Voy derecho

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Reforma

El ciberataque a los servidores de Sedena debería ser suficiente para pausar la decisión de darle una transitoria justificación constitucional a la militarización de la seguridad pública hasta el 2028. Lo primero sería hacer una investigación para entender cómo fue posible tan gigantesco robo de información.

¿Cuántas otras vulnerabilidades no se esconden tras la opacidad de las Fuerzas Armadas? A diferencia de otras democracias, el secretario de la Defensa en México es un militar en activo. Se gestionan en un mundo aparte. Por ello la información filtrada, e irá saliendo mucha más, nos dará elementos para saber qué tanta confianza se puede tener en los militares. ¿Tienen las competencias para hacerse cargo de tantas y crecientes funciones y hacerlo dentro de la legalidad?

AMLO ha optado por minimizar el problema y seguir su camino. Ni una investigación amerita, dice. No quiere reconocer su importancia. Mientras, consiguieron los votos en el Senado para reformar la Constitución.

Seguiremos teniendo altos niveles delictivos por no aprovechar este momento para hacer un análisis serio de cómo resolver nuestro grave problema de seguridad pública. Para enfrentarlo hay que fortalecer las instituciones estatales y municipales en la materia. Lo agregado al respecto en el Senado es insuficiente. AMLO en los hechos no acepta siquiera nombrar a un secretario de Seguridad que no provenga de las Fuerzas Armadas.

Los resultados de la estrategia de seguridad hasta ahora son pobres. Sin embargo, AMLO va derecho, no se quita. Es el sello de la casa.

Los ejemplos sobran. Si es complicado que el Tren Maya acceda a Mérida y Campeche, dos de los destinos urbanos más importantes del absurdo circuito ferroviario, la solución es pasarse de largo. Lo importante es terminar, aunque acabe costando más y sirviendo menos de lo esperado.

Lo mal planeado tiene costos altos para el erario y la población. Por increíble que parezca, destruyeron el Seguro Popular y crearon el Insabi sin siquiera saber cómo iba a operar. No aprendieron. Ya están en otra improvisación. El desastre se manifiesta en dinero tirado, medicinas caducas y falta de servicios médicos.

Lo importante para AMLO es convencer a su público de que se está cumpliendo. Si había una fecha ya comprometida, se inaugura la refinería, aunque esté lejos de poder operar.

Los costos políticos de la falta de planeación y discusión de las políticas públicas han sido bajos. El electorado lo ha castigado poco por no cumplir sus grandes promesas en materia de crecimiento, combate a la pobreza, corrupción y seguridad.

El gobierno tiene el control de la narrativa, el foro, la agenda y las instituciones clave. Ahora viene el siguiente esfuerzo: tener una ley electoral a modo. Hay un solo fin: el triunfo de Morena en el 2024.

La estrategia política está funcionando. Morena es, por mucho, el partido más fuerte. Han podido romper la alianza legislativa de la oposición y recordarle a la ciudadanía que el PRI y el PAN fueron derrotados en el 2018 por sus historias de corrupción. Que un partido con tanta ventaja quiera reglas electorales a su medida no deja de sorprender. ¿Prefieren erosionar su legitimidad que arriesgarse a jugar con reglas parejas?

El sexenio terminará en medio de una gran incertidumbre en el mundo. Se acabó el ciclo de alto crecimiento de Estados Unidos y de tasas de interés bajas. En Europa hay una guerra y riesgos de escalamiento no vistos desde hace décadas. Qué tan seria vaya a ser la recesión, nadie lo sabe.

En los siguientes dos años este complicado entorno va a requerir flexibilidad y capacidad de reacción frente a los problemas, los nuevos y los viejos. Si AMLO insiste en seguir derecho y no virar para aprovechar las oportunidades que nos sigue dando el realineamiento de la economía mundial, puede estrellarse contra un muro. El impacto puede ser muy costoso para todos.