La violencia en el noviazgo no sólo incluye el maltrato físico o los insultos: también implica las agresiones en línea, como compartir fotografías íntimas de la novia o el novio sin su consentimiento, u obtener sus contraseñas sin su autorización.
En el marco del Día del Amor, la maestra Georgina Tepale, académica de la Universidad Iberoamericana y colaboradora del Programa de Atención Estudiantil Universitaria (PAEU) de dicha casa de estudios, señaló que “las redes sociales han afectado nuestras relaciones de amistad y pareja, porque estamos ahora en apariencia más disponibles, en el sentido de que tenemos mayor contacto con las personas, nos comunicamos más, aunque no necesariamente de una mejor forma o a un nivel más íntimo”.
La doctora Tepale hizo alusión a la práctica del sexting, es decir, el intercambio de fotografías y videos con contenido sexual más o menos explícito. Alertó que la difusión de este tipo de contenidos sin el consentimiento de las personas que aparecen en ellos es un delito en nuestro país.
En el Estado de México, por ejemplo, la práctica está penalizada como una modalidad de acoso sexual, de acuerdo con la reforma al artículo 269 bis del Código Penal de dicha entidad, y quienes incurran en esta conducta podrían ser acreedores a hasta cuatro años de prisión.
Con respecto al abuso en las relaciones de pareja, señaló que éste no comienza por medio de una red social como Facebook o Twitter, sino que es una situación que se manifiesta en la realidad desde un principio, que se refleja en las actitudes de los miembros de la pareja ante el uso de este tipo de herramientas de comunicación.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Violencia en las Relaciones de Noviazgo 2007 (Envinov), 76 por ciento de las parejas de novios en nuestro país han experimentado o experimentan violencia psicológica.
“Hay que tener cuidado cuando nuestra pareja nos dice ‘no aceptes a fulano o fulana’, pues esto puede indicar ausencia de confianza”, expresó Tepale, y recordó que este tipo de conductas podrían manifestar que no hay un diálogo verdadero entre los miembros de la relación.
En caso de existir una situación de abuso, ésta tiende a reflejarse mediante comportamientos autoritarios e impositivos. “Las relaciones interpersonales -dijo- no siempre se dan en términos de igualdad. El abuso se manifiesta a través de los celos excesivos y la prohibición de ciertas comunicaciones”.
El abuso se traduce en la violación de un derecho básico de la persona: el de relacionarse libremente, aclaró. En este sentido, “es muy similar a prohibir a una mujer utilizar minifalda”.
Cuando hay señales primarias que podrían denotar un posterior abuso en la pareja, lo más recomendable es establecer límites claros. “No me pueden revisar los mensajes del correo, ni permitir que obtengan mis contraseñas de manera no autorizada. Si hay algo que se sospecha, se dialoga y se establecen acuerdos. Es importante poner un alto y establecer hasta donde hay cosas que no voy a permitir”, aconsejó Tepale.
La especialista recomendó aprender a desarrollar la capacidad de espera y la incertidumbre, y a tener mucho cuidado con el manejo que se le da a los contenidos, como imágenes y mensajes, que se comparten entre los miembros de la pareja, pues en Internet, advirtió, “tarde o temprano aparece el registro de ese intercambio”.
“Si permito que una persona me prohíba, abro una puerta para que después me grite, me golpee, o me violente de alguna otra manera”, advirtió.