Música por muerte: DISARM

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“Es muy fácil ser seducido por las armas. El trabajo del arte y la creatividad es como puedes convertir tus instintos de muerte en instintos de creación”.

Comenta el artista visual Pedro Reyes en la cápsula documental sobre Disarm, su propuesta de trasformación psicológica y social, se transmitió previa a su presentación al público oaxaqueño llevada a cabo el pasado sábado en el concierto de Ximena Sariñana y Los Ángeles Azules, organizado por el Festival Catapulta Fest.

La propuesta es la música emitida por instrumentos musicales que antes eran armas de asalto, “en una redención de ese metal que te podía haber matado a ti o a mí”.

Impulsado por el éxito del proyecto “Palas por pistolas”, campaña desarrollada en Culiacán, Sinaloa, para la donación voluntaria de 1527 armas que se convirtieron en 1527 palas, con las que se sembraron 1527 árboles, Reyes recibió en el 2013, un cargamento de armas destruidas por ejercito incautadas a grupos criminales, con el que comenzó su dotación de instrumentos musicales.

Guitarra, bajo, xilófono, y una serie de mecanismos de computadora se conjugaron para dar por resultado el sonido seco de un objeto que ofrecía jazz, rock o soul, generando vida cuando meses antes sólo ofreció destrucción.

“La idea es que la gente se junte y no tenga miedo. Juntos y organizados es mucho más sencillo todo”.

Comentó durante el concierto el cocreador de Disarm, Alejandro Machorro, frente a un público que se entusiasmó con el concepto de arrancar vida donde antes solo hubo muerte.

“Sacar sonidos de los fierros es una cuestión difícil, hay que empezar a explorar a que suenan las cosas, juegas, los estrellas unos contra otros, los raspas y después empiezas a pensar que le puedes extraer”.

Comentaría el músico Edi Klister, integrante del grupo Liquits, en la cápsula de Disarm, para minutos después junto con Machorro, sacarle música a las armas recicladas donde interpretaron una muy peculiar versión del Himno Nacional Mexicano que divirtió y conmovió a los asistentes.

“La tecnología no es que sea buena o mala, todo depende como la utilices. El trabajo espiritual es decir voy a coger esta pistola que representa la idea de matarnos unos a los otros y lo voy a convertir en un instrumento que es finalmente la forma de comunicación más sofisticada que existe en el planeta”.

Resumiría Pedro Reyes, cuestión con la que al final una audiencia de cientos de personas, estuvo de acuerdo, logrando maravillarse en el proceso.