La encendida definición de Alejandro Martínez

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Alejandro Martínez es diseñador gráfico y artista plástico, aunque todavía le cuesta definirse así.

“Te la tienes que creer” le decía la maestra que le enseñó a trabajar sobre sus lienzos la grana cochinilla, y no es que Martínez no se la crea, es solo que no le deja a su ego el espacio para hacer lo mismo. 

“Es difícil definirse como artista plástico, pues no deshecho la parte artística, pero el diseño me ofrece esa parte que me gusta, la de convencer”.

Heredero del talento de artesanos, con una madre que pintaba y dibujaba muy bien, que “era la artista de la casa, pues cuando uno de mis hermanos tenía un trabajo que entregar , ella les hacia el bosquejo “.

Con un padre guarachero de nacimiento  que conformaba formas para dibujar sus huaraches , que llevó a Alejandro a otorgarle en su vida una importancia vital al acto de confeccionar una imagen, y que a su muerte , cuando el artista tenía 17 años, marcó el tema que permearía en su obra: los árboles y el color de sus propios frutos. 

Martínez se define como un ser visual, como alguien que lee un libro en los primeros capítulos y lo abandona, pues se acostumbró a leer comics, anime, y todo aquello  que le permitiera visualizar una historia por medio de sus imágenes.

De llegar al entendimiento de una obra solamente con los gráficos, cuestión que ha llevado a la plástica. 

“A veces puedo pensar en algo figurativo , solamente en una textura que pueda ser atractiva para alguien  y con eso me empiezo a comunicar”.

Martínez empezó a pintar profesionalmente en el 2007, pero ya desde niño lo mismo hacia figuras en modelado con plastilina,  que dibujaba a maestros y compañeros.

Maestros en la carrera de diseño gráfico le  enseñaron de acuarela, de acrílico, de collage. Alejandro cuenta que esta vocación visual lo llevó a titularse con una tesis  llamada “Pedagogía de y con la imagen”. 

Con su padre , Alejandro recuerda que aplicaba grabado en la piel , con los troqueles usados en los huaraches marcando una textura.

Un taller con maestra y artista chilena Beatriz Loreto Pineda  marcó su vida, ahí aprendió a usar la grana cochinilla como recurso para la ilustración.

“Cuando empiezo  trabajar con la grana , ver las cualidades que tenia , los tintes y como los podía ir mezclando y elaborando , no la solté”.

El diseñador gráfico vio a la cochinilla como una técnica para pintar abstracto y figurativo, para plasmar lo que salía de su imaginación. 

“Empiezo a manchar, a ensuciar, a colocar capas de color y eso me va dando una gran  riqueza de texturas, con un pincel, con mis manos, con una espátula”.

El artista regresa a los árboles de su infancia, aquellos que sus padres traían de sus viajes  a distintas partes del país.

“Si iban a Veracruz traían un croto y lo sembrábamos en la casa, en un rancho en San Martín Mexicapan, donde antes no había ni camiones para llegar”.

De la grana cochinilla Alejandro lo sabe casi todo, “es el insecto que parasita el nopal, se desconocen las cualidades que tiene. En si es una plaga”.

“La hembra tiene la cualidad de convertir la baba del nopal en ácido carminico, el rojo que se usa para teñir la lana para textiles. A parte del rojo se pueden generar una gran gama de tonalidades y colores”.

“Cuando empiezo a machar el cuadro, se que en algún momento me va a resultar el rojo que yo buscaba de primera instancia”.

Sobre su debut en la ropa y la moda, el artista(no asumido) cuenta que este surgió cuando tuvo que hacer una propuestas en serigrafía para un homenaje que se organizó para Café Tacuba en Aguascalientes.

“Los vestidos son propuestas para poder generar lienzos que se puedan reproducir después en un medio más grande”. 

Define el entrevistado, quien además intervino una serie de faldas para un evento de modas  en la que la mítica Lila Downs estuvo involucrada.

Respecto al detalle de que apenas empezó a exponer en el 2010, Martínez afirma pertenecer a la camada de artistas jóvenes oaxaqueños. 

 “Aunque mi edad no lo diga. He compartido con amigos que ven mi obra un aporte, no ven al clásico copión que imita a Francisco Toledo  o  a Rodolfo Morales”.

“Lo mío es un discurso diferente que me ha acelerado en esta  ruta, junto a un grupo de amigos de mi misma edad que tienen una gran trayectoria. Ellos me acogen y  entonces empiezo a exponer”.

Martínez habla de que a la oportunidad y al momento hay que buscarlos. Arriesgarse con tus propios recursos.

“No me gusta ir a pedirle a Papá Gobierno, me arriesgo y siempre sale algo bueno de ese arriesgue 

A sus 44 años se le pregunta sobre cuáles son las ventajas de empezar una carrera de pintor después de los cuarenta. 

Martínez dice que ese puede que sea su estilo, recuerda que retomó su carrera varios años después de haberla empezado, y que cuando regreso a cursarla se topo con puros chavos  de los que podía ser su padre. 

“He visto a muchos amigos que han perdido el suelo. El reconocido Amador Montes  me invitó en una ocasión a exponer con él. No sé si me estaba midiendo hasta donde era mi ambición o hasta donde yo quería avanzar”.

“Le comente que honestamente prefería esperarme. Le dije, yo se que tu ya estas posicionado en una trayectoria, pero yo apenas estoy surgiendo. Mañana tu vas a seguir en esa trayectoria pero yo me voy a dar una caída de 500 metros y no me voy a levantar tan fácil”.

“Quiero construir algo que sea mío, no me interesa que me reconozcan de la noche a la mañana”.

“A mis 44 años tengo una esposa, unos hijos, una casa, hasta me he comprado un vehículo. En ese sentido ya no tengo nada que probar”.

Para Alejandro “cuando separas el arte del dinero y dejas de pensar que esto me va a dejar para vivir en un castillo, se empiezan a madurar muchas cosas”.

Alejandro Martínez, Tiempo de la Grana y sus bosques de color encendido y algo infernal, tendrán un exposición este viernes cuatro, en instalaciones de la CANACO, en la calle de Guerrero,  en pleno Centro Histórico de la ciudad. 

Foto:  Malicia Jiménez Sánchez