El universo y los planetas de Juan Betancurth

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“A pesar de que yo lo estoy creando, soy un elemento más, estoy en desventaja. lo que estoy creando posee vida propia”.

Juan Betancurth, colombiano residente en Nueva York, está de visita en Oaxaca para presentar en el Museo Belber Jiménez este cuatro de julio, Nidia, una carta de amor-odio a una madre que le enseño que cualquier objeto en su cocina tenia también el empaque para erigirse como un instrumento de tortura.

Juan, siempre preocupado por crear su propio universo, sin abanderarse en tendencias, orígenes o países, defiende mediante la instalación, su derecho a conservar y crear todo el tiempo una individualidad en la que él es una persona que vive en el mundo y nada más.

“La instalación me hace pensar que puedo crear mi propio planeta, como si yo generara el espacio domestico que esta alrededor de mi obra”.

Basado siempre en objetos utilitarios como punto de partida, Betancurth afirma tener una relación muy íntima con los objetos. “Me atraen”.

“Genero un objeto con implicaciones de ser utilizado, pero con un uso ambiguo y nada especifico. Como un refugio, como un lugar de experimentación”.

Dado a la mezcla de varias disciplinas en su obra, el colombiano cuenta que trabaja por proyectos, en torno a los que aglomera diferentes medios como la fotografía, el video, la escultura y la instalación.

Trabajó por doce años en publicidad en su natal Colombia, de la que salió hace once años por una situación económica que nunca terminaba de arrancar.

“Decidí irme, ser bilingüe y empezar mi trabajo como artista. El inicio fue fácil, allá la gente siempre está oliendo sangre fresca y caen como vampiro”.

Juan relata que se afirmaba artista frente a personas que le preguntaban donde tenía su estudio. Empezando a elevar la expectativa, hasta que alguien vio su obra colgada en las paredes de su cuarto y lo impulsó a sacarla de ahí.

Hoy, por intermediación de reconocido fotógrafo Allen Frame, Betancurth está realizando una residencia artística en el Museo Belber Jiménez, mientras recuerda los lotes vacíos neoyorkinos en los que se crearon jardines, que también empezaron a operar como galerías.

Donde hizo una copia exacta de su cuarto, medida por medida, y se fue a vivir ahí por tres semanas expuesto al público. Propuesta que terminó por ser su lanzamiento.

Ahora ha llegado Nidia, la exposición multidisciplinaria que ha venido a proponer a Oaxaca, basado en esa neurótica relación con su progenitora que terminaría por marcar su vida.

Nidia, su madre, es objeto en esta ocasión de una serie de fotografías donde usa los objetos que él crea.

“Me gusta la idea de lo domestico relacionado con la domesticación, viendo a mi madre como la que me domesticó”.

En Nidia también habrá objetos de cocina que Juan transformó en objetos de placer y castigo, como un trapo para secar los trastes devenido en látigo, con su mango de cuero.

Maceradores o molinillos convertidos en dildos respondones, y una funda de licuadora que el artista convirtió en una capucha para la cabeza de su madre.

“Estoy reinterpretando los objetos. Mi madre fue una mujer súper cruel con una enorme facilidad para el castigo. Ahora es una viejita muy buena”.

“Cualquier elemento que tuviera en la casa lo podía convertir en un objeto de tortura, era muy creativa en ese sentido”.

“Yo quería ir al inicio de lo domestico que era mi mamá, y la manera como ella me enseño la experiencia de lo domestico.

Juan señala que creció con la idea de ver sufrir a Nidia, algo normal en cualquier relación neurótica madre-hijo.

“Yo quería volver a eso, retorcerla también. Verla a ella como un objeto, como yo sentía que ella me había tratado. Subyugada por su propio invento”.

Sin embargo Juan señala que lo suyo es una producción que no está basada en la queja, sino en el arte de crear, de exorcizar, de confrontarlo todo.

El colombiano se declara un “conseguidor” de objetos crónico, donde piezas de anticuarios, tiendas de herramientas y almacenes de porcelana son la inspiración y el principio de reinterpretación para sus ensambles.

“Adoro Home Depot”.

Exclama Juan Betancurth mientras ya le ha echado el ojo al salero de una mesa que probablemente haga reencarnar en un objeto de pesadilla siniestra, o de ensueño encandilado.