Una noche en la palma de la montaña

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Por Comunicado

Son la una de la mañana del viernes 5 de enero, preparamos la mochila gracias al apoyo y asesoría de Alberto Jarquín, no se siente que la llevas en la espada tiene suficientes bolsas para llevar lo que necesites.

Así iniciamos los preparativos para participar en la Ultra Grand Marathon 2016 100 kilómetros, comenzamos a cargarla con cosas de supervivencia y lo primero que se me vino en mente fue la navaja por eso de los pumas (y en realidad si existen en aquellas montañas ).

Cortavientos, barras, geles, gomitas, 2 lámparas, dos recipientes de agua, manta térmica , una pomada del tigre, una gorra el sol, mi reloj ‪‎Sunnto Ambit , cargadores, los Adidas Kanadia y mi ipod forman parte del equipaje de la travesía.

Adicionalmente prepare una maleta con ropa de repuesto, otro par de tenis , nutella , pan , atunes esta maleta esperaba dársela a Karina Gamas para que me apoyara y lo enviara a uno de nuestros puntos de chequeo, tenía tanta ansiedad que cene un pozole y una tlayuda para tener energías para el reto del siguiente día.

Me levante a las 5 de la mañana, tenía trabajo, todo marchaba con normalidad sin embargo esperaba que diera la hora de salida para hacerle frente a mi reto dieron las 3:30 ya en camino,( cuando quieres ir más rápido es cuando hay mas trafico.

Llegue rayando a las 4:15, mi familia estaba ahí esperando, Lalo mi hijo decía “mami, mi papa está loco” (jajaja y creo que sí, amo las montañas) le pedí el favor a Rubén Toledo para que llevara mi maleta a el siguiente punto de control.

Fui a registrarme, mi número el 20 (¿Será que correré 20 ultras?) ahí estaba Steve Nox y yo muy emocionado por mi primer ultramaratón y con las lagrimas en los ojos lo abracé, me dio ánimos y nos fuimos a la línea de meta.

Una gran emoción me invadía, era totalmente diferente a la que sentí cuando corrí mi primer maratón, gritaba, reía y también lloraba, todos mis amigos estaban ahí.

Pepe Ojeda me prestó su cámara la que capturaría las imágenes de esta aventura.

Después de un gran preámbulo, Jorge Abdala Marín dio la salida, salimos corriendo y pensando en mantener un ritmo bajo para sobrevivir a esos 100 kilómetros, a escasos  se integró mi equipo Angelica Román y Sergio Pérez Luna ,los tres pensamos igual aguantar el paso para no cansarnos.

Iniciamos con un ritmo de 5.40, el camino rural con una pequeña pendiente y nos adentramos a la montaña cruzando la presa, algo pasaba Angélica no corría como acostumbraba y le pregunte si estaba estresada.

Me dijo que tenía un dolor en la pantorrilla y nos paramos, saqué la pomada y se la apliqué, después de eso corrió como una gacela y en el kilómetros 13 iniciaba la subida. Se terminaron las marcas y continuamos con el recorrido, por un momento pensamos que nos habíamos extraviado, la noche cayó y el frío inicio tuve que cambiar mi short por mis mallas.

Seguíamos subiendo hacia Nevería, pero íbamos a paso lento no teníamos la confianza suficiente no había señalización, no quería desanimar a mi equipo pues parecía que estábamos extraviados, ellos querían regresar hasta el último lugar marcado pero era perder 5 kilómetros así que decidimos continuar en la senda.

Metros más adelante encontré un pedazo de gel y los ánimos subieron , luego la única piedra en 3 kilómetros marcada, lo demás fue alegría (íbamos por buen camino , aun que habíamos perdido tiempo).

El reloj marcaba presión atmosférica y significa lluvia, llegando a Nevería el frio era intenso el reloj marcaba 4 grados y fue una emoción poner la firma y la hora de llegada en la hoja de registro, observe que nos llevaban 1 hora y 30 minutos de ventaja los demás corredores (bueno los que iban a delante de nosotros) teníamos que recuperar tiempos, la bajada nuestra mejor arma los tres tenemos grandes zancadas en las bajadas.

Con la finalidad de no cansarme en la subida no lleve hidratación, fue en Nevería en donde llené mis dos botes de agua de 500 mililitros, agradezco a la comunidad de Neveria sus atenciones y desvelos para que estos locos corredores pasaran por su territorio.

El reloj marcó 17 kilómetros, nuestra próxima parada era Latuvi, el descenso empezó y la obscuridad de la noche nuestra compañera , los búhos y los grillos nuestros guardianes, llegamos a Latuvi con un tiempo de 5 horas 42 minutos y 26.23 kilómetros recorridos y firmamos las hojas de registro y cambiamos de lámpara.

Era hora de alimentarnos, lo fuerte estaba por llegar.

Restaban 25 kilómetros para llegar a Santa Catarina Lachatao, un poco de atún, pan y no podría faltar un delicioso chocolate, estábamos preparando nuestra poción mágica, agua, sal y miel Horus, (suero casero, pero con mucho power).

