Sabor y alegría durante el XIII Festival del Mar, en Salina Cruz, Oaxaca

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Salina Cruz, Oax.- Guetabi’ngui’, empanadas de cazón, emocionados poemas zapotecos de Irma Pineda, las notas del trío Madeiras, la marimba cantando con voz de mujer, danzas con sabor prehispánico, una muestra de trajes tradicionales istmeños y las cadenciosas melodías de la Danzonera San Lorenzo, así como el concierto de Susana Harp, fueron algunas de las opciones culturales que se presentaron durante el XIII Festival del Mar, realizado del 19 al 22 en esta ciudad porteña.

Una verbena popular fue el espléndido marco de esta serie de actividades, llamadas también Encuentro de etnias, en las cuales se pudo apreciar el talento y la creatividad de artistas provenientes de la zona huave o ikoods, de la chontal, de la zoque, de los enclaves mixtecos istmeños, y por supuesto de los anfitriones zapotecos o binnizá.

Una celebración producto de la conjunción de esfuerzos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), de la Secretaría de las Culturas y Artes -del gobierno oaxaqueño-, y el ayuntamiento de este municipio.

En este sentido, el Subsecretario de Planeación Estratégica de la SECULTA, Othón Téllez, señaló que la gran apuesta del Secretario de las Culturas y Artes del gobierno estatal, Francisco Martínez Neri es canalizar recursos hacia las diversas regiones del estado con el propósito de impulsar fuertemente el desarrollo cultural.

Entrevistado al concluir el concierto de la cantante Susana Harp, el funcionario explicó que gran parte del presupuesto destinado al fomento de las actividades artísticas y culturales se ha invertido sobre todo en la capital oaxaqueña, quedando en el rezago los demás municipios y regiones.

Es cierto -agregó- que para atender a los 570 municipios de la entidad no hay dinero que alcance, pues las necesidades son tantas, y los proyectos que presentan las organizaciones civiles y las instancias culturales son muchos y muy interesantes, sin embargo siempre tenemos que pensar en una distribución equitativa de los recursos, de tal manera que podamos hacer nuestra aportación en el esfuerzo que se hace desde los municipios.

El Secretario Martínez Neri, abundó, está coordinando con gran interés el rediseño de las políticas culturales, dejando atrás inercias, afrontando nuevos retos y alentando la participación de sus colaboradores, de tal suerte que en el periodo que le resta a la actual administración estatal se puedan impulsar cambios importantes e interesantes.

Previamente los paseantes dieron cuenta de las viandas preparadas para la muestra gastronómica organizada en la plaza central; por los paladares desfilaron tamales, lisas horneadas, las empanadas ya dichas, y los dulces de almendra y de limón.

Para continuar con el buen sabor de boca, la juchiteca Irma Pineda leyó poemas en zapoteco, alternando con los compases de sus paisanos del trío Madeiras, ambas participaciones dejaron anclado a un público que permaneció entusiasta y con el ánimo a toda vela, a lo largo de la jornada festivalera.

Más tarde, la Marimba de los hermanos Leyto, recordó aquellos versos de las maderas que cantan con voz de mujer, mientras por los teclados danzaban los bolillos una casi interminable sucesión de pequeñas percusiones melódicas.

Luego vinieron: el grupo Winigola, de Ixtepec, la muestra de los trajes con que enjaezan sus fiestas las mujeres del Istmo y las danzas prehispánicas traídas por jóvenes espinaleños, para terminar con esos aires venidos de la mar Caribe que rememoraron los integrantes de la Danzonera San Lorenzo, llegados precisamente de San Lorenzo Cacaotepec.

También los shuncos y shuncas -como se llaman a sí mismos los originarios de esta tierra porteña- ya habían saboreado una velada inolvidable con la banda infantil y juvenil Santa Catalina -de Santa María Mixtequilla-, quienes han tenido ya un largo recorrido por escenarios nacionales e internacionales.

Se emocionaron también con la participación de los niños y niñas de la marimba “Pequeña mixteca”, provenientes igualmente de la nombrada Venecia istmeña, cuyas magníficas ejecuciones incluyeron los popurrís: sureño, mexicano y veracruzano.

Y el ánimo del público se incendió de gusto cuando la cantante Susana Harp salió al escenario con un traje istmeño estilizado, con bordados de hilo de seda, e interpretó una selección de piezas oaxaqueñas, salpicadas con Mi ciudad, de Guadalupe Trigo, y Fina estampa, de Chabuca Granda.

Mas no todo estaba dicho, al interpretar la artista Petrona de neza guete’, en la dulce lengua diidxazá, el público dejó desbordar su entusiasmo y su corazón se desgranó en aplausos para agradecer el regalo, ahí, la llovizna amenazante se convirtió en lluvia de alegría que inundó la plaza.

Una fiesta del alma y del corazón durante cuatro días. Un festival que dejó más que satisfechos a organizadores y asistentes. Un encuentro cultural de las etnias avecindadas en esta región tropical. Una promesa que seguramente se cumplirá para la edición catorce a celebrarse el próximo diciembre. Un hasta luego pleno de felicidad.