Fogonero: Transparencia estúpida en un infierno que dicen que todavía está leve

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Por Rodrigo Islas Brito

Chapo en el camión, Chapo en la cocina económica, Chapo en la avenida, Chapo en la iglesia, Chapo en el banco, Chapo en la escuela. Chapo, Chapo, Chapo.

Y yo ya me pregunto si realmente existe el maldito y bendito Chapo, si Joaquín Guzmán Loera no es un invento más (el más genial) de esta matrix conectada a la nada en la cual hoy sobrevivimos.

Apenas cumplió este sábado una semana de fugado del penal de más alta seguridad del país (del que se escapo al mejor estilo de villano del Inspector Ardilla) y parece que ya fue un mes.

La noticia agarró a nuestro preciso cada vez mas impreciso, Enrique Peña Nieto en pleno vuelo a París, Francia, en uno más de sus viajes virreinales- intercontinentales de corte numerosa, hechos con el expreso propósito de terminar de hipotecar del país lo que se pueda y hasta lo que no se pueda.

Miguel Ángel Osorio Chong, (secretario de gobernación al quien desde el día de la fuga chaplanetaria, lo han estado cafeteando gacho, pero que ya dijo que no va a renunciar porque rajarse no es de chinos, ni de mexicanos) no pudo ni salir a comerse un baguette a la ciudad Luz, y se tuvo que regresar en friega a tratar de parchar (otra vez) este Titanic de hundimiento prolongado en el que se han convertido nuestro México lindo y perdido.

Peña, en su campaña de “bésenme la mano, compatriotas” emprendida gracias al arresto del Chapo registrado el año pasado y al cual el vocero gubernamental Joaquín López Doriga calificó como un logro sin precedentes en materia de seguridad nacional, había dicho que sería imperdonable que el Chapo se le volviera a pelar al Estado, y ahora que se les volvió a pelar, primero dijo que era una afrenta, y luego cuando regreso de una más de sus ya acostumbrados escapes europeos de opacidad, lujo y oropel, salió con la friolera de “aquí no vamos a resolver este tema sólo mediante enojos y llenándonos de ira”.

Traducción. El que no sea un idiota que tire la primera piedra. Como la tiró el comisionado de seguridad nacional, Monte Alejandro Rubiño, quien a unas horas de la fuga del narcotraficante, dio una conferencia donde leyó en un comunicado los primeros pormenores del escape para al final no aceptar preguntas y rematarlo todo con “seguiremos informando con la misma transparencia de siempre”.

Como la tiró la procuradora Arely Gómez con su cara de turístico asombro en la boca de la salida del túnel que los albañiles y ompas del Chapo cavaron con ingeniería de punta (además de un alcance y capacidad corruptora todavía de mas punta) y la precisión milimétrica para llegar en tiempo exacto a la regadera carcelaria del patrón.

Como la está tirando la Secretaría de Gobernación con sus chapotours reservados para la prensa mexicana, en donde reporteras y camarógrafos tienen la oportunidad de introducirse a las fauces del túnel más famoso del mundo para tomarse sus selfies con la moto en la cual emprendió la graciosa retirada el enemigo number one de generaciones de mexicanos, y constatar que esos sospechosismos del populacho de que el Chapo nunca estuvo en prisión, de que si estuvo se salió caminando por la puerta principal, de que si se salió caminando por la puerta hasta se tomo unos tragos con sus fans, de que si el Estado todavía existe es porque Joaquín Guzmán Loera así lo permite, no son ciertos.

Que son calumnias, teorías conspiratorias de un pueblo que se resiste a dejarse conmover por las historias de abnegación absoluta de sus gobernantes.

Ahora se sabe que el Altiplano pasó de cárcel de Altísima Seguridad a patio de cotorreo en cuanto el Chapo arribó a ella, que lo que antes no se permitía, se permitió. Que lo que antes no se compraba, se compró. Que para él ya mil veces dado por muerto durante cinco sexenios, Guzmán Loera sólo fue cosa de abrir la chequera y empezar a ganarse ánimos y voluntades.

Lo que básicamente la administración peñanietista nos está aclarando es que no es malvada ni calculadora solamente es inepta, increíblemente inepta (y corrompida hasta el tuétano, por supuesto). Por lo pronto ya está la caza de brujas para agarrar a los cómplices del Chapo, en la que seguramente no va a caer nadie de alto perfil, como no cayó cuando agarraron al narco en la casa de una de sus parejas sentimentales, el año pasado.

Hoy los medios internacionales hablan de que esto es la antesala del final del gobierno de Enrique Peña Nieto, concentrado hoy en reformas que apuntan a privatizarlo todo (con sus respectivas mochadas) incluido el desde hace más de veinte años disminuido Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero esos medios no viven en México.

¿Que si lo de la fuga del Chapo es una cortina de humo para dejar caer las reformas? Eso es idealizar demasiado el escenario, más bien suena a una más de las sinvergüenzadas que este sexenio de un presidente que gano por guapo, nos tiene voluntaria o involuntariamente preparadas.

En un mundo ideal, después de tantas demostraciones de que la estructura del Estado mexicano está hecha más de papel que de otra cosa (casas blancas, desapariciones masivas, inversiones de “un millón de millones” el cosmético Enrique Pela Nieto ya hubiera renunciado.

Pero en el real, en el mundo esquizofrénico mexicano donde hubo memes y comentarios en las redes sociales que hablaban y pedían de que libre el narco Guzmán Loera su primer paso sería ir a ajusticiar y despelucar el toupee raccoon de Donald Trump, cuyo protagonismo calculadamente imbécil tuvo la osadía exacta de calificar a nuestra suave patria como un país de narcos.

En el universo donde lo que muchos escuchamos de la persona de al lado al enterarnos de la fuga del año, es que “ese Chapo (asesino despiadado y degollador muy aplicado) si era un chingón” y en Taiwan arman juegos de videos chaquetos respecto a las bondades de evasión del sistema penitenciario mexicano.

En mapas llenos de fosas que conducen a otras fosas que a su vez devienen de otras fosas de exterminio. En este país al que se lo han de comer los gusanos (y que ya se lo están comiendo) nada va a despertar cuando ya todo está explotando.

Por lo pronto las grandes matanzas entre grupos de narcos (y los que se atraviesen) a raíz de la vuelta a la circulación del capo de capos todavía no llegan. Al parecer el Chapo primero hará por ponerse cómodo y después empezar a retomar su negocio global (bien decía una amiga que los narcos no son solo mexicanos) sino es que los Peña soldiers logran agarrarlo antes, en cuyo caso lo único que tendrá que hacer el señor Guzmán será volverse a escapar después.

En lo personal, hoy más que nunca requiero de las enseñanzas de un amigo de la adolescencia, a quien siempre que yo, rebasado por mi espíritu apocalíptico, asustado por una mala cara, o un ambiente pesado, o dos tipos con navaja, le decía que “la cosa se estaba poniendo fea” , él siempre respondía con un “nel, esta leve”