (Amín, Samir. “¿Tienen futuro las revoluciones árabes?”. pag. 19) La guerra civil estalló, Al Qaeda fue uno de los grupos que encabezó la rebelión, terminando aliado con el gobierno estadounidense -¿dónde quedó lo del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York?-, el Coronel Haftar se vengó de Kadhafi al aliarse con Estados Unidos liderando parte de la insurrección; la OTAN intervino respaldando a los rebeldes, esta alianza militar bombardeo a las fuerzas de gubernamentales, para supuestamente proteger a la población civil.

La OTAN contó con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, la Federación Rusa y China cometieron el error de no oponerse con fuerza a esta intervención de las potencias occidentales, llegando al desenlace conocido: la derrota y el asesinato de Kadhafi, la fragmentación de Libia en pequeños territorios controlados por las diversas facciones guerreando entre sí, ningún avance democrático, y la entrega paulatina de los principales recursos naturales libios (petróleo, gas y agua dulce) a las potencias occidentales.