Paramédicos viven entre la saturación y la soledad; atienden hasta 40 llamados al día

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Excelsior

CIUDAD DE MÉXICO.- “¡Hoy tiembla!” era su frase y recordatorio con el que paramédicos de la Ciudad de México comenzaban cada jornada, para tener presente que siempre debían estar listos. No fue un sismo, lo que puso a prueba su capacidad para reaccionar ante una emergencia sanitaria, sino una pandemia, precisamente, la amenaza que creían más lejana.

Sus nombres son Rubén Rodríguez y Guido Sánchez. Sus agrupaciones Cruz Roja Mexicana y el Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas, ERUM. Ellos son parte de los rostros del engranaje de la red de ambulancias en la Ciudad de México, que traslada a los pacientes con COVID-19.

Detrás de las sirenas que se han apoderado de la cotidianidad de la capital está la abrumadora soledad que viven paramédicos de la Cruz Roja. Al término de cada turno llegan a habitaciones de hoteles vacíos, que les han sido donados para evitar poner en riesgo a sus familias.

Esta vez ni siquiera hay huéspedes y es casi nulo el personal de los hoteles. Visitantes y empleados fueron quienes dieron más apoyo y ánimo a los paramédicos, durante las labores de rescate en el sismo del 19-S. Sus recados hechos a manos con caritas sonrientes, en las que se leía “¡Muchas gracias! a nombre de México” eran muchas veces lo que podría alegrarles en un día, en el cual pasaron horas, bajo los escombros buscando a los sobrevivientes.

En tiempos de COVID-19 la realidad es muy distinta. Se van a la cama solos, despiertan solos y regresan solos a las ambulancias. Sus parejas son las que se han encargado de atender la casa y a los hijos, sin su apoyo incondicional, sería imposible estar en la primera línea de la pandemia. Los paramédicos llevan diez semanas de servicio sin descanso.

En el sismo del 19-S, para la semana cinco, ya estaban en tiempos de recuperación, mientras esta vez, apenas enfrentarán el pico más alto de atención.

En la primera semana, cada agrupación recibía uno o dos llamados de pacientes con COVID-19, pero hoy las agrupaciones tienen hasta 40 llamados en un mismo día.

¿QUÉ ES UN VOLUNTARIO?

Un voluntario de la Cruz Roja es una persona que dedica parte de su tiempo y esfuerzo a realizar las labores y actividades para la Sociedad Nacional de la Cruz Roja, de manera comprometida, libre y desinteresada, de forma ocasional o con regularidad.

Es movido por su interés y deseo de brindar ayuda humanitaria y procurar a quienes más lo necesitan.

¿Cómo me hago voluntario?

Para ser Voluntario de Cruz Roja Mexicana debes ponerte en contacto con la institución, donde se definen las características de tu participación, como es el área de voluntariado que se adecua a tus características, la temporalidad de tu participación, los programas existentes, etcétera.

 Para ser Voluntario:

Ser una persona cuyo perfil es de compromiso, desinterés y espíritu de servicio.

Tener actitud positiva y solidaria.

Contar con disponibilidad de tiempo para formaciones, es decircursos y talleres, con duración promedio de cuatro a ocho horas.

DAMAS VOLUNTARIAS
¿Quiénes son?

Son una organización dentro de la Cruz Roja Mexicana que agrupa mujeres humanitarias, generosas, que tienen por interés promover a la institución, colaborar en los programas y servir a su comunidad.

Constituyen una de las opciones de participación voluntaria para practicar la solidaridad y ayudar a quienes más lo necesitan.

¿Qué hacen las Damas Voluntarias?

Llevan servicios de asistencia social a personas, colectivos y comunidades en situación de vulnerabilidad por exclusión social en nuestro país.

“DEBEMOS TENER PACIENCIA, CORAJE”
Los voluntarios para atacar la pandemia también escasean.

“Es realmente complicado, porque es un proceso muy largo de desgaste. En un sismo el periodo de operación es muy rápido, se necesita mucha fuerza, de muchos días sin dormir, pero acabas en unas dos o tres semanas. A diez semanas de esta contingencia, todo el mundo ya presenta signos de cansancio”, asegura Rubén Rodríguez, coordinador estatal de Socorros en la Cruz Roja.

Los paramédicos, no sólo pasan los días con la idea de rescatar a la gente, sino de rescatarse a sí mismos.

