UABJO: cacicazgo, corrupción y continuidad

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Víctor Leonel Juan Martínez

Parecía imposible superar el grado de corrupción, frivolidad y deterioro académico en el que Rafael Torres Valdés, anterior rector de la UABJO, había sumido a esta institución. Contra todo pronóstico, Eduardo Martínez Helmes lo logró. Aunque, siendo justos, no hizo sino continuar con el proceso de degradación del cacicazgo impuesto desde hace años por su padre, Abraham Martínez Alavés. Y ahora, simulando un viraje a un perfil académico van por más.

Los cacicazgos han sido la constante en la vida universitaria en las últimas tres décadas. Marco Antonio Niño de Rivera en los 80s; Nahúm Carreño Vásquez en los 90s y luego su esposa Leticia Mendoza Toro. En esos años, hacía ya sus pininos buscando convertirse en el “hombre fuerte” del campus universitario el exdiputado priista Abraham Martínez Alavés, que sentaba sus reales en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.

Llegado el nuevo siglo, se presentan las condiciones para la emergencia del neocacicazgo de Martínez Alavés: un gran número de académicos, descontentos con el grado de descomposición universitaria,forman el Sindicato Único de Maestros (SUMA). Y una circunstancia estructural: por vez primera los estudiantes de licenciatura superan a los de las Preparatorias, donde Mendoza Toro tenía su control corporativo y clientelar. Un buen candidato, Francisco Martínez Neri, es el corolario para derrotar ese cacicazgo.

Pronto SUMA se transforma en lo que combatió. Un buen número de académicos toman distancia. El manejo corporativo y porril quedaba en manos de Martínez Alavés. Iniciaba la consolidación de su cacicazgo. Hilarante fue la carta que publicara en El Imparcial, en 2004, para justificar su nepotismo: en tiempos complicados, la gente de mayor confianza son los familiares, argumenta para acallar a sus críticos. De paso, entroniza a la familia en puestos claves para el control de estudiantes, maestros, recursos y obras. No los movería en los siguientes años y son la base de su actual fortaleza.

El sucesor de Martínez Neri fue su gris “Secretario de Bibliotecas”, Rafael Torres Valdés, sin mayor mérito que ser operador político de Martínez Alavés. Con nula idea de la administración y reñido con la academia, estuvo a punto de perder la rectoría de no ser por una hábil estrategia del patriarca: hacer alianza con su otrora acérrima enemiga: Leticia Mendoza Toro. Los votos cautivos de la Preparatoria 6 (cerrada a piedra y lodo por los porros mientras el estudiantado votaba), fueron la diferencia con la que Torres Valdés se haría de la rectoría. E inició la debacle. Interesado en sus romances, con total frivolidad, el nuevo rector se entregó a los placeres del cargo y abandonó el poder en manos de Martínez Alavés y familia.

Llegado el tiempo de la sucesión, Eduardo Martínez Helmes, que en su trayectoria política sólo puede presumir haber sido secretario particular de dos rectores, saltó inesperadamente al cargo que hoy ostenta. Sin mérito alguno, la estructura porril, clientelar y corporativa construida por su padre lo llevaron al máximo cargo del campus universitario.

La descomposición se aceleró. “La familia real” como llaman al clan en el campus, inicia negocios, hay total opacidad en el manejo del millonario subsidio que recibe la UABJO, la Auditoría Superior de la Federación tiene pliegos de observaciones al uso discrecional de esos recursos. La compra y venta de calificaciones y el uso clientelar, para cooptar o amedrentar a estudiantes se da a través de Dirección de Redes de Telecomunicaciones e Informática (REDES), operada por el hermano del rector.Y cuando es necesario, los grupos de choque a su mando, conocidos como porros, están prestos a utilizar la violencia.

Han privatizado la educación pública, los costos de nuevo ingreso a las Facultades y Escuelas es de escándalo: 18 mil pesos en Enfermería, denunciaría una alumna que no tenía posibilidades de pagar las cuotas oficiales. En otras facultades alcanzan los 30 mil. Y, para quienes no pasaron el examen, los costos se elevan hasta cinco veces.

Universitarios han denunciado la presencia de empresas de outsourcing, para evadir impuestos, evitar prestaciones a los trabajadores y justificar dinero desviado. Por supuesto, todo en manos de otro miembro del clan familiar.

En contraparte la academia va de picada. El Estudio Comparativo de Universidades Mexicanas hecho por la Dirección General de Evaluación Institucional de la UNAM (2014) y las evaluaciones de los CEES, marcan como se ha agudizado en este periodo el deterioro educativo. De las acreditaciones alcanzadas en el rectorado de Martínez Neri, la cifra se redujo en un 30 %.

Corrupción, deterioro académico, cacicazgo y nepotismo, es la impronta del actual rector. Ante el descrédito en que han caído, los Martínez Alavés-Helmes, buscan conservar el poder a toda costa. Pragmático, el patriarca del clan ha cambiado de estrategia. Cambiar para que todo siga igual. En esta política gatopardiana, su nuevo rostro, es el director del Instituto de Investigaciones Sociológicas, un perfil académico que contrarreste la mala imagen del grupo. Pero, para conservar el poder, pone a su servicio a su estructura clientelar y porril,

Todo iría bien, salvo por un pequeño detalle: un proyecto académico serio, no puede construirse en la complicidad y la sujeción a esas estructuras, al contrario debe establecerseen oposición a la corrupción y porrismo de ese clan. El proyecto de los Martínez Alavés-Helmes, más allá de quién lo encabece, es continuar con sus trapacerías y el saqueo desmedido, no abonar en favor de la academia y la Universidad.

Un proyecto para el rescate de la Universidad debe tener como premisa esencial, el deslinde y la ruptura con ese grupo porril enquistado en el poder. Si no se hace, más allá del perfil académico que se tenga, cualquier discurso que se enarbole no es sino mera simulación.

Twitter: @victorleonljuan

Correo: victorleoneljuan.m@gmail.com