Claudia Galguera
En un país donde más del 56% de los hogares tiene algún tipo de deuda (INEGI, 2023), donde millones viven al día y donde el acceso al crédito formal aún es limitado para gran parte de la población, hablar de educación financiera no es un lujo, es una necesidad urgente. Pero si de verdad queremos construir un México con personas capaces de tomar decisiones económicas informadas, debemos empezar desde casa, desde la infancia y la adolescencia. En mi experiencia personal recuerdo poco que este tema fuera parte de mi educación escolar o de casa, y nunca fue un tema prioritario aprender sobre ahorro e inversión a corta edad. La realidad es que en la edad adulta se requiere de una verdadera reprogramación mental para adquirir estos importantes hábitos financieros.
¿Por qué empezar tan temprano?
Las decisiones económicas que tomamos de adultos —cómo gastamos, cuánto ahorramos, cómo usamos una tarjeta de crédito o si entendemos lo que es una tasa de interés— no aparecen por arte de magia al cumplir 18 años. Son el resultado de hábitos, ejemplos y creencias que se siembran desde la infancia.
Según la OECD (2023), las habilidades financieras comienzan a desarrollarse desde los 7 años y se fortalecen si en casa se habla de dinero con naturalidad y responsabilidad. Sin embargo, en México, aún existe un fuerte tabú alrededor del dinero en el hogar, como si fuera un tema reservado solo para adultos o asociado exclusivamente a problemas.
Los datos no mienten:
• Solo el 32% de los jóvenes mexicanos entre 15 y 29 años tiene conocimientos básicos de educación financiera, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF, 2021).
• Apenas 4 de cada 10 adultos mexicanos lleva un presupuesto o registro de gastos (CONDUSEF, 2022).
• Más del 60% de las personas en México no cuenta con un fondo de ahorro para emergencias, lo cual los hace altamente vulnerables a cualquier imprevisto económico (Banco Mundial, 2022).
Esto nos dice algo claro: los adultos no aprendieron a tiempo, y estamos repitiendo el patrón. Por eso, hablar con nuestras hijas e hijos sobre el valor del dinero, el trabajo, el ahorro y la planeación es tan importante como enseñarles a leer o a respetar a los demás, porque los temas financieros los van a acompañar toda su vida.
¿Cómo empezar desde casa?
1. Hablar abiertamente sobre el dinero, sin miedo ni juicios. Que sepan cuánto cuesta algo, cómo se planea una compra o por qué a veces se debe esperar para adquirir algo.
2. Darles una mesada o “dinero controlado” y dejar que cometan pequeños errores. Es la mejor forma de aprender el valor del ahorro y la diferencia entre “quiero” y “necesito”.
3. Incluirles en decisiones familiares pequeñas, como elegir entre marcas, comparar precios o hacer un presupuesto para una salida. Involucrarlos es formar criterio.
4. Fomentar el ahorro con metas visibles y alcanzables. Una alcancía no es sólo un recipiente, es un símbolo de esfuerzo, paciencia y recompensa.
5. Usar herramientas digitales y lúdicas. Existen apps, cuentos y juegos que enseñan educación financiera de forma divertida y adaptada a cada edad. La Condusef y el Banco de México ofrecen materiales gratuitos y didácticos en línea.
Educar para formar ciudadanos responsables
La educación financiera infantil no es solo para que aprendan a ahorrar, es para que entiendan la lógica del mundo en el que vivirán: un entorno de consumo, crédito, oportunidades y riesgos. Es formar ciudadanos con herramientas para evitar la pobreza, planear su futuro y participar activamente en la economía.
Además, en tiempos de crisis económica, inflación persistente y aumento del endeudamiento familiar, como los que vivimos en 2025, tener hijos financieramente educados es un acto de resiliencia y prevención.
Como alguien a quien la educación financiera le ha llevado una vida aprenderla, entenderla y emplearla, creo firmemente que el enseñar a nuestras hijas e hijos sobre dinero desde temprana edad es enseñarles libertad, responsabilidad y futuro, los padre y madres de estos tiempos, con gran cantidad de información disponible sobre esta materia, pueden formar generaciones que no solo sepan ganar dinero y ahorrarlo, sino también hacerlo rendir con conciencia y propósito.
Claudia Galguera