“Debemos tener paciencia, coraje, mantenernos estables y regresar al día siguiente”, dice Rubén.

Tampoco hay miles de manos apoyando en esta pandemia, como sí sucedió en el sismo. Algunos no respondieron al llamado de voluntariado por miedo, otros por estar entre la población de riesgo, otros porque atienden la emergencia en sus propias regiones o por inexperiencia.

“En un sismo súbito, llegan muchos voluntarios de todo el mundo, quiere ayudar y lo complicado es lograr distribuirnos y ser funcionales. En un desastre natural todos se dicen listos para salir. En la pandemia, la realidad, es que no muchos pueden ni desean salir”, concluye.

La mejor, aunque es más trabajo para los paramédicos en activo, es quedarse en casa y evitar agrupaciones numerosas para frenar el contagio.

Mientras en el 19-S había casi mil voluntarios en la Cruz Roja, ahora solamente unos 180, 60% hombres y 40% mujeres, comenta Rubén Rodríguez.

Por ejemplo, la delegación de la Cruz Roja española está entre las más poderosas y activas del mundo. Tienen hospitales campaña, médicos, paramédicos, enfermeros. Es una de las que siempre ha tendido una mano a México, en cada desastre natural, como lo hicieron el 19 de septiembre de 2017, pero esta vez, ellos tienen que atender en su propio país la pandemia, que supera 25 mil defunciones.

“Su hospital está en España, ellos están atendiendo su propio problema. Como nosotros tampoco podríamos ir a Ecuador o a Chile. Ni siquiera a otros estados de nuestro país”, dice Rubén Rodríguez.

Muchos de los paramédicos que hoy atienden esta emergencia sanitaria son voluntarios sin paga, como Rubén Rodríguez, o reciben salarios muy bajos. Ellos tampoco se escapan de la crisis económica, que ha afectado a millones de personas en el mundo desde marzo, pero esos problemas deben quedarse en casa.

Cada uno de los voluntarios que respondieron a este llamado aceptaron, porque es su pasión y/o proyecto de vida.

Durante diez semanas ininterrumpidas han trasladado a pacientes con COVID-19, los paramédicos han regresado, luego de extensas jornadas, solos a las habitaciones de los hoteles vacíos, sin poder abrazar a sus familias, con la amenaza latente de contagio y hasta con la amenaza ser maltratados por la sociedad, como le ha sucedido a personal de salud en México.

“A las familias no las abandonamos y nosotros encontramos en la Cruz Roja a una segunda familia, por eso estamos aquí”, dice Rubén.

Rubén recuerda que cuando era niño, su papá era el pastor y encargado de una iglesia, y siempre era el primero en prender las luces de las instalaciones y el último en apagarlas. Esa labor de servicio, se la aprendió a él.

La capacidad para poder tomar decisiones en una de las misiones sanitarias más retadoras de todo un siglo, la ha ido adquiriendo en los últimos 11 años en entrenamientos de liderazgo de la Cruz Roja en Estados Unidos, Canadá, España, Panamá, Costa Rica y República Dominicana.

LABOR INCESANTE FUNCIONES DEL ERUM

El Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas (ERUM) de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) se creó en 1973 con la finalidad de auxiliar a la población en casos de emergencias médicas ofreciendo respuestas inmediatas ante cualquier situación. A su vez genera una cultura de protección civil mejorando la preparación de la ciudadanía para enfrentar incidencias y desastres naturales.

Entre sus funciones primordiales del ERUM están:

Atención médica prehospitalaria.
Ayuda y rescate en casos de accidentes.
Auxilio a mujeres en labores de parto.
Apoyo en vías públicas.
Atención dentro y fuera de eventos masivos.
Atención a personas accidentadas.
Traslado de enfermos y lesionados a hospitales.
El ERUM ofrece servicio las 24 horas, siete días a la semana, los 365 días del año.

NO SE COMPARA NI CON LOS SISMOS DE 1985.

Guido Sánchez, director general del ERUM, es paramédico desde hace 34 años. Su primera misión fue en el terremoto del 85, pero ni esa tragedia, que dejó una cicatriz tan profunda en la Ciudad de México, se asemeja a la complejidad que los paramédicos enfrentan en esta pandemia por COVID-19.

