La crisis del mezcal y el saqueo de los tequileros

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“Los precios se han incrementado. El precio del maguey está subiendo como la espuma. A esto no le sobra más de un año.”

Comenta Andrés Castillo, dueño y artífice del Mezcal El Conjuro, sobre la crisis de la producción del agave que tiene a nada a la ancestral bebida de entrar a una temeraria racha de números rojos.

El Conjuro es una marca con tres años de existencia traída de una destilería en San Luis, Amatlán, en el municipio de Miahuatlán, con el vértice y compromiso creativo de contemplar a la adictiva bebida desde un punto de vista sociológico.

Castillo mira cómo ni los precios ni la crisis del agave se está estabilizando, producto de los tequileros que están haciendo un saqueo en Oaxaca de la planta ancestral, comprándola a precios elevados y llevándosela a Jalisco.

“Están acabando con la gallina de los huevos de oro.” Considera Andrés, quien se ha dado a la tarea con los productores de hacerles ver la viabilidad de extinguir un producto a puro golpe de sobre explotación

“Hay libre mercado, si alguien les paga más pues está bien. Han estado en crisis toda su vida. Pero también está la otra parte de hacerles tomar conciencia y decirles, está bien, si vendes, vendes, ¿pero luego?”

“El mezcal no es de temporada, tan solo el tepestate tarda de veinticinco a treinta años en renovarse. La cosa es decirles, si esto se acaba, ¿de qué vas a vivir?

“ Muchos ya están haciendo consciencia, porque se dan cuenta de que puede llegar a agotarse.”

Con la crisis del mezcal, Castillo también considera que vendrá un saneamiento para el mercado, “ya que hay marcas que ya nada mas no dan para mas.”

Andrés comenta que El Conjuro tiene ya un vivero con especies que seguiran creciendo silvestremente, y sobre la crisis del agave, reitera.

“Ahorita las camionetas de tres toneladas ya cuestan una buena lana. En Jalisco terminaron con especies enteras de agaves, se las acabaron, las extinguieron.”

Sobre un posible pacto entre los mezcaleros para cuidar mejor su producto, Andrés mira que este tiene una gran frontera con el peso del libre mercado

“Nuestra oferta decae ante el precio que pagan los tequileros.”

André estudio sociología en el Distrito Federal y desde ahí las peticiones de sus amigos de que a cada vuelta de Oaxaca, regresara con unas buenas botellas de mezcal, lo llevaron al negocio.

Entonces surgió el proyecto mezcalero de Castillo y se fue modificando

“Hubo que irse familiarizando con normas y con la parte institucional. Probando mezcales, visitando durante dos meses varias regiones y conociendo a maestros mezcaleros.”

Andrés comenta el mezcal ha formado parte de la vida de generaciones enteras de productores, con la bebida como sinónimo de migración y sociología del trabajo

“Es una tradición en los pueblos. Participan todos los miembros de la familia, así es como se hace un maestro mezcalero, ayudando a cortar, a cargar las piñas.”

Para ir a cortar la cosecha, Andrés estima que un mezcalero se levanta a las cuatro de la mañana, para ganarle al sol en su trabajo de campo

“Van a la cosecha y lo primero que hace es echarse su trago de mezcal, le echan mezcal a la tierra para que les permita cultivar los agaves.”

Lo cual para el sociólogo es el primer conjuro que vino a darle nombre a su marca.

El segundo conjuro vino con el ritual que surge a la hora de la horneada de la bebida, donde al terminar de tapar el horno se le pone una cruz para que no entren los malos espíritus.

“En San Andrés Niño, adelante de Ejutla, se tiene la creencia de que quien invento el mezcal fue el diablo, y le ponen la cruz para ahuyentarlo.”

Esta anécdota fue para André el tercer conjuro que definió a su marca.

“El mezcal no te pone pedo, te pone mágico. No es lo mismo una borrachera con cerveza o con vino.”

Dice Andrés aunque concede que también hay gente a la que el mezcal les saca el demonio. “Los pone a monstrear.”

Sobre las peculiaridades y las diferencias que hay en la bebida , el entrevistado las atribuye a los tiempos de fermentación y destilación.

“Es como una trabajo de oído, hay una receta general, pero cada quien lo interpreta e impregna a su manera ”

“Al primero que le tiene que gustar es al maestro mezcalero, alguien que se precie de saber mezcal no puede andar pensando en el gusto de la gente, primero tiene que gustarle a él.

Respecto al futuro del mezcal, Castillo considera que, cuidándolo, este definitivamente existirá.