Papa Francisco nombra a 20 nuevos cardenales

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El Papa aclaró hoy que el cardenalato no es una condecoración, un accesorio decorativo o una distinción honorífica, en una ceremonia durante la cual elevó a ese rango a 20 clérigos de diversas nacionalidades.

En su sermón del Consistorio, ante más de cinco mil personas congregadas en la Basílica de San Pedro del Vaticano, Francisco sostuvo que el cardenal debe ser “un perno, un punto de apoyo y un eje esencial para la vida de la comunidad”.

Entre los nuevos purpurados se encontraba el arzobispo mexicano de Michoacán, Alberto Suárez Inda, junto a otros de 14 nacionalidades distintas.

A ellos el líder católico puso en guardia ante la envidia, el orgullo y la presunción, tentaciones ante las cuales los dignatarios eclesiásticos no están inmunes. Por eso, insistió, cuanto más crece la responsabilidad en la Iglesia, “tanto más hay que ensanchar el corazón”.

Les instó a evitar el egocentrismo porque quien tiene este defecto carece de respeto y ni siquiera se da cuenta, no tiene en cuenta a los demás, a su dignidad, a su condición y sus necesidades. Estas, dijo, son personas “auto-centradas”.

“El que está ‘auto-centrado’ busca inevitablemente su propio interés, y cree que esto es normal, casi un deber. Este interés puede estar cubierto de nobles apariencias, pero en el fondo se trata siempre de interés personal”, constató.

“En cambio, la caridad te ‘des-centra’ y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo. Entonces sí, serás una persona respetuosa y preocupada por el bien de los demás”, añadió.

Según el obispo de Roma, a los pastores que están en contacto cotidiano con la gente no le faltan ocasiones para enojarse y para los cardenales, “que tienen menos disculpa”, el peligro de enojarse es aún mayor.

Advirtió contra el “peligro mortal” de la ira acumulada, que puede llevar a los clérigos a tener cuentas del mal recibido y a reaccionar impulsivamente, diciendo y haciendo “cosas que no están bien”.

“Esto no es aceptable en un hombre de Iglesia. Aunque es posible entender un enfado momentáneo que pasa rápido, no así el rencor. Que Dios nos proteja y libre de ello”, sostuvo.

“El que está llamado al servicio de gobierno en la Iglesia debe tener un fuerte sentido de la justicia, de modo que no acepte ninguna injusticia, ni siquiera la que podría ser beneficiosa para él o para la Iglesia”, estableció.