FOGONERO: Mercando ignominia

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Por Rodrigo Islas Brito.

Las campañas políticas apenas llevan dos semanas y ya son insoportables. PRI y PAN con sus sitios de internet Pringaredas y Los Moches del PAN) puestos para denunciarse mutuamente en su corrupción endémica.

En sus dirigentes nacionales con relojes que cuestan más dinero de lo que un ciudadano promedio vera en su vida, en sus gobernadores que en sus gestiones financian con el erario bancos de los que después se nombraran los dueños o que mandan a construir presas que abastezcan a sus propios ranchos.

El mercado de la ignominia es lo que nos ofrece la actual clase política, ofertando la descalificación como capital político, con anuncios priistas con jóvenes emprendedores que dicen que votaran por el PRI porque ahora el internet está más barato que nunca y ellos pueden estar conectados todo el día, o amigos que van en el camión e increpan al compadre con un “¿Cómo que ya no vas a votar por el PRI si tú fuiste el que me convenció de que votara por ellos?”

Con Andrés Manuel López Obrador diciendo a cámara, en su spot de Morena, que él nos advirtió que Peña Nieto nos llevaría al despeñadero, pero no aclarando porque no nos advirtió del PRD.

Partido por el que jugo para presidente, y de su corrupción de crimen organizado que explotó en la desaparición de los 43 de Ayotzinapa y que ahora se ejemplifica en Graco Ramírez y su gestión en el estado de Morelos, cuya violencia exacerbada e impunidad generalizada tiene a prácticamente a todos los sectores productivos del estado exigiéndole un juicio político, acusándolo de complicidad y solapamiento de grupos delictivos.

Situación que tiene a Morelos a cinco minutos de convertirse en un nuevo Michoacán (estado donde, oh sorpresa, también gobernaba el PRD).

Por su parte las campañas oaxaqueñas tampoco tienen mucho feeling de cualquier cosa que digamos.

Beatriz Rodríguez Casasnovas tapizando y obstruyendo el paso peatonal de los puentes de Xoxo, con su rostro en carteles, que lo mismo ha querido ser presidenta municipal, que fue secretaria de turismo en una administración impresentable, que volverá a ser candidata de lo que venga en caso de no hacerse con su diputación federal.

Sus contrincantes tampoco cantan mal las rancheras, el panista Sergio Bello mostrando su tatuaje y su pose de karateca para que los más chavos piensen que su barba blanca es sinónimo de que el hombre es cool.

Y el perredista Francisco Martínez Neri, quien una vez dijo que no tenía partido político, que terminaría su administración frente a la Secretaria de Cultura, que ahora dice que si lo escogen para la diputación federal ira a San Lázaro a plantarse para sacar sendas leyes anticorrupción y que mañana si no gana, seguro seguirá diciendo otras cosas igual de acomodaticias.

Con boletines de campaña son un poema de melodrama involuntario citando a vecinos de colonias marginadas que le desean la presencia de Dios en su triunfo y que no lo ungen como su nuevo tlatoani nada más porque no dio tiempo.

Como verdaderos sobrevivientes los políticos mexicanos todavía se atreven a seguir haciendo campaña, frente a un México mágico, inquilino del colapso, que cada vez está más harto y hasta la madre.