LA JAULA DE ORO, los caídos del American Dream

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Tres jóvenes guatemaltecos, una chica que se disfraza de hombre para que no la violen, un chavalo valentón fanático de las botas vaqueras y un indígena tzotzil rezongón que no habla una gota de español, se lanzan a alcanzar el sueño americano, pero antes…la pesadilla azteca les mostrará que no todo en los sueños es belleza, y menos cuando se trata de cruzar nuestro México lindo y querido.

El español Diego Quemada Díez ha elaborado en La Jaula de oro (México,2013) , la película quintaescencial del calvario de la migración centroamericana en nuestro país. Maras con cuchillo, topiles hambrientos, migras de trancazo fácil, secuestradores que se enternecen cuando secuestran a un paisano de su barrio, narcos ojetes que no gustan de preguntarle su opinión a nadie, gringos minutman con rifles enormes que apuntan a ilegales en calidad de siervos, y otro sinfín de especie y fauna en un camino que una vez iniciado no admite el regreso.

Lucia Carreras, Gibran Portela y Quemada Diez confeccionan un guion bastante equilibrado donde las peripecias de los tres protagonistas se tornan cada vez más desoladoras a medida que van dejando atrás Guatemala, aun así la historia no renuncia a la humanidad de sus personajes, aun en los momentos más pesadillescos, resiste con decisión la impostura de los tintes tremebundos y faciloides tipo Sin Nombre , de Cary Fukunaga, y La Niña, de David Riker.

Todo suena armónico en La jaula de Oro, la ambición, el amor, la amistad, el horror … la muerte. Todo alegra, todo entristece, todo duele, La dirección de Quemada Diez logra una inmediatez en los acontecimientos y en los sentimientos de los protagonistas, sino ahí están esa secuencia del cruce del Río Bravo, metódica, pausada, veraz y llena de nervio, o esa imagen de la nieve que cae como leit motiv de un paraíso que se esconde, se transmuta y transfigura en laberintos de maldad.

La ilusión de quienes nunca han visto nevar nutre las fauces de un american dream caníbal, alimentado por sueños de gente anónima que llegan y se borran con la marea migratoria. No son nadie, no importan, no existen. Quemada Díez no da respuestas y si nos arroja todas las preguntas.

La jaula de oro es pues una de las mejores películas mexicanas en lo que va de la década. Absolutamente imprescindible.