En Oaxaca la indignación vuelve a encenderse. La muerte de Andrea Tamara Balderas Alegría en los separos de la Policía Municipal de Salina Cruz, ocurrida este 12 de septiembre, revive el recuerdo aún abierto del caso de Abigail Hay Urrutia, fallecida en las mismas condiciones en agosto de 2022. Dos mujeres, dos historias distintas, pero un mismo escenario: la cárcel municipal y una corporación cuestionada por su falta de preparación y transparencia.
Resulta incomprensible que, tres años después de la muerte de Abigail, el municipio no haya aprendido la lección. No hubo protocolos claros, no hubo capacitación suficiente y, lo más grave, no hubo voluntad de rendir cuentas. La muerte de Andrea evidencia que la estructura policial sigue operando bajo la misma lógica de improvisación y opacidad.
La versión oficial, como suele suceder, se maneja con hermetismo. Las autoridades hablan de investigaciones en curso, de elementos presentados ante el Ministerio Público, pero no ofrecen explicaciones contundentes ni asumen responsabilidades políticas. Se limitan a señalar que la Fiscalía “ya investiga”, mientras la confianza ciudadana se derrumba.
¿Cómo confiar en una corporación que, en lugar de garantizar la integridad de las personas bajo su resguardo, las devuelve muertas? ¿Cómo sostener que son casos aislados cuando el mismo patrón se repite en el mismo municipio y bajo la misma autoridad?
Salina Cruz se ha convertido en el espejo de una crisis mayor: policías municipales sin preparación para tratar con perspectiva de género, sin protocolos de actuación frente a mujeres detenidas y con una alarmante ausencia de controles internos. Y cuando ocurre una tragedia, el silencio y la opacidad son la norma.
La justicia para Abigail y Andrea no solo pasa por procesos ministeriales. Pasa por reconocer que la policía municipal de Salina Cruz es incapaz de cumplir con la responsabilidad más básica: proteger la vida de quienes quedan bajo su custodia.
La pregunta incómoda es si el Estado de Oaxaca seguirá tolerando esta negligencia disfrazada de “investigación en curso”, o si finalmente se atreverá a intervenir de fondo para evitar que la historia se repita con otro nombre y otro rostro.




