No sólo se trata de afrontar una operación larga, de más de diez semanas y aún no tiene fecha para su cierre, sino que en cada proceso de traslado existe una descontaminación extenuante para las ambulancias hasta de dos horas y para los paramédicos.

Desde enero, los paramédicos comenzaron a entrenarse para ponerse, quitarse y descontaminar el equipo de protección personal, porque al momento de retirarse el traje es cuando mayor riesgo de contagio tienen.

Lo mismo sucede con las ambulancias. Fue necesario desmontar la mayor parte del equipo con el que operaban y sólo dejarlas funcionando con lo indispensable para facilitar su descontaminación. Adentro sólo queda oxígeno, ventilador y una cápsula para aislar a los pacientes.

Las cápsulas se debieron solicitar desde febrero en el extranjero, pues todavía eran inexistentes en México.

Contagios

Hasta ahora, Cruz Roja Mexicana sólo ha reportado un contagio entre 180 voluntarios y el ERUM tres con una plantilla de 500 elementos.

La mayor tensión que experimentan los paramédicos es cuando reciben un llamado de traslado. Una vez que un paciente grave o su familiar se comunican al 911 o al Locatel y los operadores telefónicos verifican la necesidad de trasladarlo a un hospital, de inmediato llega el llamado a una agrupación, como Cruz Roja o ERUM.

Para agilizar el proceso de traslado del paciente, el primer paramédico que llega de avanzada es un motociclista para realizar las primeras evaluaciones, luego los operadores de las ambulancias reciben instrucciones de cuál es el hospital con disponibilidad más cercano. Este fin de semana, algunos paramédicos capitalinos ya fueron enviados con pacientes al Estado de México, por falta de espacio en la CDMX para atender a enfermos graves, de acuerdo con personal de salud.

Rubén Rodríguez, de la Cruz Roja, y Guido Sánchez comparten un chat con funcionarios de la Secretaría de Salud capitalina y con la propia jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para lograr agilizar los traslados y recepción de los pacientes en los hospitales COVID-19.

La jefa de Gobierno o sus secretarios son quienes muchas veces responden de manera personal los mensajes a Rubén y a Guido Sánchez, se reúnen con ellos o les escriben para verificar si algo falta.

“Es algo que en otro momento o en otra contingencia hubiera sido impensable. Ni en el sismo del 19-S logramos tanta coordinación, pero hoy existe una disposición de todos, de trabajar en equipo, de trabajar bien y de hacerlo rápido, sin importar el emblema de nuestra agrupación o del color del partido político al que pertenezcamos”, aseguró Rubén Rodríguez.

El promedio que una ambulancia tarda para entregar a su paciente es de unos 30 minutos.

“Los recursos son finitos y el insistente Quédate en Casa no es otra cosa más que prevenir que se agoten”, afirma Sánchez.

Desde hace un par de semanas los sicólogos trabajan de la mano con los paramédicos para atender su estrés postraumático. Ellos, además de cargar con la responsabilidad de trasladar a los pacientes a los hospitales y mantenerlos con vida mientras estén en sus manos, también son testigos del dolor que está lacerando a las familias.

“LA SOLEDAD DE LAS FAMILIAS ES BRUTAL”
Una vez que los pacientes son ingresados a las cápsulas y subidos a las ambulancias, sus familias no pueden acompañarlos por el riesgo de contagio que existe.

  Tampoco pueden estar presentes durante su proceso de hospitalización en terapia intensiva. Han pasado casos en los que no pudieron volver a tener contacto con ellos y se tuvieron que conformar con recibir una urna con cenizas.

“Cuando nos entregan a su familiar, en ese momento se despiden y su futuro es incierto, muchos no saben si regresará con vida o no. Es muy dramático. Es un proceso que padres, hijos, parejas enfrentan en medio de mucha soledad. Es una tragedia que están sufriendo muchas familias mexicanas y todos debemos estar conscientes de esto”, concluye Sánchez.

Como cada día durante esta pandemia por COVID-19, los paramédicos regresarán solos a las habitaciones de hoteles vacíos para levantarse una vez más, con huellas de cansancio, para atender el llamado de los enfermos y seguir llevando a cabo la misión que le da sentido a sus vidas: servir a los demás.

Ahora, al inicio de cada jornada ya no dicen “hoy tiembla”, ha cambiado por un “juntos, vamos a salir de ésta”.

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