COLUMNA FOGONERO:El día en el que a Televisa la empezó a desconocer la Gran Familia Mexicana

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Por Rodrigo Islas Brito

“Eso de que Televisa va en picada en sus niveles de audiencia porque no se adaptó a los nuevos formatos, no parece tan exacto. ¿Cómo se iba a adaptar, si sus contenidos por si solos, son, los viejos formatos?”

Es la duda que me asaltó cuando un amigo comentara que la razón de que Televisa registrara hasta ahora caídas de 15.25 por ciento en su índice de audiencia entre septiembre de 2013 y septiembre de 2015 (según el Instituto Federal de Telecomunicaciones, IFT), de un 37 por ciento de sus ganancias en el cuarto trimestre de 2015, se debía a que la empresa de los Azcarraga no se había adaptado al cambio de dinámicas de entretenimiento, en la que la Streaming Netflix ha crecido ya hasta el momento en tamaño y audiencias en hasta un 157 por ciento.

“No puede cambiar lo que nunca fue nuevo”, fue mi argumento. Como pedirle un cambio a los creadores de casi cincuenta años de mañanas familiares con Chabelo,  a la empresa de Salvador Mejía, Valentín Pimstein y Emilio Larrosa, a los inventores de las telenovelas de 200 capítulos donde la buena al final se tiene que quedar siempre con el bueno, dónde la sirvienta es la mera mera en el corazón del patrón galanazo, dónde las haciendas son buenas, nobles, amorosas y sus peones idílicos hasta le dan un aire a candidatos presidenciales, mas guapotes que un príncipe valiente, que devienen en presidentes ineptos que no son para garantizar que la deuda en dólares de la empresa que los puso ahí no se les trepe al triple.

Dónde el pueblo bueno es noble y dócil, y actrices-conductoras se convierte en expertas economistas que auguran que si el dólar se cae hasta el inframundo, pues no hay pedo, porque el pueblo sigue siendo bueno.

Y los actores- conductores con sueldos de 500 mil pesos al mes, dicen que el pueblo en vez de quejarse, debería de chingarle.

Dónde las primeras damas, antes primeras actrices, se compran casotas blancas con el puro sudor de su contrato de exclusividad,  dónde su Teacher conductor de noticieros se hace millonario vendiendo publicidad en horario estelar que hace pasar por noticias.

Dónde los comerciales navideños de fin de año están para enternecer hasta el cogote las frustraciones e incertidumbre siempre infinitas de la gran familia mexicana, dónde ni siquiera la milagrosa y billonaria visita del Papa a México puede ayudar a tapar los boquetes por los que a la siempre empoderada televisora se le están fugando los cerebros y las voluntades de un pueblo y un país, que presumió siempre de reconocer e inventar.

Televisa sabe que, la cosa va mal y anuncia en friega loca su propio servicio de streaming llamado Blim, para competirle a Netflix. Las redes sociales se llena entonces con memes comparando a Pedrito Fernández con Mel Gibson, al Doctor House con Cándido Pérez, a Conan O Brien con Facund , a Daredevil con el Chapulín Colorado, al Guasón con Cepillin.

Y ese mismo pueblo bueno (cuyos menores de 29 años ya no saben quien fue Verónica Castro) que Televisa conocía ahora ya no lo conoce más, y ese mismo pueblo que ya no es tan bueno y ya no está tan chato en su entendimiento, ahora hace escarnio del descontrol de un gigante que empieza a llenar sus pies de un plomo que ya lo está quebrando desde mero adentro.

Desde el momento en el que ese pueblo bueno (y por bueno entendamos algo estúpido y muy adormecido) ya no se reconoció más en sus embustes, en sus simulaciones, en su marketing político, en sus predicciones de daños, en sus programas de análisis hechos para la confirmación del discurso oficial, Televisa perdió la brújula.

Su desesperación hoy es notoria. Televisa puede que no sea ese muerto caminando que hoy es TV Azteca, pero su caída de ese pedestal de monopolios en los que decidió y diseñó  buena parte de la jodida psique mexicana de los últimos cuarenta años, esta cantada, mientras sus entrañas se agrietan y su imagen de cohesionador de todo lo humanamente agachón e inerte, ya no da para más.

¿Existirá en algún universo alterno un México sin Televisa? , quien sabe, tal vez estemos todos próximos a averiguarlo.