Germaín Martínez pinta con colores naturales

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Germaín Martínez vive en Huajuapan y pinta con colores naturales extraídos de la sábila, la granada y el azafrán, extrayendole los óxidos, para incrustarlos sobre el barro y mezclarlos con cal de piedra.

Sus colores son naturales, orgánicos como los procesos creativos de este pintor autodidacta que, declara sin pudor que siempre quiso ser un artista.

“Veía que la gente ponía sus tortillas hechas a mano sobre el comal y que algo blanqueaba y no se despegaba. Me sorprendí de cuánto tiempo al fuego pasaba y el comal seguía blanco.

Martínez se propuso entonces que ese comal, después de estar en una cocina, debería estar en una galería o en una oficina para decoración.

“Trabajo con la creación del sol, con la química del viento.”

El pintor asegura que, cualquier fruta existente en este planeta le puede dar un color.

“Por ejemplo la mora, cuando la destripas, si te pinta la mano, esa es la buena.

Para sus mezclas también ocupa la grana cochinilla, pero comenta que, al menos en ese componente, a su trabajo ya no le funcionan los rojos. Pues la grana con la cal se pierde y le arroja un tono rosado.

Comenta con entusiasmo, como una vez se encontró con una cascara de granada en una banqueta húmeda en la que había llovido tres días atrás.

La recogió, le agregó jugo de limón y cal, y el resultado fue un rojo marrón de una fuerza plástica que no pudo volver a conseguir.

“Trato de darle esa riqueza a los colores, nos todos me funcionan, pero el tiempo que me la paso intentándolo es lo que me da aprendizaje.”

Germaín platica de la resina, de cómo antes las raspaban de los mezquites y los encinos y ahorita ya es difícil de conseguir.

“La busco, la pasó por fuego y esto da una materia chiclosa, cristalizada.”

Se le pregunta si entonces eso lo vende como una droga, Germaín capta el chiste y ríe de buena gana.

El pintor rescata el valor comunitario de su labor, donde lo mismo ha pintado y embellecido las paredes de panaderías, restaurantes, escuelas y tienditas de la esquina.

Germaín, a quien antes no le gustaba el óleo y ahora lo puebla con trazos, que algunos califican de modiglianescos, está consciente de que está muy escondido en la bella Huajuapan, que le hace falta salir y que la gente conozca más su trabajo.

Por lo pronto, lo primero, el pintor cuenta que se tiene que ir para preparar su mezcla de tierras, azúcar y leche, con la que pinta al fresco.

“El color está en todo lo que nos rodea, solo es cosa de saberlo ver y saberlo compartir.”