Llego David Cruz y Ofe Bautista a apoyar a los corredores, recibí un gran abrazo de parte de estos queridos amigos, esto me volvió a cargar de energía, compartimos la misma pasión y son unos grandes amigos.

Salimos rumbo a nuestro último punto de control, los 50 kilómetros, durante este recorrido constantemente veía el reloj quería llegar al destino y Angélica tomó la delantera y empezó a correr, fue nuestra pacer entre platicas y consejos.

Llegamos al kilómetro 42 y grité: ¡Ya somos maratonistas!

Unas luces a lo lejos se veían venir , era el Fausto Gallardo, adelante con todo “Mi Pony” gritamos , se paró un rato y le pregunte ¿Cómo vas? ,”bien solo que me perdí 5 kilómetros allá abajo pero ahí vamos”.

Se tomó la foto para el Facebook y salió volando no sin antes decir que ya estábamos cerca.

Continuamos con nuestro recorrido, otras luces se vieron y era Mario Meneses, nos saludamos y continuó su recorrido y minutos más tarde encontramos a los ultramaratonistas Steve Nox y Octaviano Robles, un grito, un saludo y la vibra.

Más motivado no podría estar, nos encontramos a Uriel López Crisanto y Charles Boll, después Alfredo Ruiz Ríos y ya estábamos entrando a territorios de Lachatao lo reconocimos al pasar por la mina y la luces al fondo, entonces pasaron Sergio Ramírez Torres y Karina Gamas, iban a tope.

Nosotros llegamos al punto de control y Luis Vargas y Noemí Castro Hernández saliendo, nos registramos y cenamos teníamos que descansar 20 minutos , pero entre la plática y los alimentos se nos fue el tiempo y no habíamos descansado.

Dentro de las instalaciones del restaurante había una colchoneta, pedimos unas cobijas y le dijimos que nos despertaran en unos 30 minutos, sin embargo fue hasta la hora que nos despertaron (estábamos muy cansados).

Me pare como rayo  y me puse pomada en las piernas, preparé la poción para el regreso, pagamos la cena y dimos gracias a esos colaboradores que apoyaron en el abasto.

Ya de regreso, tomé la delantera tratando de jalar al equipo pero no teníamos una velocidad constante, unas luces nuevamente iluminaron nuestro camino y eran tres corredores de 100 kilómetros que iban hacia Lachatao, les deseamos éxito y mucha vibra.

Eran las 5:30 a.m y no habíamos llegado a Latuvi, la segunda lámpara estaba dando las últimas y se apagó pero empezaba a salir el sol. Continuamos el recorrido, una subida muy pesada y llegamos a latuvi.

Eran las 6:50 a.m y  mis pies hiervan, necesitaba un masaje, saqué la pomada para administrar un poco y calmar esa sensación cuando vemos llegar a Carlos González, gran atleta que a pesar de su condición física no deja de sorprenderme.

A su entrada nos ve y en lugar de alimentarse se ofrece a darme un masaje (Carlos estoy infinitamente agradecido con tus atenciones, eres un gran ser humano), a veces esperas mucho de alguien y recibes mas de quien menos esperas.

Esperamos que Carlos se alimentara e hidratara y continuamos el recorrido con él, hasta el momento en que dijo que nos adelantáramos. el reloj solo marcó los 62 kilómetros de recorrido y mis compañeros estaban cansados al igual que yo.

Debíamos estar a tiempo antes de que cerraran el check point de Neveria, teníamos hasta las 10 de la mañana y si no llegábamos a tiempo adiós registro y ultra. Me adelante ya que no quería perder mi registro pero a la vez no quería dejar al equipo.

La subida de Latuvi a Neveria era lo más pesado, caminé y me alcanzaron justo a tiempo, entramos los tres a registrarnos 9:55, nos hidratamos y comimos, no deberíamos tardar.

Saliendo de Nevería, la bajada nuevamente era nuestra, Angélica tomó la delantera y nos guió hasta llegar a la casita ya cerca de la meta, nos alcanzaron algunos corredores de 15 kilómetros que se habían extraviado (Al menos no llegaríamos solos).

Llegando a la casita, fueron los 8 kilómetros más duros y difíciles, el sol era agobiante y los pies ardían, Tlalixtac y la meta cada vez más cerca pero para nosotros era eterno el recorrido y al fin llegamos.

La emoción me invadió al entrar a la meta, estallé en llanto y ahí estaba Noé Torres, muchas gracias por ese abrazo con que me recibiste,  con el mismo gran cariño que te tengo, siempre estaré agradecido con ese gesto de amistad.

A veces esperas mucho de alguien y recibes más de quien menos esperas.

Hoy puedo decir que soy un ‪ultramaratonista y gracias a todos ustedes que me apoyaron incondicionalmente, a los que me mandaron mensajes, a los que llamaron, a los que me gritaban en el recorrido, a todos muchas gracias y  hoy comparto con ustedes mi aventura.

‎Yo soy corredor de montaña… ultramaratonista.